miércoles, 3 de diciembre de 2014

¡Te Extraño!

1998 – Época actual

—¿Pero qué estás haciendo? —preguntó la nueva directora de Hogwarts a su mejor alumna.
La chica volteó a ver a la mujer que estaba detrás de ella.
—Empacó mis cosas —dijo la castaña, moviendo la varita, para que sus cosas se metieran en su bosa de cuenta.
—Pues de eso me doy cuenta. Pero ¿para qué? ¿Adónde piensas ir? —le preguntó la mujer mayor.
—Al pasado —respondió la castaña.
—¡Acaso te has vuelto loca, Hermione Lupin! —dijo la directora seriamente.
—No, directora, ¿por qué lo pregunta?
McGonagall, miró seriamente a Hermione.
—Porque solo hace unas horas acabas de salir de San Mungo. Aun no puedes estar de un lado a otro, ¿o es que quieres perder a tu bebé? —preguntó la directora.
A Hermione se le llenaron los ojos de lágrimas, y llevo sus manos a su abultado vientre.
—No quiero perder a mi bebé, él o ella es lo único que me queda de Remus —las lágrimas ya se habían desbordados de los ojos color chocolate de la chica.
La directora de acercó a Hermione y puso una mano sobre su hombro. Hermione la miró.
—Toma —dijo McGonagall, dándole un pañuelo para que se seque sus lágrimas, la chica lo tomo.
—No quiero perderlo —susurró.
—Entonces, se razonable —dijo McGonagall.
—Pero…
—Se razonable —repitió la directora.
—Lo extraño, y yo solo quiero verlo una vez más aunque no le diga la verdad.
—Lo sé, lo sé —dijo McGonagall, dirigiéndola hasta la amplia cama, para que se siente—, y lo verás, pero aún no. No estás bien.
—Yo estoy bien, lo que pone mal es no estar a su lado, quiero escuchar su voz.
—Sé cómo te sientes… —empezó la directora, pero Hermione la interrumpió.
—No, no sabe cómo me siento, profesora, usted no lo sabe, no sabe lo que se siente perder un esposo, para luego de unos días enterarse de que esperas un hijo suyo, y no poder compartirlo con él porque ya no está en este mundo —las lágrimas volvieron a resbalar por sus mejillas.
—Está bien, tal vez no comprenda el dolor que sientes —aceptó la directora—, pero no por eso vas a actuar a lo loco.
Hermione seco sus lágrimas con el pañuelo.
—Por favor, profesora —rogó la chica.
—Lo siento, Hermione, pero no puedo darte la autorización —miró con pena a la chica—. Ahora recuéstate en la cama, y descansa, dentro de un rato yo personalmente te traeré tu comida.
Y tras decir esto último, la directora salió de la habitación de la castaña.
Hermione vio salir de su habitación a McGonagall, luego se acomodó mejor en su cama, las lágrimas seguían resbalando por sus mejillas.
—Remus —susurró Hermione, mirando su anillo de compromiso y de boda—. Te extraño demasiado.
Respiró profundamente.
—No te preocupes, hijo mío, ya verás que vamos a convencer a la profesora McGongall, para que nos deje viajar al pasado —decía la chica dando suaves masajes a su vientre—. Porque tú quieres conocer a papá, ¿verdad? —el bebé se movió en su vientre, y Hermione sonrió, con lágrimas en sus ojos—, sí, estaba segura de que quieres conocerlo —el bebé volvió a moverse.
Crookshanks que estaba acurrucado en un pequeño sofá, miraba fijamente a su ama, pero Hermione no se percató de esto. El pequeño gato color jengibre bajo del sofá, camino hasta la cama de su ama, y de un solo salto subió a la cama, para luego acurrucarse al lado de sus ama.
Crookshanks —dijo una sorprendida castaña, que no había sentido al gato subirse a su cama, por estar metida en sus pensamientos—. Tú también me quieres acompañar al pasado, ¿no es cierto? —Hermione acariciaba a su gato detrás de las orejas.
El gato miró a su ama, como afirmando.
La castaña sonrió, pero sus ojos chocolates tenían una mirada de tristeza.
—Remus —volvió a susurrar la chica—, aún recuerdo cuando te vi por primera vez. Estabas en el vagón, cuando Harry, Ron y yo entramos. Te vi dormido, aunque un poco pálido, pero había algo en ti que me llamo mucho la atención, era como si ya te conociera de antes, porque la sensación de calidez que sentí en mi corazón me lo confirmo.
»Y cuando despertaste en el momento justo para salvarnos de los dementores, sentí admiración por él. Luego en el banquete en el Gran Comedor y el profesor Dumbledore lo presento como el nuevo profesor de DCAO, parecía ser un poco tímido, y eso me agrado. La primera clase que tuve con él, habló sobre los boggart, y yo respondí la pregunta que hiciste, y me diste cinco puntos.
Crookshanks escuchaba atentamente todo lo que decía su ama.
»Conforme fue pasando el tiempo descubrí tu secreto y decidí guardarlo como si fuera mío, a la vez que me ponía muy nerviosa cada vez que entraba a una de tus clases, pero no era por el temor de lo que eras, sino porque sin proponérmelo empecé a sentir cosas por ti, más allá de lo que siente una alumna por su profesor. Pero luego con todo eso de Sirius, cuando todos pensábamos que Sirius era el asesino de los Potter, y la ejecutación de Buckbeak, todo eso nos llevó a descubrir que Sirius era un animago y que sobre todo era inocente de los crímenes que lo acusaban, también descubrimos que la rata de Ron era en verdad Peter Pettigrew, el verdadero traidor, y luego yo creyendo que Remus nos había engañado para poder matar a Harry, termine gritando a los cuatro vientos que él era un licántropo, pero cuando se descubrió toda la verdad, no saben cómo me arrepentí de haber puesto en evidencia a Remus. Le pedí disculpas por eso, pero de todas formas ya no se pudo quedar en el colegio.
Mientras que la chica hablaba las lágrimas bajaban por sus mejillas.
—En el cuarto y el quinto curso no dejaba de pensar en Remus, siempre lo recordaba, pero fue en las vacaciones de 1996, antes de entrar a sexto, me arme de valor y te confesé que te quería, y te besé, tú me rechazaste, pero aun así yo no me di por vencida, seguí diciéndote cuanto te amaba, hasta que por fin antes de terminar el sexto curso, el mismo día que murió el profesor Dumbledore y Bill fue atacado por Greyback, yo decidí  intententarlo por última vez, primero creí pensé que me habías rechazado como tantas otras veces, pero cuando yo ya me iba derrotada, tú me llamaste y me dijiste que también me amabas, y empezamos una relación formal, Ron no lo tomo nada bien, y Harry parecía que tampoco aceptaba nuestra relación, pero por lo menos respetaba mi decisión de estar contigo.
»Hasta que pasadas unas semanas finalmente nos casamos, y fui la mujer más feliz del mundo, pero luego me tuve que separar de ti, porque fui con Harry y Ron a buscar los Horrocruxes, y luego en la guerra, te perdí y no pude hacer nada para ayudarte, eso es lo que más me duele.
»Pero me dejaste un recuerdo, un par de semanas después de tu muerte, me entere de que esperaba un hijo tuyo —mientras la castaña hablaba, se iba dando masajes en su vientre—, y me dieron ganas de vivir nuevamente, puesto que ya tenía un motivo muy importante por quien vivir.
Respiró profundo.
—Ahora tengo que convencer a la profesora McGonagall de que permita viajar al pasado hoy mismo.

En la dirección

¿Qué te preocupa, Minerva? —la voz de Albus Dumbledore hizo que la nueva directora mirara al cuadro del ex director.
—Albus —dijo la mujer—, estaba pensando en Hermione.
Creí que su salud y la del bebé ya estaba bien —dijo Dumbledore.
—Sí, ya están bien ambos. Es solo que…
Una risa sarcástica se escuchó en la dirección, interrumpiendo a la nueva directora.
Minerva miró seriamente al otro cuadro del otro ex director de Hogwarts.
Quiere viajar al pasado para encontrarse con su gran amor Lupin —dijo sarcástico Severus Snape.
¿Es eso cierto, Minerva? —preguntó Dumbledore.
—Así es, Albus —aceptó McGonagall.
Vaya, menos mal, yo creí que se trataba de algo grave —volvió a hablar Dumbledore, quien sonreía amablemente.
—Pero, Albus —dijo McGonagall, un poco indignada—, Hermione no puede viajar aun porque le puede hacer mal, ella tiene que estar en rep…
¿Mal? —la cortó Dumbledore—, mal le hace estar metida en esa habitación sola, y si la señora Lupin ya se encuentra mejor, no veo porque le impides que vaya junto a sus amigos y su esposo.
Minerva negó con la cabeza.
—Podría pasarle algo —alegó la directora.
Se volvió a escuchar la risa sarcástica de Snape.
Desde que llego a Hogwarts, ha estado todos estos siete años en peligro de muerte, y tú crees, Minerva, que un simple viaje al pasado la pondría en peligro —dijo Severus.
Severus tiene razón, Minerva —dijo Dumbledore.
—Bien —dijo McGonagall, seriamente—, entonces le daré el permiso de que vaya al pasado, pero no la mandaré sola, claro que no, alguien viajara con ella, para cuide.
¿Con quién la vas a mandar? —preguntó Dumbledore.
—Con alguien a quien tú confiabas ciegamente, Albus —y eso fue lo último que dijo McGongall, porque después se empezó a dirigir a la salida.

***

La directora caminaba hacia la torre de premios anuales con una bandeja con comida levitando cerca de ella.
Dijo la contraseña y luego paso a la sala. Subió las escaleras para dirigirse a la habitación de la castaña, toco la puerta, pero nadie contestó. Volvió a tocar y otra vez nadie contestó ni abrió la puesta. Así que McGonagall, muy preocupada abrió la puerta y entro a la habitación, encontrándose con una Hermione dormida, con una mano sobre su vientre, y a Crookshanks dormido también a sus pies.
Suspiró aliviada. Puesto que por un momento pensó que la chica se encontraba mal.
Levito la bandeja hasta colocarla en una mesita.
—Hermione —dijo Mcgongall, despertando a la castaña.
La chica parpadeó, y miró confundida.
—¿Profesora? ¿Qué paso? —preguntó.
—Nada, no paso, solo te traje tu almuerzo como te dije que lo haría.
Hermione asintió y con la ayuda de la directora se sentó cómodamente.
Minerva cogió la bandeja y la coloco sobre una mesita para que la chica pudiera comer.
—Gracias —dijo la castaña, y McGonagall asintió—. Profesora —llamó.
La mujer la miró y la alentó para que hablara, aunque ya sabía de qué quería hablar.
—Quería pedirle por favor que me dejara viajar al pasado, yo no puedo estar aquí, sabiendo que Harry, Ron, Ginny, Luna, Neville, los demás Weasley y hasta Malfoy y Parkinson ya están ahí y yo no.
La directora la miró severamente.
—¿Estás segura que estás bien? —preguntó Minerva.
Hermione asintió muchas veces.
—Me siento muy bien.
—Bien, entonces yo ya no tengo nada que decir —McGonagall habló en un tono serio—, viajaras después de que termines de almorzar.
La chica le sonrió.
—Muchas gracias, profesora —dijo, con los ojos brillantes.
—Pero con una condición.
—¿Una condición? ¿Qué condición seria? —preguntó Hermione.
—No viajaras sola, alguien te acompañará.
—¿Quién?
—Eso ya lo sabrás, ahora come —le ordenó la mujer—. Te estaré esperando en la Sala de los Menesteres, mientras tanto yo iré a abrir el portal.
La directora miró fijamente a Hermione antes de salir de la habitación.
Hermione se apuró a comer, estaba tan emocionada. Otra vez vería a Remus.

***

Luego de comer, Hermione se dirigió a su antigua sala común y entro a la habitación de los chicos —seguida de Crookshanks, lo bueno era que no había nadie ahí.
Saco algunos libros de los baúles de Harry y de Ron y los guardo en su bolsa de cuentas.
—Ya lo tengo todo —susurró la chica, y sigilosamente camino hacia la salida.
Un par de minutos después ya se encontraba frente a la puerta de la reconstruida Sala de los Menesteres. Abrió la puerta y ahí vio a la directora, pero esta no estaba sola, alguien la acompañaba.
—¿Tú me acompañar? —preguntó y él hombre le sonrió.
—Así es, Hermione. Pero veo que también tu gato te va acompañar —dijo la directora al ver a Crookshanks detrás de la chica.
Crookshanks también quiere ir, creo que no me quiere dejar sola en ningún instante —fue la respuesta de la castaña.
—Bien —dijo McGonagall. Saco su varita de su túnica y murmuro un hechizo, que la chica no le presto mucha atención, porque más estaba concentrada en lo que haría en cuando volviera a ver a Remus.
—El portal ya está abierto —anuncio la directora—. Espero que todo salga bien.
Primero paso la persona que acompañaba a Hermione. Y antes de que la castaña también pasara el portal, McGonagall la abrazo.
—Cuídate —le susurró.
Hermione asintió y también pasó el portal seguida de Crookshanks.

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