sábado, 27 de septiembre de 2014

Más Visitantes

—Les queremos hacer unas preguntas —les dijeron los gemelos al unisonó a los merodeadores, que enseguida pararon de hablar para centrarse en tan peculiar hermanos.
—¿Qué nos quieren preguntar? —habló Lupin, el más centrado del grupo.
—¿Ustedes son los merodeadores? —preguntaron a la vez, muy directamente.
Los merodeadores se quedaron en silencio.
—¿Qué les hace pensar eso? —preguntó Sirius, pero con una sonrisa que fingía inocencia.
—Los sobrenombres con que se llaman… —empezó Fred.
—… sí, Cornamenta, Lunático y Canuto —George siguió hablando, pero cada vez que mencionaba el sobrenombre miraba al chico al que le pertenecía ese sobrenombre—, esos sobrenombres solo lo usaban los merodeadores, y nosotros lo sabemos puesto que seguimos cada una de sus enseñanzas…
—… y de sus maravillosas bromas —dijeron los dos a la vez con tono solemne.
Los merodeadores sonrieron.
—Así, que ahora respondan, ¿son o no los merodeadores? —volvieron a preguntar con anhelo.
Lily miraba a los gemelos confusa.
—Niños, que hacen ahí, espero y no estén molestando —los regaño Molly.
—Descuida, Molly, no molestan —contestó Sirius con una sonrisa pícara.
—Y sí le dijéramos que somos los merodeadores, ¿Qué pasaría? —preguntó James.
—Pues primero eso sería increíble —dijo George.
—Y segundo los alabaríamos por inventar tan buenas bromas e inspirarnos a nosotros a hacerlas y les… —Fred no pudo continuar porque una voz lo interrumpió.
—¿En serio admiran tanto a los merodeadores? —esa era la voz de Lily, pero estaba verdaderamente sorprendida.
—No interrumpas pelirroja, no ves que este es nuestro momento —se quejó Sirius.
Lily lo miró seria.
—Oye, Canuto, no le hables así a mi novia —lo regañó James.
Sirius solo hizo una mueca y dijo un leve:
—Lo siento pelirroja.
Para luego centrar su vista en los gemelos, que los miraban a los tres amigos expectantes.
—Sí, nosotros somos los merodeadores —contestó Remus calmadamente, pero con una sonrisa ladeada.
—Por supuesto que lo somos —dijeron James y Sirius, pero a ellos se les formo una sonrisa arrogante en sus labios.
—¡AAHHH! ¡LO SABÍAMOS!, ¡LO SABÍAMOS!, ¡LO SABÍAMOS! —los gemelos no dejaban de gritar.
—¿Qué les pasa? —preguntaron Molly y Arthur Weasley.
Percy negó con la cabeza al ver el escándalo que hacían sus hermanos, pero no pudo evitar sonreír ligeramente, mientras que Bill y Charlie reían, puesto que parecía como si Fred nunca hubiera muerto, les parecía estar como en los viejos tiempos.
—¡ELLOS SON LOS MERODEADORES! —dijeron, más bien gritaron los gemelos, señalando a James, Sirius y Remus—. Ahora… ¡DENNOS SUS AUTOGRAFOS! —exigieron a los merodeadores.
Fred hizo aparecer un pergamino, mientras que George hizo aparecer una pluma y el tintero. Para luego ponerlo frente a las caras de los merodeadores.
—Claro —respondió Sirius, y cogió la pluma, la mojo en el tintero y empezó a firmar en el pergamino, bajo la mirada incrédula de Lily y Molly.
McGonagall solo negaba con la cabeza, mientras Dumbledore sonreía. Los Malfoy al ver semejante ridiculez —según sus propias palabras— se fueron a su dormitorio, al igual que Snape, que antes de dirigirse a su habitación murmuro un «imbéciles».
Luego de que Sirius terminara de firmar, le paso el pergamino a James, y luego este se lo paso a Remus. Los gemelos no podían estar más felices, puesto que después tendrían entre sus manos el pergamino con las firmas de los merodeadores en sus manos.
—Aquí tienen —dijo Remus entregándoles el pergamino a los gemelos—, aunque falta la firma del cuarto merodeador.
—Es cierto también falta la firma de Colagusano —recordó Sirius.
Los gemelos hicieron una mueca de disgusto, que no paso de desapercibida para Lily.
—No gracias —dijo Fred con retintín.
—Con la firma de ustedes tres nos basta y nos sobra —apoyó George, con el mismo tono de hablar de su hermano.
—Pero, ¿Por qué? —preguntó James con curiosidad—, Colagusano también es parte del grupo.
—Lamentablemente —susurraron los gemelos.
—¿Qué dijeron? —preguntó Remus.
—Nada, nada —ambos se encogieron de hombros.
Los merodeadores no podían entender la actitud de los gemelos para con su amigo.
Hay algo extraño en todo esto, pensaron los merodeadores, sin saber que los tres habían pensado lo mismo.
—Bueno, ahora que ya consiguieron sus autógrafos, ¿Qué piensan hacer con él? —preguntó Bill, para calmar la tensión que se había formado en el ambiente.
Los gemelos volvieron a sonreír.
—Lo vamos a enmarca y… —dijo Fred, para luego mirarse con su gemelo.
—… ¡LO COLGAREMOS EN SORTILEGIOS WEALEY! —gritaron emocionados.
—Sí, tendrá que ser en un lugar visible… —empezó George.
—… para que todo el que entre lo vea —termino Fred.
—¿Qué es eso de «Sortilegios Weasley»? —preguntó Molly.
—Eh…, es una clave que tenemos entre nosotros… —dijo Fred.
—… para hablar de ciertas cosas —terminó George.
Ambos mintieron al recordar que su madre los regañaba cuando se enteró de que vendían sus inventos con el nombre de Sortilegios Weasley.
Molly miró a los gemelos, no parecía convencida con la explicación dada, así que ahora miró a sus otros hijos, que se hicieron los desentendidos.
—Ya déjalos, Molly —intervino Arthur Weasley—, ¿acaso piensas que te están engañando? —Molly no contestó nada—, yo creo que solo son cosas de muchachos —los gemelos le sonrieron a su padre—. Mejor vamos para que ya duermas, de seguro que estarás cansada.
Molly asintió, y luego de que ella y Arthur le dieran las buenas noches a sus hijos se retiraron a su habitación.
—Gracias —agradecieron los gemelos a sus hermanos.
—No nos agradezcan tanto, porque la próxima vez que mamá pregunte sobre «Sortilegios Weasley» les diré la verdad —dijo Percy.
—No lo creo hermanito —dijo George.
—Porque si se lo dices, entonces mamá a ti también te regañara porque te quedaste callado la primera vez que preguntó —dijo Fred, con una sonrisa en los labios.
—Yo… —en ese momento Percy no sabía que responder así que solo los miró para luego decir—: buenas noches a todos —y se retiró sin soltar ninguno de sus regaños, como hubiera hecho en otro momento, pero no cabe duda que la guerra lo había cambiado, y ver a sus hermanos otra vez juntos, lo reconfortaba.
Ya en su habitación Percy no pudo evitar soltar una carcajada, prácticamente lo habían chantajeado, pero aun así no se sentía enojado, al contrario, se sentía como en casa, como antes de haber abandonado a su familia y antes de la guerra.
—Bueno nosotros también nos retiramos —dijeron los gemelos.
—¡Un momento! —dijeron los gemelos Prewett—. A nosotros no nos van a ocultar de qué se trata eso de «Sortilegios Weasley» —agregó Fabian.
—Nosotros no nos enojaremos, por lo que sea eso, así como su madre si se enterara —dijo Gideon.
—Vamos, que esperan respondan —exigieron.
Bill y Charlie se fueron sin decir nada, para que a ellos no les acosen con otras preguntas, porque ahora que conocían a sus tíos se daban cuenta de que eran muy insistentes.
—Bueno —comenzó Fred—, son 7 libros, ¿no? —preguntó, y sus tíos asintieron.
—Eso quiere decir que es un libro por cada año en Hogwarts —razonó George, pensativo.
—Bien, que más —urgió Gideon.
—Eso quiere decir que no les diremos nada… —empezó Fred.
—… esperen hasta que comience a leer el cuarto libro ahí es la primera vez que lo mencionamos, ¿te acuerdas, Fred? —su gemelo asintió, sonriendo.
—Eso quiere decir que no dirán nada —preguntaron sorprendidos.
—Lo único que diremos es que… —dijo George.
—… se trata de bromas —agregó Fred.
—Buenas noches —se despidieron los gemelos Weasley, para luego salir prácticamente corriendo de ahí, pero sin olvidar su pergamino.
—Algo se traen ellos —dijo Fabian.
—Sí, que nos estarán ocultando nuestros sobrinitos —apoyó Gideon.
—No deberían de preocuparse, si dicen que saldrá en el cuarto libro, entonces eso quiere decir que no es nada malo, solo que no se quieren adelantar a contar nada —habló Lily que había estado atenta a la plática de los gemelos con sus tíos.
—Tal vez tengas razón —dijeron a la vez los gemelos Prewett a Lily.
Los Prewett se quedaron unos minutos en silencio, metidos cada uno en sus pensamientos. Pero luego ambos se miraron y sonrieron, parecían como si con una sola mirada se hubieran transmitido sus pensamientos.
—Buenas noches —dijeron al unisonó. Y mientras se dirigían a su habitación murmuraron «tal vez sea eso».
Luego de que todos las demás personas se retiraran a sus habitaciones, en la estancia solo quedaron los merodeadores y Lily. La pelirroja sin querer bostezo, se sentía cansada y eso que no era tan tarde.
—Estás casada, Lily —afirmo James ahora al ver a su novia dando otro bostezo, ¿quieres que te acompañe a tu habitación? —preguntó amablemente.
—No. No es necesario —contestó la pelirroja—, creo que ustedes tres quieren hablar, lo veo en sus rostros, así que mejor los dejo solos. Buenas noches —se despidió de todos, pero a James le dio un ligero beso en los labios.
James no dejo de mirar a su novia, hasta que esta entro a su habitación.
—Bueno, lo que yo quería proponer es que deberíamos de averiguar porque… —empezó a hablar Sirius.
—… porque los gemelos sienten cierta aprensión hacia Peter —terminó Remus.
—Sí, yo también me pregunta porque será que no les gusta Colagusano —comentó James.
—Tal vez… —susurró Remus—, Peter les hizo algo en su futuro.
James y Sirius no contestaron, cada uno pensando posibles problemas que su inseguro amigo les hubiera tenido con los gemelos.
—¿En serio, Lunático? —preguntó Sirius, con una nota de diversión—, estamos hablando de Colagusano, él nunca se metería en problemas de no haberse juntado con nosotros.
—Claro, Sirius tiene razón —estuvo de acuerdo el pelinegro—, yo creo que Colagusano nunca se metería en problemas si nosotros no lo integráramos en cada una de nuestras bromas.
—No creen que están subestimando a Peter —insistió Remus.
—Pero Lunático, tú sabes perfectamente que Colagusano, bueno… como decirlo de una manera que no suene tan mal… —dijo el ojigris.
—… no es tan hábil —concluyó James.
—¡Exacto! —exclamó Sirius.
Remus no estaba muy convencido con la deducción de sus amigos, y bueno si era cierto que Peter no era muy hábil que digamos, pero eso era completamente distinto a que Peter no pudiera hacerles algo a los gemelos, tal vez lo hizo sin querer y los gemelos se lo tomaron muy apecho, razonaba el licántropo.
Después de esa pequeña conversación los merodeadores se fueron a sus respectivas habitaciones, porque al otro día se levantarían temprano para seguir con la lectura. Y claro a los que más les costaría levantarse temprano seria a sus dos amigos.

***

En 1998 – Época Actual

McGonagall se encontraba en su despacho revisando algunos documentos, cuando de pronto unos pequeños golpes en la puerta la distrajeron.
—Adelante —dijo la ex profesora de Transformaciones.
Al abrirse la puerta se vio la silueta de una mujer de cabellos negros, ojos verdes y con el uniforme de Slytherin y tras ella se encontraba un chico alto corpulento de cabello extremadamente rubio —casi blanco— de ojos grises y también vestía el uniforme de Slytherin pulcramente. Ambos con pasos elegantes entraron al despacho y cerraron la puerta.
Eran Pansy Parkinson y Draco Malfoy.
—Buenos días, directora —saludaron al unisonó.
—Buenos días —respondió el saludo la directora.
La directora les indico con la mano que tomaran asiento, así lo hicieron los Slytherin’s. Pero pasaban los minutos y la directora no les decía nada, es más solo ni los miraba, porque McGonagall tenía la vista perdida en los documentos que estaba revisando.
Draco ya no soportar más la espera decidió hablar.
—Directora, ¿qué es lo que estamos esperando?, porque hace un par de minutos que hemos llegado y no nos ha comunicado nada.
Pansy miró de soslayo a Draco y luego a McGonagall. Quien levanto la mirada de sus documentos.
—Estamos esperando al señor Longbottom.
—¿Longbottom? —dijo Pansy—, ¿para que esperamos a Longbottom?
—Esperemos a que llegue su compañero y se los explicaré —dijo McGonagall—. Ahora, dígame señor Malfoy ha tenido algún inconveniente con sus labores de permio anual.
—No —contestó firme el rubio, pero con el ceño ligeramente fruncido.
—Muy bien, ¿y cómo se lleva con la señora Lupin?
Draco hizo una mueca de disgusto al escuchar la pregunta de la directora, pero escuchar que ahora llamaban señora Lupin a su compañera de torre, lo hizo mostrar una ligera sonrisa, que la borro inmediatamente. Todo se hubiera imaginado, pero nunca que ella se terminara casando con su ex profesor.
Negó con la cabeza.
—Sí lo que quiere saber realmente es que si Lupin —menciono el apellido con un poco de burla—, y yo aún seguimos discutiendo o enfrentándonos en un duelo, déjeme decirle que eso quedo en el pasado, la guerra sirvió de algo, ¿no lo cree? Sería algo realmente estúpido seguir con tontas ideas sobre la pureza de la sangre después de todas las muertes que hubo por esa absurda idea —concluyó el rubio.
La directora estaba gratamente sorprendida con la nueva actitud del Slytherin. En verdad Draco Malfoy había madurado, mejor dicho todo lo que había pasado lo había hecho madurar y cambiar para bien. McGonagall miró de reojo el retrato de Dumbledore y este sonrió ligeramente.
Otros golpecitos en la puerta la distrajeron.
—Adelante —volvió a repetir la directora, pero ahora por la puerta paso un alumno de Griffyndor.
Era Neville Lomgbottom.
—Buenos días, directora. Lamento mucho la tardanza, pero es que tuve un pequeño percance —y ese pequeño percance era que se había encontrado con Hannah Abbott, esa chica le gustaba a Neville.
—No se preocupe, señor Longbottom, llega a tiempo.
Neville asintió, pero luego dirigió su mirada a los dos estudiantes de Slytherin.
—Malfoy, Parkinson —saludo por educación Neville.
—Longbottom —respondieron Draco y Pansy.
—Bien, tome asiento Neville —dijo la directora, haciendo aparecerse otra silla.
Luego de que este tomara asiento junto a los Slytherin, McGonagall empezó a hablar:
—Los mande a llamar para informales que dentro de unos minutos viajaran al pasado.
Los tres los miraron asombrados.
—Tan pronto —dijo Pansy—, creí que ese viaje que haríamos seria dentro de unos meses.
—Lamento informarle señorita Parkinson que eso no será posible, el viaje es ahora —sentencio la directora—, eso será lo mejor. Los cinco hijos mayores de los Weasley ya viajaron ayer —informó.
—Los cinco hijos mayores de los Weasley —dijo Neville sorprendido—. Pero directora, si anoche vi a Ron con Harry en la habitación, ¿Cómo es posible eso?
—Muy sencillo, señor Longbottom, el quinto hijo de los Weasley no es Ronald, me refiero al señor Fred Weasley.
Todos miraron a la directora como si le hubiera salido una segunda cabeza.
—Se volvió completamente loca —susurró Pansy, pero la aludida pudo escucharla.
—Estoy perfectamente cuerda, señorita Parkinson, y cuando digo que el señor Fred también hizo el viaje con sus demás hermanos, me refiero que a él lo traje del pasado, exactamente de hace seis meses, cuando aún estábamos en guerra, y por supuesto que lo traje antes de que sucediera su trágica muerte —los tres chicos estaban más sorprendidos aun—.Les comunico esto para que no vayan a cometer alguna imprudencia cuando lo vean.
Los tres asintieron.
Se quedaron unos minutos en silencio, asimilando todo lo que les dijo la directora. Pero luego Draco rompió el silencio.
—¿Pero que pasara con las clases?
¡Rayos!, soné como Lupin, se dijo el rubio.
—No se preocupe por eso ahora señor Malfoy, ahora lo importante es poder cambiar el futuro.
—Pero nadie se preguntara por nuestra ausencia —ahora fue Pansy la que preguntó.
—Ya tenemos la excusa perfecta, señorita Parkinson. Ahora por favor síganme —les pidió.
Los tres chicos la siguieron hasta llegar al séptimo piso donde se materializo la Sala de los Menesteres.
—¿Cómo es posible? —preguntó el rubio—, según sabía esta Sala se destruyó.
—Y así fue señor Malfoy, pero fue reconstruida, no le niego que fue difícil, pero logramos reconstruido. Por favor —les indicó con la mano para que pasaran.
Ya dentro la directora volvió a apuntar con su varita y pronuncio el hechizo para que se abriera el portal.
Los chicos vieron como una luz muy brillante, segadora, aparecía ante ellos.
—Vamos, es hora de partir —les informó McGonagall. Los tres chicos miraron el portal con un poco de aprensión. El primero en pasar fue Neville sacando su valentía Griffyndor, luego lo siguieron los Slytherin, pero antes de pasar el portal Pansy tomo la mano del rubio—, que tengan un buen viaje —dijo la directora, pero los chicos no llegaron a escuchar, puesto que ya estaba dentro del portal.
Cuando salieron del portal, la luz aún estaba, pero ya no tan brillante, y poco a poco se desvaneció.
Cuando la luz se desvaneció, y los chicos se acostumbraban a la luz de la Sala, pudieron divisar a varias personas conocidas.
Neville se quedó estático al reconocer a sus padres, mucho más jóvenes desde la última vez que los vio y sobretodo cuerdos. Otro que también se quedó estático fue Draco Malfoy, al ver a sus padres mucho más jóvenes, pero lo que más le sorprendió fue ver a su padre, puesto que la última vez que lo vio fue en el juicio donde lo sentenciaron a cadena perpetua en Azkaban. Volvió a mirar a su padre, ese aire aristocrático se le notaba a leguas, parecía más imponente que antes.
Los tres estaban tan sorprendidos, como las personas del pasado, que no les quitaban la vista de encima. La mirada de Lucius Malfoy se unió con la mirada de Draco, ambos orbes grises se contemplaban. Lucius sonrió orgulloso al ver que a ese chico rubio, que era su futuro hijo, y sobretodo que era un Slytherin. Lo único malo según Lucius fue que su hijo no le devolvió la sonrisa, pero luego no le dio importancia, puesto que el chico no se amedrento con su mirada.
Todo un Malfoy, pensó al ver el porte de Draco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario