Hermione y Remus
regresaron con los demás.
—¿Dónde estaban?
—preguntó Sirius con ojos entrecerrados apenas lo vio llegar.
—Pues… —susurró Hermione,
viendo las sonrisas disimuladas de Harry, Ron, Ginny y Luna.
—No seas chismoso, Sirius
—lo regañó Lily.
—No soy chismoso,
pelirroja, soy me gusta estar informado —corrigió.
Remus negó con la cabeza
divertido por las ocurrencias del ojigris.
—Solo platicábamos
—respondió Remus—, ahora ya te sientes lo suficientemente informado —bromeó.
—No tanto como quisiera
—dijo Sirius, y James rió del descaro de su amigo.
—Bueno ya que estamos
nuevamente todos reunidos —Hermione y Remus se sonrojaron ligeramente—
empecemos con el siguiente capítulo, señor Corner, ¿podría leer? —preguntó
Dumbledore y el chico asintió.
El libro levitó hasta
llegar a sus manos. Cambio de página y leyó:
—“La «bludger» loca”.
Los del pasado pusieron cara
de confusión al no entender el título, solo los del futuro si sabían.
Después del desastroso episodio de los
duendecillos de Cornualles, el profesor Lockhart no había vuelto a llevar a
clase seres vivos (Vaya, que sensato, ironizó Ted).
Por el contrario, se dedicaba a leer a los alumnos pasajes de sus libros, y en
ocasiones representaba alguno de los momentos más emocionantes de su biografía (¿En serio?, preguntó Lupin incrédulo, y los chicos del
futuro asintieron). Habitualmente sacaba a Harry para que lo ayudara en
aquellas reconstrucciones (Hermione, Ron, Seamus,
Dean y Parvati no pudieron evitar mirar a Harry, el cual se había sonrojado);
hasta el momento, Harry había tenido que representar los papeles de un ingenuo
pueblerino transilvano al que Lockhart había curado de una maldición que le
hacía tartamudear, un yeti con resfriado y un vampiro que, cuando Lockhart
acabó con él, no pudo volver a comer otra cosa que lechuga.
—¿Quién le podría creer
eso? Si el metabolismo de los vampiros no les permite comer otra cosa que no
sea sangre —dijo Remus.
En la siguiente clase de Defensa Contra
las Artes Oscuras sacó de nuevo a Harry, esta vez para representar a un hombre
lobo (Remus empalideció, de solo pensar que el hijo
de uno de sus amigos sufriera la misma maldición que él, lo hacía sentir mal).
Si no hubiera tenido una razón muy importante para no enfadar a Lockhart, se
habría negado.
—Aúlla fuerte, Harry (eso es…), y en
aquel momento, creedme, yo salté (así) tirándolo contra el suelo (así) con una
mano, y logré inmovilizarle (Se nota que ese idiota
nunca ha estado frente a un hombre lobo en verdad, dijeron James y Sirius.
Hermione asintió y dijo: «tienen razón», sorprendiendo a los merodeadores). Con la otra, le puse la varita en la garganta y, reuniendo
las fuerzas que me quedaban, llevé a cabo el dificilísimo hechizo Homorphus;
él emitió un gemido lastimero (venga, Harry…, más fuerte…, bien) y la piel
desapareció…, los colmillos encogieron y… se convirtió en hombre. Sencillo y
efectivo. Otro pueblo que me recordará siempre como el héroe que les libró de
la terrorífica amenaza mensual de los hombres lobo.
—Los hombre lobo no son
una amenaza —defendió James.
—Exacto —apoyó Sirius.
Snape rodó los ojos.
—Sí, claro —murmuró.
Sonó el timbre y Lockhart se puso en pie.
—Deberes: componer un poema sobre mi
victoria contra el hombre lobo Wagga Wagga. ¡El autor del mejor poema será
premiado con un ejemplar firmado de El encantador!
McGonagall está perpleja
por tanta incompetencia.
—¿Un poema? ¿Al hombre
lobo Wagga Wagga? —repitieron los gemelos Prewett.
—¿A eso llaman un
profesor de DCAO? —preguntó Remus con sarcasmo.
Los alumnos empezaron a salir. Harry
volvió al fondo de la clase, donde lo esperaban Ron y Hermione.
—¿Listos? —preguntó Harry.
—Espera que se hayan ido todos —dijo
Hermione, asustada—. Vale, ahora.
Se acercó a la mesa de Lockhart con un
trozo de papel en la mano. Harry y Ron iban detrás de ella.
—Qué caballeritos
—ironizó Molly, haciendo sonrojar a Harry y Ron.
—Esto… ¿Profesor Lockhart? —tartamudeó
Hermione—. Yo querría… sacar este libro de la biblioteca. Sólo para una lectura
preparatoria. —Le entregó el trozo de papel con mano ligeramente temblorosa—.
Pero el problema es que está en la Sección Prohibida, así que necesito el
permiso por escrito de un profesor. Estoy convencida de que este libro me
ayudaría a comprender lo que explica usted en Una vuelta
con los espíritus malignos sobre
los venenos de efecto retardado.
—No creo que ese hombre
sepa realmente que son los venenos de efecto retardado —dijo Remus.
Mientras que James,
Sirius, Harry y Ron asentían.
—¡Ah, Una vuelta
con los espíritus malignos! —dijo Lockhart, cogiendo la nota de
Hermione y sonriéndole francamente—. Creo que es mi favorito. ¿Te gustó?
—¿Cuál no era su
favorito? —ironizó Neville.
—¡Sí! —dijo Hermione emocionada—. ¡Qué
gran idea la suya de atrapar al último con el colador del té…!
—Lo alababas de verdad, o
solo para conseguir su firma —preguntó Sirius a Hermione.
Hermione se sonrojó.
—Bueno, para ser sincera
por las dos razones —contestó la castaña.
—Bueno, estoy seguro que a nadie le
parecerá mal que ayude un poco a la mejor estudiante del curso (Sí es para quebrantar cincuenta normas, claro que me
parecería mal, susurró McGonagall, con el ceño fruncido) —dijo Lockhart
afectuosamente, sacando una pluma de pavo real—. Sí, es bonita, ¿verdad? —dijo,
interpretando al revés la expresión de desagrado de Ron—. Normalmente la
reservo para firmar libros.
—A parte de afeminado es
presumido —dijo Sirius con asco.
Garabateó una floreteada firma sobre el
papel y se lo devolvió a Hermione.
—Bien, ya consiguieron lo
más importante, la firma de un profesor… —dijo Giedon.
—Sí, de un estúpido
profesor, pero por lo menos ya tienen la firma —siguió Fabian.
—Así que, Harry —dijo Lockhart,
mientras Hermione plegaba la nota con dedos torpes y se la metía en la bolsa—,
mañana se juega el primer partido de quidditch de
la temporada, ¿verdad? Gryffindor contra Slytherin, ¿no? (Todos los Gryffindor del pasado sonreían ante la mención
del clásico, menos Harry que recordaba que se quedó sin huesos por culpa de
Lockhart) He oído que eres un jugador fundamental. Yo también fui
buscador (Sí, claro, murmuraron muchos). Me
pidieron que entrara en la selección nacional, pero preferí dedicar mi vida a
la erradicación de las Fuerzas Oscuras (Por Merlín,
que estúpido es, dijo Oliver). De todas maneras, si necesitaras unas
cuantas clases particulares de entrenamiento, no dudes en decírmelo. Siempre me
satisface dejar algo de mi experiencia a jugadores menos dotados…
—¿Menos dotados? —repitió
James ofendido—, ¿Cómo se atreve? ¡Los Potter siempre hemos sido unos
excelentes jugadores de quidditch!
—Todos sabemos eso,
Cornamenta —dijo Remus, apaciguando a su amigo.
—Claro, además no tomaras
en cuenta las palabras de un afeminado —dijo Sirius.
James se relajó luego de
pensarlo por unos minutos, sus amigos tenían razón, no debía hacerle caso a ese
hombre, que a leguas se notaba que no sabía nada de nada.
Harry hizo un ruido indefinido con la
garganta y luego salió del aula a toda prisa, detrás de Ron y Hermione.
—Es increíble —dijo ella, mientras
examinaban los tres la firma en el papel—. Ni siquiera ha mirado de qué libro
se trataba.
—Porque es un completo
imbécil —dijeron los gemelos Weasley al unisonó. Mientras los demás asentían.
—Porque es un completo imbécil —dijo
Ron (Se nota que son hermanos, dijo Ted, y los
hermanos sonrieron)—. Pero ¿a quién le importa? Ya tenemos lo que
necesitábamos.
—Él no es un completo imbécil —chilló
Hermione, mientras iban hacia la biblioteca a paso ligero.
Todos la miraron
sorprendidos.
—Me retracto por lo que
dije en ese momento, pero él si es un completo imbécil —dijo Hermione.
—¿Te sientes bien?
—preguntó Ron al instante.
—Sí, ¿por qué? —preguntó
una confusa castaña.
—Pues porque estas
reconociendo que estabas equivocada —dijo Harry, mirándola fijamente.
—Son unos tonto —les dijo
Hermione, un poco sonrojada.
—Ya, porque ha dicho que eres la mejor
estudiante del curso…
—En eso fue en lo único
que acertó —dijo Harry, haciendo que Hermione se sonrojara completamente.
Bajaron la voz al entrar en la
envolvente quietud de la biblioteca.
La señora Pince, la bibliotecaria, era
una mujer delgada e irascible que parecía un buitre mal alimentado.
Sirius fue el primero en
reír ante tal descripción, pero a su risa lo siguieron los otros dos
merodeadores, los Prewett, los Weasley, Lee y así fueron contagiando sus risas,
si hasta Lily rió.
—Aun no sé quién es el
autor de tales libros, pero adoro sus descripciones —alagó Sirius.
—Me pregunto cómo será tu
descripción, Canuto —comentó James como quien no quiere la cosa.
Sirius dejo de reír y
miró a su amigo.
—Pues dirán que sigo
siendo una hombre increíblemente apuesto, educado, inteligente…
—Y también muy arrogante,
presumido y narcisista —agregó Lily. Remus rió ante lo dicho por la Lily.
—Sí, muy graciosa
pelirroja —refunfuñó Sirius.
Mientras tanto Harry
dirigía una mirada de tristeza a Ron y Hermione, ellos sabían que no sería así
la descripción de Sirius, en realidad la primera vez que lo vieron estaba tan
maltrecho que ni siquiera parecía una persona.
—¿Moste
Potente Potions? —repitió recelosa, tratando de coger la
nota de Hermione. Pero Hermione no la soltaba.
—Desearía poder guardarla —dijo la
chica, aguantando la respiración.
—¡Por las barbas de
Merlín! —suspiró Frank, rodando los ojos.
—Venga —dijo Ron, arrancándole la nota
y entregándola a la señora Pince—. Te conseguiremos otro autógrafo. Lockhart
firmará cualquier cosa que se esté quieta el tiempo suficiente.
—Si todavía quieres un
autógrafo de Lockhart, Hermione, yo te puedo dar unos cuantos —se ofreció
Neville.
Y ahora todos lo miraron
a él.
—¿Tú también eres un fan
de ese tipo? —preguntó Sirius con sorpresa.
—Claro que no —contestó
Neville.
—¿Entonces? —preguntó
Remus.
—Es que lo veo muy a
menudo, y a él le hace feliz dar autógrafos, pobre —terminó Neville, con pena,
pero no por Lockhart exactamente, sino por las perdonas que iba a visitar.
Esa respuesta dejo a los
padres de Neville, muy pensativos.
Eso solo lo entendieron
el trío de oro, los Weasley, Luna y algunos chicos más del futuro.
—¿Qué quieres decir con
eso de que lo ves muy a menudo? —preguntó James.
—Ya te enteradas, papá
—respondió Harry—. Eh, Corner, podrías seguir leyendo —pidió y el chico
asintió.
La señora Pince levantó el papel a la
luz, como dispuesta a detectar una posible falsificación, pero la nota pasó la
prueba. Caminó orgullosamente por entre las elevadas estanterías y regresó unos
minutos después llevando con ella un libro grande de aspecto mohoso. Hermione
se lo metió en la bolsa con mucho cuidado, e intentó no caminar demasiado
rápido ni parecer demasiado culpable.
—Se cómo se siente —dijo
Remus—, hacer algo indebidamente necesario.
—Eh, no te quejes tanto,
Lunático, que a veces bien que te gusta romper las reglas —dijeron al unisonó
James y Sirius, sonriendo.
Hermione miró al
licántropo y le sonrió.
Cinco minutos después, se encontraban
de nuevo refugiados en los aseos fuera de servicio de Myrtle la
Llorona. Hermione había rechazado las objeciones de Ron
argumentando que aquél sería el último lugar en el que entraría nadie en su
sano juicio, así que allí tenían garantizada la intimidad (Las chicas estuvieron de acuerdo con Hermione, nadie
sospecharía que estuvieran ahí, porque nadie en su sano juicio soportaría a
Myrtle). Myrtle la Llorona lloraba
estruendosamente en su retrete, pero ellos no le prestaban atención, y ella a
ellos tampoco.
—Aunque yo aun no
entiendo porque Myrtle llora tanto —dijo Alice.
El trío de oro
intercambiaron miradas, ellos sabían perfectamente bien las razones de Myrtle
para llorar tanto, y ya faltaba poco para que los del pasado lo supieran
también.
Hermione abrió con cuidado el Moste
Potente Potions, y los tres se encorvaron sobre las
páginas llenas de manchas de humedad. De un vistazo quedó patente por qué
pertenecía a la Sección Prohibida. Algunas de las pociones tenían efectos
demasiado horribles incluso para imaginarlos, y había ilustraciones
monstruosas, como la de un hombre que parecía vuelto de dentro hacia fuera y
una bruja con varios pares de brazos que le salían de la cabeza.
Algunos hacían muecas de
asco, pero dos merodeadores —James y Sirius— sonreían porque ya estaban
tramando su siguiente broma a los Slytherin.
—¡Aquí está! —dijo Hermione emocionada,
al dar con la página que llevaba por título La poción multijugos.
Estaba decorada con dibujos de personas que iban transformándose en otras
distintas. Harry imploró que la apariencia de dolor intenso que había en los
rostros de aquellas personas fuera fruto de la imaginación del artista.
—No es agradable la sensación,
pero esas imágenes eran demasiado exageradas —dijo Hermione, mientras Harry y
Ron asentían.
»Ésta es la poción más complicada que
he visto nunca —dijo Hermione, al mirar la receta (Sobre
todo teniendo en cuenta que esa poción se realiza en el sexto curso y ustedes
estaban en segundo, dijo McGonagall con seriedad)—. Crisopos,
sanguijuelas, Descurainia sophia y centinodia
—murmuró, pasando el dedo por la lista de los ingredientes—. Bueno, no son
difíciles de encontrar, están en el armario de los estudiantes, podemos
conseguirlos. ¡Vaya, mirad, polvo de cuerno de bicornio! No sé dónde vamos a
encontrarlo… (Pues en el armario del profesor
Snape, dijo Luna como si hablara del clima. Mientras Snape miraba al trío con
ojos entrecerrados), piel en tiras de serpiente arbórea africana…, eso
también será peliagudo… y por supuesto, algo de aquel en quien queramos
convertirnos.
—Algo que le pertenezca a
la persona de quien te quieras convertir —repitió George con una mueca de asco.
—Yo creo que esa es la
parte más asquerosa de la poción —lo apoyó Fred.
—Perdona —dijo Ron bruscamente—. ¿Qué
quieres decir con «algo de aquel en quien queramos convertirnos»? Yo no me voy
a beber nada que contenga las uñas de los pies de Crabbe.
—Eso es asqueroso,
Weasley —dijo Draco con asco.
Hermione continuó como si no lo hubiera
oído.
—De momento, todavía no tenemos que
preocuparnos porque esos ingredientes los echaremos al final.
Sin saber qué decir, Ron se volvió a
Harry, que tenía otra preocupación.
—¿Otra preocupación más?
¡Por Merlín! —exclamó Lily.
—¿No te das cuenta de cuántas cosas
vamos a tener que robar, Hermione? Piel de serpiente arbórea africana en tiras,
desde luego eso no está en el armario de los estudiantes, ¿qué vamos a hacer?
¿Forzar los armarios privados de Snape? No sé si es buena idea…
—Claro que lo es —dijeron
los merodeadores.
—Y tal vez hasta podrían
descubrir otras cosas ahí dentro —agregó James.
Snape lo miró con enojo.
—Potter —siseó.
Hermione cerró el libro con un ruido
seco.
—Bueno, si vais a acobardaros los dos,
pues vale —dijo (Ya me doy cuenta que no solo las
pelirrojas son peligrosas, las castañas también, dijo Sirius, mientras que
Harry y Ron asentían). Tenía las mejillas coloradas y los ojos más
brillantes de lo normal—. Yo no quiero saltarme las normas, ya lo sabéis, pero
pienso que aterrorizar a los magos de familia muggle es
mucho peor que elaborar un poco de poción (Bueno,
visto desde ese punto de vista, estoy de acuerdo con Hermione, dijo Lily,
apoyando a la castaña). Pero si no tenéis interés en averiguar si el
heredero es Malfoy, iré derecha a la señora Pince y le devolveré el libro
inmediatamente.
—No la dejaron devolver
el libro, ¿verdad? —le preguntó Ted a Harry y Ron, y ellos negaron con la
cabeza.
—A pesar de que están
rompiendo las reglas, es muy noble lo que estaban por hacer —dijo Dumbledore
con voz amable.
El trío le sonrió a su
difunto director.
—¿Noble? —repitió Blaise
con enojo—, quieren hacer esa dichosa poción para infiltrarse en nuestra sala
común, y aun así Dumbledore lo considera noble, no cabe duda que siempre ha
sido un viejo loco —dijo a Draco.
—Solo espero que no hayan
podido entrar a nuestra sala común —dijo Theo hablando por primera vez desde
que llego.
Draco no respondió a
ninguno de los dos, puesto que él ya tenía sus sospechas.
—No creí que fuera a verte nunca
intentando persuadirnos de que incumplamos las normas —dijo Ron (Ni yo, dijo Parvati mirando a la castaña con intensidad)—.
Está bien, lo haremos, pero nada de uñas de los pies, ¿vale?
Todos rieron ante el
último comentario de Ron.
—Pero ¿cuánto nos llevará hacerlo?
—preguntó Harry, cuando Hermione, satisfecha, volvió a abrir el libro.
—Bueno, como hay que coger la Descurainia
sophia con luna llena, y los crisopos han de cocerse durante
veintiún días…, yo diría que podríamos tenerla preparada en un mes, si podemos
conseguir todos los ingredientes.
—¿Un mes? —exclamaron los
gemelos Prewett—, es mucho tiempo.
—¿Un mes? —dijo Ron—. ¡En ese tiempo,
Malfoy puede atacar a la mitad de los hijos de muggles!
(¡Qué yo no era el heredo de Slytherin!, dijo Draco
con frustración) —Hermione volvió a entornar los ojos amenazadoramente,
y él añadió sin vacilar—: Pero es el mejor plan que tenemos, así que adelante a
toda máquina.
—Oh, al pequeño Ronnie le
dio miedo Hermione —se burlaron Fred y George. Y a Ron se le pusieron rojas las
orejas.
—Y a quien no —susurró
Sirius para que solo sus amigos lo oyeran—, pobre del que se haya casado con
ella, en verdad lo compadezco —agregó.
—No seas exagerado,
Sirius —defendió Remus, y sin saber porque se sintió con unos tremendos deseos
de protegerla.
Sin embargo, mientras Hermione
comprobaba que no había nadie a la vista para poder salir del aseo, Ron susurró
a Harry:
—Sería mucho más sencillo que mañana
tiraras a Malfoy de la escoba.
—Oh, qué gran idea.
Muchas gracias, Weasley —dijo con sarcasmo Draco.
Harry se despertó pronto el sábado por
la mañana y se quedó un rato en la cama pensando en el partido de quidditch.
Se ponía nervioso, sobre todo al imaginar lo que diría Wood si Gryffindor
perdía (Yo creo que no diría nada, solo se iría
para tratar de suicidarse, dijo Angelina, y Oliver la fulminó con la mirada, a
lo que la morena solo sonrió), pero también al pensar que tendrían que
enfrentarse a un equipo que iría montado en las escobas de carreras más veloces
que había en el mercado (Draco no pudo evitar
sonreír, al igual que los demás Slytherin’s). Nunca había tenido tantas
ganas de vencer a Slytherin. Después de estar tumbado media hora con las tripas
revueltas, se levantó, se vistió y bajó temprano a desayunar. Allí encontró al
resto del equipo de Gryffindor, apiñado en torno a la gran mesa vacía. Todos
estaban nerviosos y apenas hablaban.
—Sí, creo que esa fue la
primera vez que no tuve que subir a despertar a nadie —comentó Oliver, mirando
a los gemelos Weasley.
Cuando faltaba poco para las once, el
colegio en pleno empezó a dirigirse hacia el estadio de quidditch.
Hacía un día bochornoso que amenazaba tormenta (Es
horrible jugar con tormenta, dijo James, y Harry asintió). Cuando Harry
iba hacia los vestuarios, Ron y Hermione se acercaron corriendo a desearle
buena suerte (Como siempre, dijo Neville).
Los jugadores se vistieron sus túnicas rojas de Gryffindor y luego se sentaron
a recibir la habitual inyección de ánimo que Wood les daba antes de cada
partido.
—Sí, y que animada nos
daba —dijeron los gemelos Weasley con un gesto de molestia.
—Los de Slytherin tienen mejores
escobas que nosotros (Eso no es muy alentador, dijo
Seamus) —comenzó—, eso no se puede negar. Pero nosotros tenemos mejores
jugadores sobre las escobas (Sabias palabras,
dijeron los merodeadores). Hemos entrenado más que ellos y hemos volado
bajo todas las circunstancias climatológicas («¡y tanto! —murmuró George
Weasley—, no me he secado del todo desde agosto») (Pobre
de ti hermano, tal vez Angelina pueda calentarte, dijo burlonamente Fred,
haciendo sonrojar a ambos chicos), y vamos a hacer que se arrepientan
del día en que dejaron que ese pequeño canalla, Malfoy, les comprara un puesto
en el equipo.
Las pálidas mejillas de
Draco se tornaron rojas al escuchar eso último.
Con la respiración agitada por la
emoción, Wood se volvió a Harry.
—Es misión tuya, Harry, demostrarles
que un buscador tiene que tener algo más que un padre rico. Tienes que coger la
snitch antes que Malfoy, o perecer en el
intento, porque hoy tenemos que ganar.
—¡Oliver Wood! ¿Cómo
fuiste capaz de decirle esas cosas a mi niño? —lo regañó Lily.
Oliver se encogió en su
asiento.
—Solo era para animarlo,
señora Potter —se justificó Wood.
—¿Para animarlo? Se nota
que no conoces bien a un Potter, diciéndole eso, se lo tomará muy apecho
—siguió regañándolo Lily.
Oliver ya no contestó
nada más, porque sabía lo que vendría después. Mientras Harry se sentía muy
feliz de que su madre lo defendiera.
—Así que no te sientas presionado,
Harry —le dijo Fred, guiñándole un ojo.
Cuando salieron al campo, fueron
recibidos con gran estruendo; eran sobre todo aclamaciones de Hufflepuff y de
Ravenclaw, cuyos miembros y seguidores estaban deseosos de ver derrotado al
equipo de Slytherin, aunque la afición de Slytherin también hizo oír sus
abucheos y silbidos. La señora Hooch, que era la profesora de quidditch,
hizo que Flint y Wood se dieran la mano, y los dos contrincantes aprovecharon
para dirigirse miradas desafiantes y apretar bastante más de lo necesario.
—Típico —dijo Lily,
rodando los ojos.
—Cuando toque el silbato —dijo la
señora Hooch—: tres…, dos…, uno…
Animados por el bramido de la multitud
que les apoyaba, los catorce jugadores se elevaron hacia el cielo plomizo.
Harry ascendió más que ningún otro, aguzando la vista en busca de la snitch.
—¿Todo bien por ahí, cabeza rajada? —le
gritó Malfoy, saliendo disparado por debajo de él para demostrarle la velocidad
de su escoba.
—Presumido —dijeron los
gemelos Prewett.
—Tarado, diríamos nosotros
—dijeron los gemelos Weasley.
Draco solo rodó los ojos,
no haciendo caso a sus comentarios.
Harry no tuvo tiempo de replicar. En
aquel preciso instante iba hacia él una bludger negra
y pesada; faltó tan poco para que le golpeara, que al pasar le despeinó.
—No creo que hubiera
podido despeinarlo más —dijo Lee con una sonrisa.
—¡Por qué poco, Harry! —le dijo George,
pasando por su lado como un relámpago, con el bate en la mano, listo para
devolver la bludger contra Slytherin (Gracias, George, dijo Lily sonriéndole al pelirrojo).
Harry vio que George daba un fuerte golpe a la bludger
dirigiéndola hacia Adrian Pucey, pero la bludger
cambió de dirección en medio del aire y se fue directa, otra
vez, contra Harry.
—Eso sí que es raro —dijo
Ted.
—Ahora entiendo el título
del capítulo, la bludger loca —razonó
Sirius.
—¿Acaso esa bludger estuvo todo el partido
intentando atacarte? —preguntó James a su hijo. Harry asintió y Lily reprimió
un suspiro, llevándose las manos a la boca.
Harry descendió rápidamente para
evitarla, y George logró golpearla fuerte contra Malfoy (Narcisa no comento nada, pero no dejo de ver con seriedad al
pelirrojo). Una
vez más, la bludger viró bruscamente como si fuera un
bumerán y se encaminó como una bala hacia la cabeza de Harry.
—¿Cómo? —dijeron los
merodeadores, tan confusos como el resto.
—¡Por Merlín! —exclamó
Lily—, alguien hechizo esa dichosa bludger,
¿pero quién? —preguntó mirando a todos los chicos del futuro, pero nadie dijo
nada al respecto.
Harry aumentó la velocidad y salió
zumbando hacia el otro extremo del campo. Oía a la bludger
silbar a su lado. ¿Qué ocurría? Las bludger
nunca se enconaban de aquella manera contra un único
jugador, su misión era derribar a todo el que pudieran…
—Una bludger normal sí, pero una hechizada no —dijo Frank.
Fred Weasley aguardaba en el otro
extremo. Harry se agachó para que Fred golpeara la bludger
con todas sus fuerzas.
Lily volvió a agradecer a
los gemelos, y estos solo sonrieron.
—¡Ya está! —gritó Fred contento, pero
se equivocaba: como si fuera atraída magnéticamente por Harry, la bludger
volvió a perseguirlo y Harry se vio obligado a alejarse a
toda velocidad.
—Esa bludger intentaba matarte, no hay duda —dijo Moody rotundamente.
—No intentaba matarme
—dijo Harry, defendiendo secretamente a Dobby. Pero los del pasado que no
sabían nada acerca del verdadero motivo, miraron con sorpresa al ojiverde—. Ya
entenderán el motivo —fue lo único que dijo.
Corner siguió leyendo.
Había empezado a llover. Harry notaba
las gruesas gotas en la cara, que chocaban contra los cristales de las gafas (Eso es lo malo de ser miope, dijo Sirius. James y Harry
asintieron estando de acuerdo). No tuvo ni idea de lo que pasaba con los otros jugadores hasta
que oyó la voz de Lee Jordan, que era el comentarista, diciendo: «Slytherin en
cabeza por seis a cero.»
Los Gryffindor’s pusieron
mala cara, mientras que Snape sonreía ligeramente.
Estaba claro que la superioridad de las
escobas de Slytherin daba sus resultados, y mientras tanto, la bludger
loca hacía todo lo que podía para derribar a Harry. Fred y
George se acercaban tanto a él, uno a cada lado, que Harry no podía ver otra
cosa que sus brazos, que se agitaban sin cesar, y le resultaba imposible buscar
la snitch, y no digamos atraparla.
—Olvídate la snitch, solo preocúpate por no caer de
la escoba —aconsejó Lily a su futuro hijo, esto solo sonrió, al ver la
preocupación de su madre.
—Alguien… está… manipulando… esta… bludger…
—gruñó Fred, golpeándola con todas sus fuerzas para rechazar un nuevo ataque
contra Harry.
—Eso era obvio —le dijo
Lee.
—Hay que detener el juego —dijo George,
intentando hacerle señas a Wood y al mismo tiempo evitar que la bludger
le partiera la nariz a Harry.
Wood captó el mensaje. La señora Hooch
hizo sonar el silbato y Harry, Fred y George bajaron al césped, todavía
tratando de evitar la bludger loca.
—Hacer que Oliver captara
el mensaje fue todo un milagro, porque cuando está en medio de un partido lo
único que hace es tratar de machacar al enemigo —dijo Fred.
Oliver solo le dedico una
mirada de seriedad, pero no dijo nada, porque sabía que en el fondo él era así.
—¿Qué ocurre? —preguntó Wood, cuando el
equipo de Gryffindor se reunió, mientras la afición de Slytherin los
abucheaba—. Nos están haciendo papilla. Fred, George, ¿dónde estabais cuando la
bludger le impidió marcar a Angelina?
—Pues estaban salvándome
la vida —contestó Harry.
—Estábamos ocho metros por encima de
ella, Oliver, para evitar que la otra bludger matara
a Harry —dijo George enfadado—. Alguien la ha manipulado…, no dejará en paz a
Harry, no ha ido detrás de nadie más en todo el tiempo. Los de Slytherin deben
de haberle hecho algo.
—Nosotros no le hicimos
nada —dijeron las voces de Draco, Blaise y Theo.
—Permítanme dudarlo
—dijeron los merodeadores.
—Pero las bludger
han permanecido guardadas en el despacho de la señora Hooch
desde nuestro último entrenamiento, y aquel día no les pasaba nada… —dijo Wood,
perplejo.
—Vaya, al fin alguien que
cree en nosotros, sin que le importe los prejuicios —dijo Blaise.
La señora Hooch iba hacia ellos. Detrás
de ella, Harry veía al equipo de Slytherin que lo señalaban y se burlaban.
—Escuchad —les dijo Harry mientras ella
se acercaba—, con vosotros dos volando todo el rato a mi lado, la única
posibilidad que tengo de atrapar la snitch es
que se me meta por la manga. Volved a proteger al resto del equipo y dejadme
que me las arregle solo con esa bludger loca.
—No es la bludger quien está loca, si no tú —lo
acusó Lily—, ¿no te dabas cuenta del semejante disparate que decías? —lo
regañó.
—Pero no me paso nada —se
defendió Harry, pero Lily lo miraba seria.
—Pero eso no le quita de
que actuaste como un tonto —lo siguió regañando—. Y todo esto es tu culpa,
James Charlus Potter —rugió.
—¿Qué? Pero si yo no he
hecho nada —dijo James.
—Claro que es tu culpa,
le heredaste tus genes —siguió gritando Lily, James iba a replicar, pero se
calló cuando Lily le dirigió una mirada severa.
—Insisto lo tienen
domesticado —comentó Sirius a Remus.
—No seas tonto —dijo Fred—, te partirá
en dos.
—Hazle caso —le aconsejó
Molly.
Wood tan pronto miraba a Harry como a
los Weasley.
—Oliver, esto es una locura —dijo
Alicia Spinnet enfadada—, no puedes dejar que Harry se las apañe solo con la bludger.
Esto hay que investigarlo.
—Por supuesto que tiene
que ser investigado —aceptó McGonagall.
—¡Si paramos ahora, perderemos el
partido! —argumentó Harry—. ¡Y no vamos a perder frente a Slytherin sólo por
una bludger loca! ¡Venga, Oliver, diles que dejen
que me las apañe yo solo!
—Insisto esto es culpa
tuya y tus genes —le dijo Lily a James.
—Pero… —James se quedó
pensativo unos minutos—, sí, creo que tienes razón, Lily —aceptó.
—Esto es culpa tuya —dijo George a
Wood, enfadado—. «¡Atrapa la snitch o
muere en el intento!» ¡Qué idiotez decir eso!
—Al fin un poco de
cordura —dijo Lily enfadada.
Llegó la señora Hooch.
—¿Listos para seguir? —preguntó a Wood.
Wood contempló la expresión
absolutamente segura del rostro de Harry.
—Bien —dijo—. Fred y George, ya lo
habéis oído…, dejad que se enfrente él solo a la bludger.
—¡Oliver Wood! —rugió Lily,
dedicándole una mirada asesina al chico, el cual se encogió en su asiento.
La mirada de la mamá de
Harry, en verdad da miedo, pensaba Oliver.
La lluvia volvió a arreciar. Al toque
de silbato de la señora Hooch, Harry dio una patada en el suelo que lo propulsó
por los aires, y enseguida oyó tras él el zumbido de la bludger
(Lily miraba
preocupada a su hijo, aunque sabía que eso ya lo había vivido, no podía evitar
sentirse preocupada). Harry ascendió más y más. Giraba,
daba vueltas, se trasladaba en espiral, en zigzag, describiendo tirabuzones.
Ligeramente mareado, mantenía sin embargo los ojos completamente abiertos. La
lluvia le empañaba los cristales de las gafas y se le metió en los agujeros de
la nariz cuando se puso boca abajo para evitar otra violenta acometida de la bludger.
Podía oír las risas de la multitud; sabía que debía de parecer idiota (Seguramente parecía tan idiota como su padre, murmuró
Lucius. Snape logró escucharlo y sonrió), pero la bludger
loca pesaba mucho y no podía cambiar de dirección tan rápido
como él. Inició un vuelo a lo montaña rusa por los bordes del campo, intentando
vislumbrar a través de la plateada cortina de lluvia los postes de Gryffindor,
donde Adrian Pucey intentaba pasar a Wood…
—Espero que no lo hayan
logrado —dijo Alice.
Un silbido en el oído indicó a Harry
que la bludger había vuelto a pasarle rozando. Dio
media vuelta y voló en la dirección opuesta.
Lily reprimió un gritó, y
tomo la mano de James para no sentirse tan nerviosa.
—¿Haciendo prácticas de ballet, Potter?
—le gritó Malfoy, cuando Harry se vio obligado a hacer una ridícula floritura
en el aire para evitar la bludger (Lily fulminó con la mirada al rubio).
Harry escapó, pero la bludger lo
seguía a un metro de distancia (Esta demasiado
cerca, dijo Remus). Y en el momento en que dirigió a Malfoy una mirada
de odio, vio la dorada snitch.
Volaba a tan sólo unos centímetros por encima de la oreja izquierda de Malfoy…
pero Malfoy, que estaba muy ocupado riéndose de Harry, no la había visto.
—Fuiste un tonto, Draco —le
reprochó Zabini.
Draco ni se inmuto por el
comentario de Zabini.
Durante un angustioso instante, Harry
permaneció suspendido en el aire, sin atreverse a dirigirse hacia Malfoy a toda
velocidad, para que éste no mirase hacia arriba y descubriera la snitch.
—Yo creo que deberías
prestar más atención a la bludger
—aconsejó Ojoloco.
¡PLAM!
—¿Qué paso? —preguntaron
Lily y Molly a la vez.
Se había quedado quieto un segundo de
más. La bludger lo alcanzó por fin, le golpeó en el
codo, y Harry sintió que le había roto el brazo (No
debiste descuidarte, lo regañó Lily. Harry solo se encogió de hombros).
Débil, aturdido por el punzante dolor del brazo, desmontó a medias de la escoba
empapada por la lluvia, manteniendo una rodilla todavía doblada sobre ella y su
brazo derecho colgando inerte (Lily estaba pálida
por la impresión). La bludger volvió
para atacarle de nuevo, y esta vez se dirigía directa a su cara. Harry cambió
bruscamente de dirección, con una idea fija en su mente aturdida: coger a
Malfoy.
—Yo creo que mejor
deberías coger la snitch —dijo
Neville.
Ofuscado por la lluvia y el dolor, se
dirigió hacia aquella cara de expresión desdeñosa, y vio que Malfoy abría los
ojos aterrorizado: pensaba que Harry lo estaba atacando.
—Era lo que todos
creíamos —dijo Pansy.
—¿Qué…? —exclamó en un grito ahogado,
apartándose del rumbo de Harry.
Harry se soltó finalmente de la escoba
e hizo un esfuerzo para coger algo; sintió que sus dedos se cerraban en torno a
la fría snitch, pero sólo se sujetaba a la escoba con
las piernas, y la multitud, abajo, profirió gritos cuando Harry empezó a caer,
intentando no perder el conocimiento.
—¿Cómo es posible que
arriesgaras tu vida tan solo por el maldito quidditch?
—preguntó Lily a su futuro hijo.
—Es lo que todo buen
jugador haría, pelirroja —dijo Sirius, como si lo que Harry hizo le pareciera
muy bien.
—Tu cállate, Black —le
dijo Lily dándole un golpe en la cabeza.
—¡Ay! —se quejó el
animago—, Cornamenta, contrólala —James solo miró a su amigo con una gran
sonrisa en su rostro—. Traidor —le murmuró.
Harry reía al ver a su
padre y padrino actuando infantilmente.
Con un golpe seco chocó contra el barro
y salió rodando, ya sin la escoba. El brazo le colgaba en un ángulo muy
extraño. Sintiéndose morir de dolor, oyó, como si le llegaran de muy lejos,
muchos silbidos y gritos. Miró la snitch que
tenía en su mano buena.
—Bien hecho, Harry —lo
felicitaron los gemelos Prewett.
—Ajá —dijo sin fuerzas—, hemos ganado.
—Fue un gran partido
—dijo Wood inconscientemente.
—Mi hijo casi muere, y tú
dices que fue un gran partido —le gritó Lily.
Oliver parecía asustado
ante la pelirroja.
—Harry, podrías decirle a
tu madre que no vaya a matarme —le pidió Oliver al pelinegro—, al fin y al cabo
todo salió bien, tú te recuperaste, ¿no?
—Sí, se recuperó, pero fue
muy doloroso, y todo gracias a un inepto —dijo Hermione.
—¿A qué inepto te
refieres, Hermione? —le preguntó Remus, y Oliver a gradeció silenciosamente que
Hermione hablara porque ahora todos le prestaban atención a ella.
—¿No me digas que
Lockhart fue quien hechizo la bludger?
—preguntó Lily.
—No, señora Potter,
Lockhart no es tan inteligente como para hacer un hechizo tan potente, en
realidad él solo sabía un hechizo y no era el hechizo que le lanzaron a la bludger —respondió Ron.
Y se desmayó.
Cuando volvió en sí, todavía estaba
tendido en el campo de juego, con la lluvia cayéndole en la cara. Alguien se
inclinaba sobre él. Vio brillar unos dientes.
—¡Oh, no es Lockhart!
—dijeron los merodeadores.
—¡Oh, no, usted no! —gimió.
—No sabe lo que dice —explicó Lockhart
en voz alta a la expectante multitud de Gryffindor que se agolpaba alrededor—.
Que nadie se preocupe: voy a inmovilizarle el brazo.
—No, él hará que el brazo
le explote, le arda, se le encoja, o desaparezca, menos inmovilizarlo —dijo
Ron. Harry, Hermione, los Weasley, Luna y Neville asentían.
—¡No! —dijo Harry—, me gusta como está,
gracias.
—Yo también preferiría
que te dejaran el brazo como esta antes de que te atienda un afeminado que no
sabe nada de nada —dijo James a Harry.
Intentó sentarse, pero el dolor era
terrible. Oyó cerca un «¡clic!» que le resultó familiar.
—¡Colin! —exclamaron
todos los chicos del futuro con cierta tristeza.
—No quiero que hagas fotos, Colin —dijo
alzando la voz.
—Vuelve a tenderte, Harry —dijo
Lockhart, tranquilizador—. No es más que un sencillo hechizo que he empleado
incontables veces.
—No lo creo —dijo Remus.
—Nadie le cree, Lunático
—dijo Sirius.
—¿Por qué no me envían a la enfermería?
—masculló Harry.
—Eso sería lo correcto
—dijo Molly.
—Así debería hacerse, profesor —dijo
Wood, lleno de barro y sin poder evitar sonreír aunque su buscador estuviera
herido—. Fabulosa jugada, Harry, realmente espectacular, la mejor que hayas
hecho nunca, yo diría.
—No creo que una jugada
que termine con el brazo roto, pueda catalogarse como fabulosa, Wood —rugió
Lily.
—Wood, a veces eres un
estúpido —gruñó Ginny.
—Te doy un consejo, Wood
—dijo Sirius, y este lo miró expectante—, ten cuidado con las pelirrojas. Y si
te buscas una novia, asegúrate que sea rubia, pelinegra, o cast… no castaña
tampoco —dijo el animago mirando a Hermione—, tú solo hazme caso —concluyó, y
Wood asintió.
—¿Qué quisiste decir con
eso de «ten cuidado con las pelirrojas»? —preguntaron Lily y Ginny a la vez.
—¿Y también que quisiste
decir con eso «de las castañas tampoco»? —preguntó Hermione, con el ceño
ligeramente fruncido.
—No le hagan caso a
Sirius, a veces suele ser un poco tonto —dijo Remus.
—¡Oye! Lunático, ¿de
parte de quien estás? —preguntó el animago.
—Dime una cosa, Canuto,
que prefieres, quedar como tonto o que Lily, Ginny y Hermione te maten por
lengua larga —le susurró Lupin. Sirius se lo pensó mejor y asintió.
Por entre la selva de piernas que le
rodeaba, Harry vio a Fred y George Weasley forcejeando para meter la bludger
loca en una caja. Todavía se resistía.
—Estúpida bludger —dijeron los gemelos Weasley.
—Apartaos —dijo Lockhart,
arremangándose su túnica verde jade.
—No… ¡no! —dijo Harry débilmente, pero
Lockhart estaba revoleando su varita, y un instante después la apuntó hacia el
brazo de Harry.
—¡Por las barbas de
Merlín! —exclamaron Lily, Molly y Alice.
Harry notó una sensación extraña y
desagradable que se le extendía desde el hombro hasta las yemas de los dedos.
Sentía como si el brazo se le desinflara, pero no se atrevía a mirar qué
sucedía (Yo creo que tampoco hubiera podido, dijo
Andrómeda). Había cerrado los ojos y vuelto la cara hacia el otro lado,
pero vio confirmarse sus más oscuros temores cuando la gente que había
alrededor ahogó un grito y Colin Creevey empezó a sacar fotos como loco. El
brazo ya no le dolía… pero tampoco le daba la sensación de que fuera un brazo.
—¿Qué fue lo que te hizo
ese inepto? —preguntaron Lily y los merodeadores.
—Pues el idiota ese lo
dejo sin… —empezó Ron, pero Harry le dio un ligero golpe en las costillas, impidiendo
que hablara.
—¿Qué? —preguntaron.
—Porque el apuro, ya se
van a enterar —dijo Harry.
—¡Ah! —dijo Lockhart—. Sí, bueno,
algunas veces ocurre esto (¿Qué es lo que ocurre?,
preguntó Lily). Pero el caso es que los huesos ya no están rotos. Eso es
lo que importa. Así que, Harry, ahora debes ir a la enfermería. Ah, señor
Weasley, señorita Granger, ¿pueden ayudarle? La señora Pomfrey podrá…, esto…,
arreglarlo un poco.
—¡¿Arreglarlo?!
¡¿Arreglarlo?! —gritó Lily, pero se calló cuando una idea se le vino a la
cabeza—, no me digas que ese idiota te… te… te dejo… sin huesos.
Harry la miró fijamente y
asintió.
Todos los del pasado
soltaron exclamaciones de asombro.
—¡Yo lo mato! —gritó
Lily, parándose inmediatamente, pero se detuvo cuando James la abrazo y la llevo
nuevamente a sentarse.
Al ponerse en pie, Harry se sintió
extrañamente asimétrico. Armándose de valor, miró hacia su lado derecho. Lo que
vio casi le hace volver a desmayarse.
—Es normal su reacción,
pero yo que si me hubiera desmayado si un idiota me quitara los huesos —dijo
Alice con el rostro pálido.
Por el extremo de la manga de la túnica
asomaba lo que parecía un grueso guante de goma de color carne. Intentó mover
los dedos. No le respondieron.
Lockhart no le había recompuesto los
huesos: se los había quitado.
—Es un estúpido
incompetente —dijo Remus Lupin con el ceño fruncido.
—¡Profesor Dumbledore!
—gritó Lily, el viejo director la observó—, no lo haga, por favor no contrate a
eso hombre como profesor, que más que profesor parece un troll —dijo la
pelirroja calmadamente, pero en esa voz calmada, se notaba la amenaza.
—Prometo no contratarlo,
señorita Evans —dijo el director, quien también parecía conmocionada no solo
por el libro, sino por las palabras de Lily.
A la señora Pomfrey aquello no le hizo
gracia.
—¡Tendríais que haber venido enseguida
aquí! —dijo hecha una furia y levantando el triste y mustio despojo de lo que,
media hora antes, había sido un brazo en perfecto estado (Bueno, tan perfecto, perfecto, no, porque tenías los
huesos rotos, dijo Fabian y su gemelo asintió)—. Puedo recomponer los
huesos en un segundo…, pero hacerlos crecer de nuevo…
—Será un proceso difícil
—murmuró Frank.
—Y seguramente también
doloroso —agregó Ted.
Ya lo creo, pensó Harry.
—Pero podrá, ¿no? —dijo Harry, desesperado.
—Desde luego que podré, pero será
doloroso —dijo en tono grave la señora Pomfrey, dando un pijama a Harry—.
Tendrás que pasar aquí la noche.
—Sí, genial —ironizó
Harry.
Hermione aguardó al otro lado de la
cortina que rodeaba la cama de Harry mientras Ron lo ayudaba a vestirse. Les
llevó un buen rato embutir en la manga el brazo sin huesos, que parecía de
goma.
—¿Te atreves ahora a defender a
Lockhart, Hermione? —le dijo Ron a través de la cortina mientras hacía pasar
los dedos inanimados de Harry por el puño de la manga—. Si Harry hubiera
querido que lo deshuesaran, lo habría pedido.
—Exacto —dijeron James y
Sirius.
—Aunque no creo que nadie
en su sano juicio pidiera que le quitaran los huesos del brazo —agregó Lupin al
ver las mejillas sonrojadas de Hermione.
—Cualquiera puede cometer un error
—dijo Hermione—. Y ya no duele, ¿verdad, Harry?
—No —respondió Harry—, ni duele ni
sirve para nada. —Al echarse en la cama, el brazo se balanceó sin gobierno.
—Una buena respuesta
merodeadora —comentó James.
—Aunque a mí me hubiera
gustado ver tu brazo sin huesos —dijo Sirius, pensativamente, y todos lo
miraron raro—, ¿Qué? —preguntó el animago al sentir tantas miradas sobre él.
—A veces te comportas
como un idiota —le contestó Lily.
—¡James! Has escuchado lo
que me ha dicho tu pelirroja —se quejó Sirius. Y James asintió.
—Creo que tiene razón
—dijo James.
—Sí, claro, ahora todos
contra el perro —murmuró el animago.
Hermione y la señora Pomfrey cruzaron
la cortina. La señora Pomfrey llevaba una botella grande en cuya etiqueta ponía
«Crecehuesos».
—Uff… esa poción es
horrible —dijeron los gemelos Prewett poniendo cara de asco.
—Pobre de ti, pequeño —le
dijo maternamente Lily a su futuro hijo.
—Vas a pasar una mala noche —dijo ella,
vertiendo un líquido humeante en un vaso y entregándoselo—. Hacer que los
huesos vuelvan a crecer es bastante desagradable.
—¿Desagradable? —repitió
Harry—, esa es la forma suave de decirlo.
Lo desagradable fue tomar el crecehuesos.
Al pasar, le abrasaba la boca y la garganta, haciéndole toser y resoplar (La poción multijugos
es peor, dijo Ron). Sin dejar de criticar los deportes peligrosos y a
los profesores ineptos (Estoy de acuerdo con ella,
dijeron al unisonó Lily y Molly), la señora Pomfrey se retiró, dejando
que Ron y Hermione ayudaran a Harry a beber un poco de agua.
—¡Pero hemos ganado! —le dijo Ron,
sonriendo tímidamente—. Todo gracias a tu jugada. ¡Y la cara que ha puesto
Malfoy… Parecía que te quería matar!
—Aunque eso no era algo
exclusivo de ese día, puesto que siempre parecía que te quería matar —dijo Ron.
Draco solo rodó los ojos,
ante el comentario del pelirrojo.
—Me gustaría saber cómo trucó la bludger
—dijo Hermione intrigada.
—No fui yo, ustedes
siempre me acusan sin pruebas —dijo Draco con indignación.
El trío de oro se miraron
entre sí.
—Lo sentimos, Malfoy
—dijeron el trío, causando que todos los miraran.
—No puedo creer que ellos
sean los que se disculpen —susurró Sirius a los otros dos merodeadores.
—Yo tampoco —dijo James
mirando a su hijo.
—Ellos sabrán porque se
disculpan, recuerden que ellos vienen del futuro —razonó Lupin.
—Podemos añadir ésta a la lista de
preguntas que le haremos después de tomar la poción multijugos
—dijo Harry acomodándose en las almohadas—. Espero que sepa
mejor que esta bazofia…
Luna soltó una risita.
Algunos voltearon a mirarla con curiosidad.
—Es una palabra graciosa
—dijo la rubia.
—¿Cuál? —le preguntó Ron.
—Bazofia —contestó y
volvió a reír. Ron la miró y también rió, pero con confusión.
—¿Con cosas de gente de Slytherin
dentro? Estás de broma —observó Ron.
Draco, Theo y Blaise
hicieron una mueca de fastidio.
—¡Yo fui una Slytherin!
—dijo Andrómeda un poco ofendida.
—Sí, pero tú eres una
Slytherin diferente —dijo Sirius, para que su prima favorita no se enojara,
porque cuando una Black se enojaba era el fin del mundo, y él lo sabía
perfectamente porque también era un Black.
Andrómeda le sonrió de
medio lado a su primo.
En aquel momento, se abrió de golpe la
puerta de la enfermería. Sucios y empapados, entraron para ver a Harry los
demás jugadores del equipo de Gryffindor.
—Estábamos dispuesto a
armar una gran fiesta —dijo Angelina.
—Sí porque cuando uno de
nosotros está en la enfermería… —empezó Fred.
—… y no puede disfrutar
de la fiesta, entonces la fiesta se traslada a la enfermería —continuó George.
McGonagall se alarmó.
—La enfermería no es un
lugar correcto para hacer fiestas —los regañó la profesora de Transformaciones.
—Pero era para animar a
Harry —se defendieron los gemelos Weasley.
—Aun así —dijo
McGonagall.
—Un vuelo increíble, Harry —le dijo
George—. Acabo de ver a Marcus Flint gritando a Malfoy algo parecido a que
tenía la snitch encima de la cabeza y no se daba
cuenta. Malfoy no parecía muy contento.
Draco se sonrojó al
recordar ese episodio de su vida. Se sentía avergonzado porque si se hubiera
dedicado a buscar a snitch en vez de
estar molestando a Harry la hubiera cogido primero.
—Qué vergüenza, Draco —le
susurró Lucius.
Draco giró la cabeza y lo
miró con frialdad.
Habían llevado pasteles, dulces y
botellas de zumo de calabaza; se situaron alrededor de la cama de Harry, y ya
estaban preparando lo que prometía ser una fiesta estupenda, cuando se acercó
la señora Pomfrey gritando:
—¡Este chico necesita descansar, tiene
que recomponer treinta y tres huesos! ¡Fuera! ¡FUERA!
—Eso es lo correcto —dijo
McGonagall.
—Aguafiestas —susurraron
los gemelos Weasley.
Y dejaron solo a Harry, sin nadie que
lo distrajera de los horribles dolores de su brazo inerte.
—Creo que en esas
circunstancias la señora Pomfrey debió dejar por lo menos al señor Weasley y a
la señora Granger —dijo Dumbledore.
«Señora»,
esa palabra todavía se les aún muy raro a Harry y Ron cuando era combinado con
el nombre de su mejor amiga, y era mucho más raro cuando acompañaba el señora con el apellido Lupin. Esperaban
acostumbrarse pronto. Y no era que no les gustara Lupin como esposo de su
amiga, es más creían que era el mejor hombre que le había podido tocar, y
estaban agradecidos con Lupin por haberlo hecho feliz, aunque sea por muy poco
tiempo.
Horas después, Harry despertó
sobresaltado en una total oscuridad, dando un breve grito de dolor: sentía como
si tuviera el brazo lleno de grandes astillas. Por un instante pensó que era
aquello lo que le había despertado. Pero luego se dio cuenta, con horror, de
que alguien, en la oscuridad, le estaba poniendo una esponja en la frente.
—¿Quién era? —preguntó
Alice.
—Seguramente era la
señora Pomfrey —respondió Molly, esperando que Harry asintiera, pero esto no lo
hizo.
—¡Fuera! —gritó, y luego, al reconocer
al intruso, exclamó—: ¡Dobby!
—¿El elfo? —dijo Ojoloco
extrañado—. ¿Qué hacia ese elfo ahí? —murmuró con sospecha.
Los ojos del tamaño de pelotas de tenis
del elfo doméstico miraban desorbitados a Harry a través de la oscuridad. Una
sola lágrima le bajaba por la nariz larga y afilada.
—Harry Potter ha vuelto al colegio
—susurró triste—. Dobby avisó y avisó a Harry Potter. ¡Ah, señor!, ¿por qué no
hizo caso a Dobby? ¿Por qué no volvió a casa Harry Potter cuando perdió el
tren?
—Porque no soportaba a mi
hermana —dijo Lily—, y porque es un necia igual que su padre —agregó.
—Yo no soy un necio —se
defendió James.
—Podría nombrarse todas
las veces que has sido un necio —le dijo su novia, y el aludido se quedo
callado.
Harry se incorporó con gran esfuerzo y
tiró al suelo la esponja de Dobby.
—¿Qué hace aquí? —dijo—. ¿Y cómo sabe
que perdí el tren? (Una buena pregunta, volvió a
murmurar Ojoloco) —A Dobby le tembló un labio, y a Harry lo acometió una
repentina sospecha—. ¡Fue usted! —dijo despacio—. ¡Usted impidió que la barrera
nos dejara pasar!
—Eso explicaría porque la
barrera estaba bloqueada —dijo Ted.
—Sí, señor, claro —dijo Dobby, moviendo
vigorosamente la cabeza de arriba abajo y agitando las orejas—. Dobby se ocultó
y vigiló a Harry y selló la verja, y Dobby tuvo que quemarse después las manos
con la plancha. —Enseñó a Harry diez largos dedos vendados (Algunos sintieron lastima de la pobre criatura. Pero la
que sintió más pena sin duda era Hermione, que hasta tuvo que contener sus
lágrimas, por el pobre de Dobby)—. Pero a Dobby no le importó, señor,
porque pensaba que Harry Potter estaba a salvo, ¡pero no se le ocurrió que
Harry Potter pudiera llegar al colegio por otro medio!
—Pobrecito Dobby —sollozó
Hermione.
Harry y Ron también
sintieron nostalgia al recordar al elfo que tan bueno era. Por otra parte Remus
que escucho el sollozo de la chica, la tomo de la mano para reconfortarla,
Hermione se sorprendió al sentir el contacto del licántropo, levanto la cabeza
y lo miró a los ojos, a esos ojos miel que tanta tranquilidad le daban, Hermione
le sonrió y él le apretó ligeramente la mano. Pero pasados unos segundos se
fueron soltando lentamente.
Se balanceaba hacia delante y hacia
atrás, agitando su fea cabeza.
—¡Dobby se llevó semejante disgusto
cuando se enteró de que Harry Potter estaba en Hogwarts, que se le quemó la
cena de su señor! Dobby nunca había recibido tales azotes, señor…
Draco sintió lástima por
su ex elfo. El rubio aun recordaba como su padre había azotado a Dobby esa vez.
Hermione miró con enojo a
Lucius Malfoy, pero este sonrió con malicia.
Harry se desplomó de nuevo sobre las
almohadas.
—Casi consigue que nos expulsen a Ron y
a mí —dijo Harry con dureza—. Lo mejor es que se vaya antes de que mis huesos
vuelvan a crecer, Dobby, o podría estrangularle.
—¡Eres un malagradecido,
Harry Potter!, el pobre elfo se plancha los dedos y lo azotan por ti, y tú lo
amenazas con estrangularlo —rugió Padma Patil, mirando seria al chico.
—Estaba adolorido y
enojado, pero no iba a hacerlo, nunca haría algo así —se defendió el pelinegro.
—Lo que Harry dice es
cierto —apoyó Hermione—, él nunca lastimaría a nadie —Ron, Ginny, Luna y
Neville asintieron antes las palabras de su amiga.
—Gracias —murmuró Harry a
la castaña, esta asintió.
Dobby sonrió levemente.
—Dobby está acostumbrado a las
amenazas, señor. Dobby las recibe en casa cinco veces al día.
Draco bajo la cabeza
avergonzado porque él a veces había sido el que amenazaba a Dobby.
Se sonó la nariz con una esquina del
sucio almohadón que llevaba puesto; su aspecto era tan patético que Harry sintió
que se le pasaba el enojo, aunque no quería.
—¿Por qué lleva puesto eso, Dobby? —le
preguntó con curiosidad.
—Porque es un esclavo
—respondió Hermione con indignación y amargura.
—¿Esto, señor? —preguntó Dobby,
pellizcándose el almohadón—. Es un símbolo de la esclavitud del elfo doméstico,
señor. A Dobby sólo podrán liberarlo sus dueños un día si le dan alguna prenda.
La familia tiene mucho cuidado de no pasarle a Dobby ni siquiera un calcetín (Harry sonrió recordando
cuando ayudo a liberar a Dobby de sus amos), porque entonces podría
dejar la casa para siempre. —Dobby se secó los ojos saltones y dijo de
repente—: ¡Harry Potter debe volver a casa! Dobby creía que su bludger
bastaría para hacerle…
—¡Fue él! —exclamaron los
merodeadores.
—Lo sabía —dijo Moody.
—Y ustedes —dijo Zabini
señalando a los merodeadores—, nos echaban la culpa de algo que éramos
completamente inocente.
—Está bien, Zabini, todos
sentimos haberlos acusado —se disculpó Lupin al ver que sus amigos no lo
harían.
—¿Su bludger?
—dijo Harry, volviendo a enfurecerse—. ¿Qué quiere decir con «su bludger»?
¿Usted es el culpable de que esa bola intentara matarme?
—¡No, matarle no, señor, nunca! (Pues no lo parece, murmuró James) —dijo Dobby,
asustado—. ¡Dobby quiere salvarle la vida a Harry Potter! ¡Mejor ser enviado de
vuelta a casa, gravemente herido, que permanecer aquí, señor! ¡Dobby sólo
quería ocasionar a Harry Potter el daño suficiente para que lo enviaran a casa!
—Vaya, que amable manera
de hacer que captaras el mensaje —ironizaron los gemelos Prewett.
—Ah, ¿eso es todo? —dijo Harry
irritado—. Me imagino que no querrá decirme por qué quería enviarme de vuelta a
casa hecho pedazos.
—Y seguramente hubiera
sido un gran detalle que metiera tus pedazos en cajas de chocolate y enviarte a
casa —ironizó Fred, pero Remus y Hermione se horrorizaron al pensar que
metieran pedazos de Harry en cajas de chocolate.
—Aunque tal vez ese
detalle le hubiera gustado mucho a tus tíos, así que mejor desechemos esa idea
—siguió George.
—¡Ah, sí Harry Potter supiera…! —gimió
Dobby, mientras le caían más lágrimas en el viejo almohadón—. ¡Si supiera lo
que significa para nosotros, los parias, los esclavizados, la escoria del mundo
mágico…! Dobby recuerda cómo era todo cuando El-que-no-debe-nombrarse estaba en
la cima del poder, señor. ¡A nosotros los elfos domésticos se nos trataba como
a alimañas, señor! (Hermione al escuchar eso,
decidió poner más empeño en el P.E.D.D.O. cuando regrese a su tiempo) Desde
luego, así es como aún tratan a Dobby, señor —admitió, secándose el rostro en
el almohadón—. Pero, señor, en lo principal la vida ha mejorado para los de mi
especie desde que usted derrotó al Que-no-debe-ser-nombrado (No había mejorado, los elfos domésticos seguían siendo
maltratados, sin considerar que ellos también tienen sentimientos, dijo
Hermione. A lo que Remus y muchos otros sintieron admiración por la humanidad
de la chica). Harry Potter sobrevivió, y cayó el poder del Señor
Tenebroso, surgiendo un nuevo amanecer, señor, y Harry Potter brilló como un
faro de esperanza para los que creíamos que nunca terminarían los días oscuros,
señor… (Creo que esas palabras hacían sentir mucha
presión a un niño de doce años, comentó Molly) Y ahora, en Hogwarts, van
a ocurrir cosas terribles, tal vez están ocurriendo ya, y Dobby no puede
consentir que Harry Potter permanezca aquí ahora que la historia va a
repetirse, ahora que la Cámara de los Secretos ha vuelto a abrirse…
Hagrid se estremeció al
recordar el momento en que fue acusado injustamente.
—¿Ha vuelto a abrirse?
¿Cuándo fue la primera? —preguntó Ted.
—Hace más de cincuenta
años —contestaron a la vez Harry y Hagrid.
Todos asintieron ante la
respuesta.
Dobby se quedó inmóvil, aterrorizado, y
luego cogió la jarra de agua de la mesilla de Harry y se dio con ella en la
cabeza, cayendo al suelo. Un segundo después reapareció trepando por la cama,
bizqueando y murmurando:
—Dobby malo, Dobby muy malo…
—¿Así que es cierto que hay una Cámara
de los Secretos? —murmuró Harry—. Y… ¿dice que se había abierto en anteriores
ocasiones? ¡Hable, Dobby! —Sujetó la huesuda muñeca del elfo a tiempo de
impedir que volviera a coger la jarra del agua—. Además, yo no soy de familia muggle.
¿Por qué va a suponer la cámara un peligro para mí?
Ginny miró de reojo a
Harry, ella nunca se hubiera podido perdonarse si a su novio le hubiera pasado
algo malo por su culpa.
—Ah, señor, no me haga más preguntas,
no pregunte más al pobre Dobby —tartamudeó el elfo. Los ojos le brillaban en la
oscuridad—. Se están planeando acontecimientos terribles en este lugar, pero
Harry Potter no debe encontrarse aquí cuando se lleven a cabo. Váyase a casa,
Harry Potter. Váyase, porque no debe verse involucrado, es demasiado peligroso…
—No podía irme y dejarlos
a todos a su suerte —dijo Harry, pensando en voz alta. Todos lo miraban con
admiración por su valentía y su bondad—. ¿Qué? —preguntó al notar que todos lo
miraban.
—Nada —respondió su madre
con orgullo.
—Sí, nada San Potter —se burló Draco. Y Harry lo
miró con confusión por el apodo.
—¿Quién es, Dobby? —le preguntó Harry,
manteniéndolo firmemente sujeto por la muñeca para impedirle que volviera a
golpearse con la jarra del agua—. ¿Quién la ha abierto? ¿Quién la abrió la
última vez?
—Eso mismo me preguntó yo
—dijo Moody con su típico tono arisco.
—La misma persona
—murmuró Harry.
—¡Dobby no puede hablar, señor, no
puede, Dobby no debe hablar! —chilló el elfo—. ¡Váyase a casa, Harry Potter,
váyase a casa!
—¡No me voy a ir a ningún lado! —dijo
Harry con dureza—. ¡Mi mejor amiga es de familia muggle,
y su vida está en peligro si es verdad que la cámara ha sido abierta!
—Oh, muchas gracias,
Harry —dijo Hermione a la vez que miraba a Harry como una hermana mira a su
hermano. Con ternura.
—¡Harry Potter arriesga su propia vida
por sus amigos! —gimió Dobby, en una especie de éxtasis de tristeza—. ¡Es tan
noble, tan valiente…! (Yo diría que es
extremadamente noble y valiente, pensó McGonagall sin quitar su vista del
chico) Pero tiene que salvarse, tiene que hacerlo, Harry Potter no
puede…
Dobby se quedó inmóvil de repente, y
temblaron sus orejas de murciélago. Harry también lo oyó: eran pasos que se
acercaban por el corredor.
—¡Dobby tiene que irse! —musitó el
elfo, aterrorizado.
—Aun no entiendo porque
los elfos hablan de sí mismo en tercera persona —dijo Ron.
—Ni yo —dijo Neville.
Se oyó un fuerte ruido, y el puño de
Harry se cerró en el aire. Se echó de nuevo en la cama, con los ojos fijos en
la puerta de la enfermería, mientras los pasos se acercaban.
Dumbledore entró en el dormitorio,
vestido con un camisón largo de lana y un gorro de dormir (Sirius no pudo evitar reír un poco por la descripción,
pero se calló cuando Remus le dio un golpe en las costillas). Acarreaba
un extremo de lo que parecía una estatua. La profesora McGonagall apareció un
segundo después, sosteniendo los pies. Entre uno y otra, dejaron la estatua
sobre una cama.
—Para que pondrían una
estatua en una cama —preguntó Sirius con curiosidad.
—No es una estatua, en
realidad es un petrificado más —respondió Corner.
—Oh —susurró Alice—.
¿Quién fue ahora? —preguntó.
—Ahora lo sabrá, señora
Longbottom —respondió Corner.
—Traiga a la señora Pomfrey —susurró
Dumbledore, y la profesora McGonagall desapareció a toda prisa pasando junto a
los pies de la cama de Harry. Harry estaba inmóvil, haciéndose el dormido (Esa es la mejor táctica para descubrir cosas, dijo
Sirius). Oyó voces apremiantes, y la profesora McGonagall volvió a
aparecer, seguida por la señora Pomfrey, que se estaba poniendo un jersey sobre
el camisón de dormir. Harry la oyó tomar aire bruscamente.
—¿Qué ha ocurrido? —preguntó la señora
Pomfrey a Dumbledore en un susurro, inclinándose sobre la estatua.
—Otra agresión —explicó Dumbledore—.
Minerva lo ha encontrado en las escaleras.
—¡Por Merlín! —dijo
Molly.
—Que horrible debe ser
encontrarse con alguien en ese estado —dijo Andrómeda.
—Tenía a su lado un racimo de uvas
—dijo la profesora McGonagall—. Suponemos que intentaba llegar hasta aquí para
visitar a Potter.
—Es ese niño, Colin,
¿cierto? —preguntó Lily, y Harry asintió.
A Harry le dio un vuelco el corazón.
Lentamente y con cuidado, se alzó unos centímetros para poder ver la estatua
que había sobre la cama. Un rayo de luna le caía sobre el rostro.
Era Colin Creevey. Tenía los ojos muy
abiertos y sus manos sujetaban la cámara de fotos encima del pecho.
—Ese Colin, no dejaba la
cámara ni para dormir —dijeron los gemelos Weasley para animar a Harry, puesto
que este estaba cabizbajo.
—Sí, pero gracias a esa
cámara fue que se salvó —comentó Hermione.
—Pero si esta
petrificado, no se salvó —dijo James pensativamente.
—¿Petrificado? —susurró la señora
Pomfrey.
—Sí —dijo la profesora McGonagall—.
Pero me estremezco al pensar… Si Albus no hubiera bajado por chocolate
caliente, quién sabe lo que podría haber…
—Eso es injusto —dijo
Sirius.
—¿El qué? —le preguntó
Remus.
—Que Dumbledore si pueda
salir de noche y a nosotros nos descuentan puntos por hacer lo mismo —respondió
el animago.
—¡Ay, Sirius! Nunca
cambiaras —dijo Remus negando con la cabeza.
Los tres miraban a Colin. Dumbledore se
inclinó y desprendió la cámara de fotos de las manos rígidas de Colin.
—¿Cree que pudo sacar una foto a su
atacante? —le preguntó la profesora McGonagall con expectación.
Dumbledore no respondió. Abrió la
cámara.
—Espero que ese muchacho
haya podido sacar una foto, sería muy útil —dijo Moody.
—¡Por favor! —exclamó la señora
Pomfrey.
Un chorro de vapor salió de la cámara.
A Harry, que se encontraba tres camas más allá, le llegó el olor agrio del
plástico quemado.
—¡Diablos! —dijeron los
Prewett.
—Derretido —dijo asombrada la señora
Pomfrey—. Todo derretido…
—¿Qué significa esto, Albus? —preguntó
apremiante la profesora McGonagall.
—Significa que la Cámara
de los Secretos ha sido abierta —respondió Moody con seriedad.
—Significa —contestó Dumbledore— que es
verdad que han abierto de nuevo la Cámara de los Secretos.
La señora Pomfrey se llevó una mano a
la boca. La profesora McGonagall miró a Dumbledore fijamente.
—Pero, Albus…, ¿quién…?
—La cuestión no es quién
—dijo Dumbledore, mirando a Colin—; la cuestión es cómo
(Tal vez
usaron magia oscura, susurró Susan). Y a juzgar por lo que Harry pudo
vislumbrar de la expresión sombría de la profesora McGonagall, ella no lo
comprendía mejor que él.
—Aquí termina el capítulo
—dijo Corner al ver que todos lo miraban para que continuara.
—Bien, gracias, señor Corner
—dijo Dumbledore.
—Yo quisiera leer,
profesor Dumbledore —dijo Angelina Johnson antes de que el director preguntara
quien sería el siguiente en leer.
—Muy bien, señorita
Johnson —dijo el director y el segundo libro llego a manos de la morena.
—¿Por qué quieres leer?
—le preguntó George.
—Obviamente porque todos están ansiosos por saber de la Cámara
—respondió Angelina, cambiando de página.
Estuvo bueno el capitulo,es muy genial el partido de quiditch,pobre harry,gracias por actualizar tan pronto,me siento como una adicta, todos los dias veo la pagina para saber si actualizaste y cuando lo haces soy muy feliz, gracias cuidate y espero que puedas actualizar pronto
ResponderEliminarHola, Denisse
EliminarMuchas gracias por comentar, me alegra que te haya gustado el capítulo. Dentro de unos días subiré el siguiente capítulo
Saludos y tú también cuídate =)
Muy buen capítulo, me gustó mucho y me causaron gracia las reacciones de varios cuando Lockhart le saca los huesos a Harry.
ResponderEliminarEstoy intrigada, realmente intrigada por lo que va a suceder de ahora en más, tengo muchas dudas. Espero que puedas actualizar pronto, antes de que yo me coma todas las uñas jajajajaja.
Un beso, AuLingWood.
Hola, alwoodsnap1
EliminarMe alegra que te haya gustado el capítulo, y muchas gracias por comentar
Besos
Hola! Aquí comentando como fiel seguidora c: , cada vez mas me gusta esta historia, hahaha (principio) Sirius chismoso hehe, me pregunto como lo tomara Remus al final al saber que esta casado con Hermione y que el hijo de ella, es el de el. Muero por ese momento, pero tengo una duda a esa parte de la historia la modificaras o como harás, sea cual sea la respuesta, aquí tus seguidores y yo te apoyaremos, c: .
ResponderEliminarNos vemos en la siguiente actualización cx
Hola, Midori
EliminarGracias por comentar =) Y sobre como se tomara Remus el saber que esta casado con Hermione, déjame adelantarte que lo sorprenderá y lo asustara al comienzo
Besos
Hola¡¡
ResponderEliminarHahaha mori cuando Lily regaña a Oliver, pobre ya no sabia ni que hacer jajaja, woow no me esperaba una actualización tan rapída aunque me tarde en comentar, porfa sigue, es uno de los mejores Fanfics que he leído. :D
Hola, Cecci
EliminarHace mucho que no sabía de ti, que bueno que vuelvas a pasarte por mi blog >.<
Pero antes que nada, gracias por comentar, y no te preocupes no voy abandonar el fic
Besos
hola!!. hace tiempo que leo tu novela y no tuve la valentía suficiente de decirte hasta hoy que en verdad me encanta como escribes y que creo que hacen una linda y tierna pareja Remus y Hermione y que en verdad espero que sigas escribiendo como lo haces hasta ahora....
ResponderEliminarbesos, Haven
Hola, Hoven
EliminarGracias por dejar tu primer comentario. Bienvenida a mi blog, espero que los capítulos siguientes también te agraden =)
Saludos
Por fis actualiza pronto estoy muy ansiosa por saber que pasara en el proximo capitulo, escribes genial
ResponderEliminarHola nuevamente Denisse
EliminarMas tarde o mañana actualizo