Hermione cambió de página
al libro y leyó.
—“El error de tía Marge”.
Cuando Hermione termino
de leer el título, las risas de los gemelos Weasley, Ron, Ginny y Harry
inundaron la sala.
Hermione frunció
ligeramente el ceño.
—¿De qué se ríen?
—preguntó Ted.
—¿Y quién es tía Marge?
—preguntaron los merodeadores.
—Es la hermana de tío
Vernon —contestó Harry cuando dejo de reír.
—Mejor conocida como la
“Tía Globo” —dijo Ron aun riendo.
—No me parece gracioso,
Ronald —dijo una Hermione muy seria.
—Pues que falta del
sentido del humor, querida Hermione —le dijeron los gemelos Weasley.
Y antes de que Sirius empezara con sus
preguntas, Hermione empezó a leer.
Cuando Harry bajó a desayunar a la
mañana siguiente, se encontró a los tres Dursley ya sentados a la mesa de la
cocina. Veían la televisión en un aparato nuevo, un regalo que le habían hecho
a Dudley al volver a casa después de terminar el curso (Pues
si su inteligencia era igual a la de Crabbe y Goyle entonces es un gran logro
que terminara el curso, dijo para sorpresa de todos Draco. Y Harry, Ron y los
gemelos Weasley no pudieron evitar reír. “Ahora si me hiciste reír, hurón
albino”, le dijo Ron y Draco ni se inmuto por el apodo con que lo llamo el
pelirrojo), porque se había quejado a gritos del largo camino que tenía
que recorrer desde el frigorífico a la tele de la salita (Lily solo negó con la cabeza al imaginar a su futuro
sobrino). Dudley se había pasado la mayor parte del verano en la cocina,
con los ojos de cerdito fijos en la pantalla y sus cinco papadas temblando
mientras engullía sin parar.
—¿En verdad ese chico es
tu sobrino, Lily? —le preguntó a Alice a la pelirroja.
—Lamentablemente sí
—contestó Lily con un suspiro.
Harry se sentó entre Dudley y tío
Vernon, un hombre corpulento, robusto, que tenía el cuello corto y un enorme
bigote. Lejos de desearle a Harry un feliz cumpleaños, ninguno de los Dursley
dio muestra alguna de haberse percatado de que Harry acababa de entrar en la
cocina, pero él estaba demasiado acostumbrado para ofenderse (Los padres, padrino, Remus y amigos del ojiverde se
sintieron apenados y enojados por como lo trataban, pero ellos tenían la
esperanza de que todo eso cambiaria ahora que se enteraran de su futuro. Por
otra parte Snape, sintió algo que nunca pensó sentir por un Potter. Pena.
Puesto que él por lo menos tiene a su madre que lo trata mejor, pero a Harry
todos lo ignoran o lo regañan por todo). Se sirvió una tostada y miró al
presentador de televisión, que informaba sobre un recluso fugado.
El trío de oro, los
Weasley, Luna y todos los que conocían sobre ese “recluso fugado” evitaron
mirar a Sirius; puesto que no querían que el animago notara que algo pasaba con
él en ese tercer libro.
Pero Harry no pudo evitar
sentirse impotente, frustrado, enojado y apenado a la vez. Se trataba del
destino de su padrino y le dolía que Sirius al igual que sus padres hayan
tenido un injusto destino.
—Él sabrá sobrellevar
esto, míralo, es fuerte —susurró Ginny a Harry, tratando de levantarle el
ánimo.
Harry miró de reojo a su
padrino, sus ojos grises tenían una chispa de travesura, chispa que no tenía en
su adultez, y todo por su injusta condena. Harry apretó sus puños con ira, pero
luego vio a su padrino sonreír por algo que le había dicho su padre, así que
respiró hondo tratando de controlar su mal humor.
—Gracias por tus
palabras, Ginny —le susurró el ojiverde a su novia. Esta asintió y le regalo
una dulce sonrisa.
«Tenemos que advertir a los
telespectadores de que Black va armado y es muy peligroso (¿Black?, preguntó James con confusión. ¿Hablan de mí?,
preguntó un sorprendido Sirius. Nadie respondió, pero Remus se daba cuenta de
que algo raro pasaba, por las miradas que Hermione, Ron, Ginny y Luna le
dirigían a Harry y luego a Sirius, pero no se atrevió a preguntar que sucedía.
Y Lily al notar que nadie respondía, ella hablo: “No creo que se trate de ti,
Sirius. Las noticias están pasando en una televisión, un objeto muggle, o sea
son noticias muggles, y además ‘Black’ es un apellido común en el mundo
muggle”. Y esto gracias a Merlín logro tranquilizar al animago). Se ha
puesto a disposición del público un teléfono con línea directa para que
cualquiera que lo vea pueda denunciarlo.»
—No hace falta que nos digan que no es
un buen tipo —resopló tío Vernon echando un vistazo al fugitivo por encima del
periódico—. ¡Fijaos qué pinta, vago asqueroso! ¡Fijaos qué pelo!
—Por supuesto que no se
trata de mí —dijo Sirius con toda seguridad, y todos le prestaron atención—,
porque mi porte y elegancia son únicas —concluyó arrogantemente.
Todos rieron, pero Remus
que estaba atento a las reacciones del trío de oro y de los Weasley, se dio
cuenta que su sonrisas no le llegaba a los ojos, sobre todo a Harry.
Lanzó una mirada de asco hacia donde
estaba Harry, cuyo pelo desordenado había sido motivo de muchos enfados de tío
Vernon (Esa ballena de Vernon Dursley me las
pagara, se está burlando de mi hermoso cabello, porque Harry lo heredo de mí,
se quejó infantilmente James. A lo que Lily le sonrió y dijo: “A mí me gusta tu
cabello”. James sonrió satisfecho). Sin embargo, comparado con el hombre
de la televisión, cuya cara demacrada aparecía circundada por una revuelta
cabellera que le llegaba hasta los codos, Harry parecía muy bien arreglado.
Bueno, el trío de oro
tuvo que reconocer que la primera vez que vieron a Sirius de carne y hueso —y
no en fotografías— su aspecto si parecía de alguien realmente peligroso, nada
que ver con el Sirius del pasado que siempre andaba muy bien arreglado, con una
sonrisa arrogante y mirada traviesa y seductora a la vez.
Volvió a aparecer el presentador.
«El ministro de Agricultura y Pesca
anunciará hoy…
—¡Un momento! —ladró tío Vernon,
mirando furioso al presentador—. ¡No nos has dicho de dónde se ha escapado ese
enfermo! ¿Qué podemos hacer? ¡Ese lunático podría estar acercándose ahora mismo
por la calle!
Sin saber porque algo
dentro de Sirius hizo que se enfurezca ante esas palabras.
¿Por qué me molesta tanto
esas palabras, si no se refieren a mí?, se preguntaba el animago.
Tía Petunia, que era huesuda y tenía
cara de caballo, se dio la vuelta y escudriñó atentamente por la ventana de la
cocina. Harry sabía que a tía Petunia le habría encantado llamar a aquel
teléfono directo (Sin duda alguna, dijo Lily con un
suspiró cansino). Era la mujer más entrometida del mundo, y pasaba la
mayor parte del tiempo espiando a sus vecinos, que eran aburridísimos y muy
respetuosos con las normas.
—¡Aburridos! —exclamaron
los gemelos Prewett en son de queja.
—¡Cuándo aprenderán —dijo tío Vernon,
golpeando la mesa con su puño grande y amoratado— que la horca es la única
manera de tratar a esa gente!
—¡No puedes sancionar una
crueldad con otra crueldad! —comentó Luna abriendo un poco más sus ojos azules.
Aunque hay algunos que si
merecen la muerte, pensó George con tristeza y enojo a la vez al recordar la
muerte de su gemelo.
—Muy cierto —dijo tía Petunia, que
seguía espiando las judías verdes del vecino.
Tío Vernon apuró la taza de té, miró el
reloj y añadió:
—Tengo que marcharme. El tren de Marge
llega a las diez.
—¿Y qué tal es ella?
—preguntó Lily a su futuro hijo.
—Espero que sea mejor que
todos esos energúmenos con los que vives —dijo James.
Harry negó con la cabeza.
—Es la versión femenina
de tío Vernon —contestó el ojiverde.
Lily y James fruncieron
el ceño.
Harry, cuya cabeza seguía en la
habitación con el equipo de mantenimiento de escobas voladoras, volvió de golpe
a la realidad.
—¿Tía Marge? —barbotó—. No… no vendrá
aquí, ¿verdad?
—Por desgracia sí
—murmuró Harry, respondiendo la pregunta que el mismo había formulado años
atrás.
Tía Marge era la hermana de tío Vernon.
Aunque no era pariente consanguíneo de Harry (cuya madre era hermana de tía
Petunia), desde siempre lo habían obligado a llamarla «tía» (Lily tenía el ceño mucho más fruncido aun). Tía
Marge vivía en el campo, en una casa con un gran jardín donde criaba bulldogs.
No iba con frecuencia a Privet Drive porque no soportaba estar lejos de sus
queridos perros, pero sus visitas habían quedado vívidamente grabadas en la
mente de Harry.
—No creo que me guste
mucho lo que vendrá a continuación —dijo James.
—Estoy de acuerdo
contigo, Cornamenta —afirmó Sirius.
En la fiesta que celebró Dudley al
cumplir cinco años, tía Marge golpeó a Harry en las espinillas con el bastón
para impedir que ganara a Dudley en el juego de las estatuas musicales (Maldita mujer tramposa, dijeron los merodeadores).
Unos años después, por Navidad, apareció con un robot automático para Dudley y
una caja de galletas de perro para Harry (¡Es una
desgraciada!, exclamaron Lily y Molly a coro). En su última visita, el
año anterior a su ingreso en Hogwarts, Harry le había pisado una pata sin
querer a su perro favorito. Ripper persiguió
a Harry, obligándole a salir al jardín y a subirse a un árbol, y tía Marge no
había querido llamar al perro hasta pasada la medianoche. El recuerdo de aquel
incidente todavía hacía llorar a Dudley de la risa.
James y Sirius tenían la
mandíbula tensa, y Remus se encontraba visiblemente serio. Estaba tan serio que
Hermione tuvo un déjà vu, a ella le
recordó la vez que le dijo a Remus que se iba con Harry y Ron a la misión que
le había encargado Dumbledore, él no la quería dejar ir —y con razón porque
apenas tenían un mes de casados— pero luego Hermione lo convenció, le costó,
pero lo convenció.
Por otra parte Lily
estaba muy tensa, le parecía irreal que alguien tratara mal a un niño inocente,
porque lo que había ocurrido con el perro solo había sido un accidente.
Los demás que también se
encontraban en la sala, estaban conmocionados con lo terrible que podrían ser en
verdad esos muggles con un niño.
—Marge pasará aquí una semana —gruñó
tío Vernon—. Y ya que hablamos de esto —y señaló a Harry con un dedo
amenazador—, quiero dejar claras algunas cosas antes de ir a recogerla.
Dudley sonrió y apartó la vista de la
tele. Su entretenimiento favorito era contemplar a Harry cuando tío Vernon lo
reprendía.
—Tan bestia como el padre
—comentó Ernie, y todos estuvieron de acuerdo con el rubio.
—Primero —gruñó tío Vernon—, usarás un
lenguaje educado cuando te dirijas a tía Marge.
—De acuerdo —contestó Harry con
resentimiento—, si ella lo usa también conmigo.
—¡Así se habla! —lo
felicitaron los merodeadores, los gemelos Weasley y los gemelos Prewett.
McGonagall los escuchó,
pero no los regaño.
—Segundo —prosiguió el tío Vernon, como
si no hubiera oído la puntualización de Harry—: como Marge no sabe nada de tu
anormalidad, no quiero ninguna exhibición extraña mientras esté aquí.
Compórtate, ¿entendido?
—Me comportaré si ella se comporta
—contestó Harry apretando los dientes.
—El carácter de la
pelirroja sale a la vista —celebró Sirius.
Lily sonrió ligeramente.
—Y tercero —siguió tío Vernon, casi
cerrando los ojos pequeños y mezquinos, en medio de su rostro colorado—: le
hemos dicho a Marge que acudes al Centro de Seguridad San Bruto para
Delincuentes Juveniles Incurables.
—¿Qué? —gritó Harry.
—¡¿Qué?! —exclamaron los
merodeadores y Lily a la vez, que Hermione también hablaba.
—¿Cómo? —empezó
McGonagall totalmente seria—, tratar un colegio tan importante y con tanta
tradición como es Hogwarts con un… centro para delincuentes.
—Clama, Minerva —dijo
Dumbledore, también serio.
—Esa tía Marge merece una lección —dijo Sirius y los otros dos
merodeadores asintieron.
—Descuiden, Harry ya le
dio una muy buena —susurró Ron y Harry sonrió recordando a su tía inflada.
Hermione retomo la
lectura cuando todos se silenciaron.
—Y eso es lo que dirás tú también, si
no quieres tener problemas —soltó tío Vernon.
Harry permaneció sentado en su sitio,
con la cara blanca de ira, mirando a tío Vernon, casi incapaz de creer lo que
oía. Que tía Marge se presentase para pasar toda una semana era el peor regalo
de cumpleaños que los Dursley le habían hecho nunca, incluido el par de
calcetines viejos de tío Vernon.
A James se le estaba
acabando la paciencia, y solo esperaba el momento de terminar de leer los otros
cuatro libros restantes, para salir de la Sala de los Menesteres y del colegio,
para buscar a esos muggles y darles su merecido.
—Bueno, Petunia —dijo tío Vernon,
levantándose con dificultad—, me marcho a la estación. ¿Quieres venir; Dudders?
—No —respondió Dudley, que había vuelto
a fijarse en la tele en cuanto tío Vernon acabó de reprender a Harry
—Duddy tiene que ponerse elegante para
recibir a su tía —dijo tía Petunia alisando el espeso pelo rubio de Dudley—.
Mamá le ha comprado una preciosa pajarita nueva.
Fred y George rieron al
imaginar al gordo de Dudley con una pajarita en su escaso cuello.
Tío Vernon dio a Dudley una palmadita
en su hombro porcino.
—Vuelvo enseguida —dijo, y salió de la
cocina. Harry, que había quedado en una especie de trance causado por el
terror; tuvo de repente una idea. Dejó la tostada, se puso de pie rápidamente y
siguió a tío Vernon hasta la puerta.
Tío Vernon se ponía la chaqueta que
usaba para conducir:
—No te voy a llevar —gruñó, volviéndose
hacia Harry; que lo estaba mirando.
—Como si yo quisiera ir —repuso Harry (Muchos soltaron risitas ante la respuesta de Harry)—.
Quiero pedirte algo. —Tío Vernon lo miró con suspicacia—. A los de tercero, en
Hog… en mi colegio, a veces los dejan ir al pueblo.
—Creo saber lo que va
hacer —comentó Sirius a los otros dos merodeadores. Los cuales asintieron
también intuyendo los mismo que Sirius.
—¿Y qué? —le soltó tío Vernon, cogiendo
las llaves de un gancho que había junto a la puerta.
—Necesito que me firmes la autorización
—dijo Harry apresuradamente.
—No creo que haya sido un
buen momento para pedirle que te firmara la autorización —dijo Dean.
—¿Y por qué habría de hacerlo?
—preguntó tío Vernon con desdén.
—Bueno —repuso Harry, eligiendo
cuidadosamente las palabras—, será difícil simular ante tía Marge que voy a ese
Centro… ¿cómo se llamaba?
Muchos miraban a Harry
con asombro porque prácticamente estaba chantajeando a su tío.
—¡Centro de Seguridad San Bruto para
Delincuentes Juveniles Incurables! —bramó tío Vernon.
Y a Harry le encantó percibir una nota
de terror en la voz de tío Vernon.
—Ajá —dijo Harry mirando a tío Vernon a
la cara, tranquilo—. Es demasiado largo para recordarlo. Tendré que decirlo de
manera convincente, ¿no? ¿Qué pasaría si me equivocara?
—¡Merlín! Eres igual a tu
padre —dijo Lily con sorpresa.
Los Slytherin estaban
sorprendidos de la manera de actuar de Harry, porque claramente ese era un
chantaje, y en ese momento para nada le quedaba el apodo que le puso Draco de San Potter.
—Te lo haría recordar a golpes —rugió
tío Vernon, abalanzándose contra Harry con el puño en alto. Pero Harry no
retrocedió.
—Y nosotros le haríamos
comerse su propia lengua si se atreve a ponerle una mano encima —amenazaron los
merodeadores.
—Eso no le hará olvidar a tía Marge lo
que yo le haya dicho —dijo Harry en tono serio.
Tío Vernon se detuvo con el puño aún
levantado y el rostro desagradablemente amoratado.
—Pero si firmas la autorización, te
juro que recordaré el colegio al que se supone que voy, y que actuaré como un
mug… como una persona normal, y todo eso.
—Ese es un buen trato
—comentó Ted.
—Sí, pero no funciono
—susurró Harry.
Harry vio que tío Vernon meditaba lo
que le acababa de decir; aunque enseñaba los dientes, y le palpitaba la vena de
la sien.
—De acuerdo —atajó de manera brusca—,
te vigilaré muy atentamente durante la estancia de Marge. Si al final te has
sabido comportar y no has desmentido la historia, firmaré esa cochina
autorización.
—¿Y pudiste soportar a
esa odiosa mujer? —preguntó Frank.
A lo que Harry solo se
encogió de hombros.
—Yo no la hubiera
soportado ni diez minutos —comentó Lee Jordan.
Dio media vuelta, abrió la puerta de la
casa y la cerró con un golpe tan fuerte que se cayó uno de los cristales de
arriba.
Harry no volvió a la cocina. Regresó
por las escaleras a su habitación. Si tenía que obrar como un auténtico muggle,
mejor empezar en aquel momento. Muy despacio y con tristeza, fue recogiendo
todos los regalos y tarjetas de cumpleaños y los escondió debajo de la tabla
suelta, junto con sus deberes (Que poco le duro a
mi hijo la alegría de su cumpleaños, pensó Lily con pesar). Se dirigió a
la jaula de Hedwig.
Parecía que Errol se
había recuperado. Hedwig y
él estaban dormidos, con la cabeza bajo el ala. Suspiró. Los despertó con un
golpecito.
—Hedwig
—dijo un poco triste—, tendrás que desaparecer una semana.
Vete con Errol.
Ron cuidará de ti. Voy a escribirle una nota para darle una explicación. Y no
me mires así.
—Claro, una gran
explicación —ironizó Ron—. Querido Ron
—empezó a recitar—: Tía Marge, la hermana
del tío Vernon, vendrá a casa, y se quedara una semana completa; ella no sabe
que soy mago. Por lo tanto no puedo tener a Hedwig conmigo, por favor tú
cuídala por mí. Nos vemos en Kring Kross. Saludos Harry.
Harry se sonrojó.
—Un momento —dijo
Hermione quitando su mirada chocolate del libro, para mirar a su amigo
pelirrojo con sorpresa—, recuerdas la nota completa que te envió Harry hace
cinco años, pero no recuerdas todo lo que estudias para un examen y eso que es
de un día para otro.
Ahora fue el turno de Ron
para sonrojarse.
Los gemelos Weasley, los
gemelos Prewett junto con los merodeadores empezaron a reír ante lo dicho por
Hermione. McGonagall simplemente negó con la cabeza.
Cuando las risas cesaron,
Hermione nuevamente empezó a leer.
Hedwig lo
miraba con sus grandes ojos ambarinos, con reproche.
—No es culpa mía. No hay otra manera de
que me permitan visitar Hogsmeade con Ron y Hermione.
James iba a proponerle a
Harry que si no conseguía la firma de Vernon, podría usar el mapa del
merodeador para salir del castillo sin que nadie se dé cuenta, pero luego pensó
que seguramente Harry no conocía de la existencia del mapa, y por otra parte
tampoco quería que Minnie supiera de la existencia de su tan preciado mapa.
—Sí la hubo —susurraron
Ron y Hermione, esta última haciendo una pausa en la lectura.
Diez minutos más tarde, Errol
y Hedwig (ésta
con una nota para Ron atada a la pata) salieron por la ventana y volaron hasta
perderse de vista. Harry, muy triste, cogió la jaula y la escondió en el
armario.
Pero no tuvo mucho tiempo para
entristecerse. Enseguida tía Petunia le empezó a gritar para que bajara y se
preparase para recibir a la invitada.
—¡Péinate bien! —le dijo imperiosamente
tía Petunia en cuanto llegó al vestíbulo.
—¡Qué amable! —ironizaron
las hermanas Patil.
—Que ellos no entienden
que ese cabello no nació para ser peinado —dijo un sonriente Sirius.
Remus soltó una risita,
mientras que James miraba serio a sus dos amigos, pero luego el también rió.
—Tienes razón, Canuto
—dijo James, pasándose una mano por su cabello, desordenándoselo más—, el
cabello Potter no nació para ser peino, nació para volar libre como el viento
—agregó con un tono arrogante.
Todos sonrieron ante el
comentario de James —claro, menos Snape, y los esposos Malfoy— sobretodo Harry,
que no dejaba de sorprenderle la actitud tan inmadura, infantil y arrogante de
su padre.
—Es un poquito arrogante,
¿no? —le comentó Ron a Harry en un susurro.
—Un poquito nada más —le
respondió este también en el mismo tono—, yo creo que es muy arrogante —sonrió.
Harry no entendía por qué tenía que
aplastarse el pelo contra el cuero cabelludo. A tía Marge le encantaba
criticarle, así que cuanto menos se arreglara, más contenta estaría ella.
Molly frunció el ceño, no
conocía a esa mujer, pero le molestaba tanto que tratara mal a Harry, cuando a
simple vista se notaba que Harry era tan amable.
Oyó crujir la gravilla bajo las ruedas
del coche de tío Vernon. Luego, los golpes de las puertas del coche y pasos por
el camino del jardín.
—¡Abre la puerta! —susurró tía Petunia
a Harry.
—No es un elfo doméstico
—dijo Andrómeda con molestia.
Hermione hizo un gesto de
molestia, puesto que a ella no le gusta que los elfos sean tratados como
esclavos.
Harry abrió la puerta con un
sentimiento de pesadumbre.
En el umbral de la puerta estaba tía
Marge. Se parecía mucho a tío Vernon: era grande, robusta y tenía la cara
colorada. Incluso tenía bigote, aunque no tan poblado como el de tío Vernon (Todos se rieron ante la descripción de Marge. “Sin duda
una belleza de mujer”, comentó Sirius entre risas). En una mano llevaba
una maleta enorme; y debajo de la otra se hallaba un perro viejo y con malas
pulgas.
—Pues seguramente no
sería nada feliz al tener una dueña como esa
—comentó Sirius, pero con cierto retintín al mencionar a Marge.
—¿Dónde está mi Dudders? —rugió tía
Marge—. ¿Dónde está mi sobrinito querido?
Dudley se acercó andando como un pato,
con el pelo rubio totalmente pegado al gordo cráneo y una pajarita que apenas
se veía debajo de las múltiples papadas (Me hubiera
encantado verlo, comentó Remus con una sonrisa dibujada en su pálido rostro. Y
los otros dos merodeadores asintieron). Tía Marge tiró la maleta contra
el estómago de Harry (y le cortó la respiración) (Que
tal si yo te corto la respiración, mujer endemoniada, murmuró Lily con enojo),
estrechó a Dudley fuertemente con un solo brazo, y le plantó en la mejilla un
beso sonoro.
—Vaya, ¿pudo abrazar a tu
primo con un solo brazo? —preguntó Gideon.
Harry asintió.
—Sí que es enorme —dijo
Fabian con sorpresa.
Harry sabía bien que Dudley soportaba
los abrazos de tía Marge sólo porque le pagaba muy bien por ello, y con toda
seguridad, al separarse después del abrazo, Dudley encontraría un billete de
veinte libras en el interior de su manaza.
—¡Que familia! —dijo
Pansy, luego de un buen rato de no comentar nada.
—Y eso que tú no tuviste
que vivir con ellos —dijo Harry.
—¡Petunia! —gritó tía Marge pasando
junto a Harry sin mirarlo, como si fuera un perchero.
Tía Marge y tía Petunia se dieron un
beso, o más bien tía Marge golpeó con su prominente mandíbula el huesudo pómulo
de tía Petunia.
—Eso debió doler —dijo
Katie.
Entró tío Vernon sonriendo jovialmente
mientras cerraba la puerta.
—¿Un té, Marge? —preguntó—. ¿Y qué
tomará Ripper?
—Ripper sorberá
el té que se me derrame en el plato —dijo tía Marge (Todos
hicieron una mueca de asco, sobre todo los Slytherin. Y Narcissa no entendía
como esa mujer podía ser tan mal educada y desagradable) mientras
entraban todos en tropel en la cocina, dejando a Harry solo en el vestíbulo con
la maleta. Pero Harry no lo lamentó; cualquier cosa era mejor que estar con tía
Marge. Subió la maleta por las escaleras hasta la habitación de invitados lo
más despacio que pudo.
Cuando regresó a la cocina, a tía Marge
le habían servido té y pastel de frutas, y Ripper
lamía té en un rincón, haciendo mucho ruido. Harry notó que
tía Petunia se estremecía al ver a Ripper manchando
el suelo de té y babas. Tía Petunia odiaba a los animales.
—Odia a los animales
—dijo Charlie con un leve tono de molestia, pero luego sonrió—, pues entonces
alguien debería enseñarle las mascotas de Hagrid.
—Esa no es una mala idea,
Charlie —dijeron los merodeadores, para luego mirarse entre ellos y sonreír con
complicidad, como tramando algo.
—¿Has dejado a alguien al cuidado de
los otros perros, Marge? —inquirió tío Vernon.
—El coronel Fubster los cuida —dijo tía
Marge con voz de trueno—. Está jubilado. Le viene bien tener algo que hacer.
Pero no podría dejar al viejo y pobre Ripper.
¡Sufre tanto si no está conmigo…!
—¡Claro, quien no
sufriría sin tenerla a ella! —ironizaron los gemelos Prewett.
Ripper volvió
a gruñir cuando se sentó Harry. Tía Marge se fijó en él por primera vez.
—Conque todavía estás por aquí, ¿eh?
—bramó.
—Sí —respondió Harry.
—No digas sí en ese tono maleducado
—gruñó tía Marge (Es ella la que ha sido maleducada
con Harry desde que llego, dijo Alice)—. Demasiado bien te tratan Vernon
y Petunia teniéndote aquí con ellos. Yo en su lugar no lo hubiera hecho. Si te
hubieran abandonado a la puerta de mi casa te habría enviado directamente al
orfanato.
—Pues seguramente
hubieras estado mejor en un orfanato —dijo Ted.
—Pego no podía —comenzó a hablar Fleur, y Sirius la miraba
embelesado, lo bueno es que Bill no se dio cuenta de esto—, pogque había una gazón muy impogtante paga vivig con esos muggles.
—¿Qué razón? —preguntó
Lily.
Dumbledore estaba serio,
él sabía perfectamente cuál era esa razón.
—Ya sabrán la verdadera
razón por la que yo tuve que vivir en casa de tía Petunia, pero por ahora se
tendrán que quedar con la duda —respondió Harry.
Nadie dijo nada, así que
Hermione retomo la lectura.
Harry estuvo a punto de decir que
hubiera preferido un orfanato a vivir con los Dursley, pero se contuvo al
recordar la autorización para ir a Hogsmeade. Se le dibujó en la cara una
triste sonrisa.
—¡No pongas esa cara! —rugió tía
Marge—. Ya veo que no has mejorado desde la última vez que te vi. Esperaba que
el colegio te hubiera enseñado modales. —Tomó un largo sorbo de té, se limpió
el bigote (Y después dice que a mi hijo le falta
modales, dijo una Lily asqueada por la mujer) y preguntó—: ¿Adónde me
has dicho que lo enviáis, Vernon?
—Sí le dirían en verdad a
donde lo envían, le daría un para cardiaco —comentó Ted.
—Alguien debería
decírselo —dijo Sirius.
—Señor Black —lo regañó
McGonagall, con la boca fruncida.
—Lo siento, Minnie —se
disculpó el animago.
—Al colegio San Bruto —dijo con
prontitud tío Vernon—. Es una institución de primera categoría para casos
desesperados.
James gruñó con molestia.
—Bien —dijo tía Marge—. ¿Utilizan la
vara en San Bruto, chico? —dijo, orientando la boca hacia el otro lado de la
mesa.
—¿La vara? —preguntó
McGonagall—, ¿en qué clase de colegio usarían un método tan salvaje para educar
a los niños?
—Bueeenooo…
Tío Vernon asentía detrás de tía Marge.
—Sí —dijo Harry, y luego, pensando que
era mejor hacer las cosas bien, añadió—: sin parar.
—Excelente —dijo tía Marge—. No
comprendo esas ñoñerías de no pegar a los que se lo merecen. Una buena paliza
es lo que haría falta en el noventa y nueve por ciento de los casos. ¿Te han
sacudido con frecuencia?
—Ya lo creo —respondió Harry—,
muchísimas veces.
Lily estaba roja de la
ira.
Esa mujer es una maldita
desgraciada, pensaba Lily apretando sus puños.
—Bueno, si has tenido
muchas sacudidas, pero nada tenía que ver con tu educación mágica —dijo Alice.
Tía Marge arrugó el entrecejo.
—Sigue sin gustarme tu tono, muchacho.
Si puedes hablar tan tranquilamente de los azotes que te dan, es que no te
sacuden bastante fuerte. Petunia, yo en tu lugar escribiría. Explica con
claridad que con este chico admites la utilización de los métodos más
enérgicos.
—¡Esa maldita mujer!
—gruñó Lily—, cuando terminemos con los libros tendrá su merecido —prometió.
—Yo creo que ya lo tuvo
—susurró Ron, sonriendo ligeramente.
—Por supuesto, Lily
—afirmó James.
Tal vez a tío Vernon le preocupara que
Harry pudiera olvidar el trato que acababan de hacer; de cualquier forma,
cambió abruptamente de tema:
—¿Has oído las noticias esta mañana,
Marge? ¿Qué te parece lo de ese preso que ha escapado?
—¿Ese preso va a seguir
apareciendo en el resto del libro? —preguntó James.
—¿Por qué lo preguntas?
—dijo Harry.
—Solo curiosidad
—respondió James.
Harry asintió, pero no
dijo nada más.
Aparecerá hasta el final
y el resto de los libros, respondió Harry mentalmente.
Con tía Marge en casa, Harry empezaba a
echar de menos la vida en el número 4 de Privet Drive tal como era antes de su
aparición. Tío Vernon y tía Petunia solían preferir que Harry se perdiera de
vista, cosa que ponía a Harry la mar de contento. Tía Marge, por el contrario,
quería tener a Harry continuamente vigilado, para poder lanzar sugerencias
encaminadas a mejorar su comportamiento. A ella le encantaba comparar a Harry
con Dudley, y le producía un placer especial entregarle a éste regalos caros
mientras fulminaba a Harry con la mirada, como si quisiera que Harry se
atreviera a preguntar por qué no le daba nada a él (Nunca
se me paso por la cabeza preguntarle porque no me regalaba nada a mí. Siempre
supe que yo no le agradaba, dijo Harry encogiéndose de hombros). No
dejaba de lanzar indirectas sobre los defectos de Harry.
Esa muggle es tan
desagradable como mi padre, pensaba Snape con amargura.
—Harry no tiene defectos
—comentó Ginny, y Harry le sonrió como respuesta.
—No debes culparte por cómo ha salido
el chico, Vernon —dijo el tercer día, a la hora de la comida—. Si está podrido
por dentro, no hay nada que hacer.
—La única podrida es ella
—dijo Molly.
Harry intentaba pensar en la comida,
pero le temblaban las manos y el rostro le ardía de ira.
«Tengo que recordar la autorización,
tengo que pensar en Hogsmeade, no debo decir nada, no debo levantarme.»
—Yo no hubiera soportado
—dijo Sirius.
Tía Marge alargó el brazo para coger la
copa de vino.
—Es una de las normas básicas de la
crianza, se ve claramente en los perros: de tal palo, tal astilla.
James, Lily, Sirius y
Remus fruncieron el ceño.
—Un mal comentario —dijo
Frank—, tal vez Harry soporte que hable mal de él, pero no de James y Lily.
En aquel momento estalló la copa de
vino que tía Marge tenía en la mano. En todas direcciones salieron volando
fragmentos de cristal, y tía Marge parpadeó y farfulló algo. De su cara grande
y encarnada caían gotas de vino.
—Magia accidental —dedujo
Remus.
Harry asintió.
—Sin duda alguna —susurró
Moody.
—¡Marge! —chilló tía Petunia—. ¡Marge!,
¿te encuentras bien?
—No te preocupes —gruñó tía Marge
secándose la cara con la servilleta—. Debo de haber apretado la copa demasiado
fuerte. Me pasó lo mismo el otro día, en casa del coronel Fubster. No tiene
importancia, Petunia, es que cojo las cosas con demasiada fuerza…
—Por lo menos la gorda no
se dio cuenta de nada —dijeron los gemelos Weasley.
Pero tanto tía Petunia como tío Vernon
miraban a Harry suspicazmente, de forma que éste decidió quedarse sin tomar el
pudín y levantarse de la mesa lo antes posible.
Se apoyó en la pared del vestíbulo,
respirando hondo. Hacía mucho tiempo que no perdía el control de aquella
manera, haciendo estallar algo. No podía permitirse que aquello se repitiera.
La autorización para ir a Hogsmeade no era lo único que estaba en juego… Si
continuaba así, tendría problemas con el Ministerio de Magia.
—Sí, claro y sobretodo
con ese gran ministro —dijo Lee.
—No es más que un cobarde
—le siguieron los gemelos Weasley.
Harry era todavía un brujo menor de
edad y tenía prohibido por la legislación del mundo mágico hacer magia fuera
del colegio. Su expediente no estaba completamente limpio. El verano anterior
le habían enviado una amonestación oficial en la que se decía claramente que si
el Ministerio volvía a tener constancia de que se empleaba la magia en Privet
Drive, expulsarían a Harry del colegio.
—No creo que por algo tan
insignificante lo expulsen —dijo Sirius.
No por eso, pero casi me
expulsan cuando me enfrente a un dementor, recordó Harry.
Oyó a los Dursley levantarse de la mesa
y se apresuró a desaparecer escaleras arriba.
Harry soportó los tres días siguientes
obligándose a pensar en el Manual de
mantenimiento de la escoba voladora cada
vez que tía Marge se metía con él (Parece que el
regalo de Hermione le sirvió, comentó Remus. Harry asintió y Hermione se
sonrojó, pero lo hizo porque se encontró con la mirada de Remus). El
truco funcionó bastante bien, aunque debía de darle aspecto de atontado y tía
Marge había empezado a decir que era subnormal.
—Subnormales son ellos
—comentó Susan.
Por fin llegó la última noche que había
de pasar tía Marge en la casa (¡Gracias a Merlín!,
exclamó Molly). Tía Petunia preparó una cena por todo lo alto y tío
Vernon descorchó varias botellas de vino. Tomaron la sopa y el salmón sin hacer
ninguna referencia a los defectos de Harry (¡Que
milagro!, comentó Seamus); durante el pastel de merengue de limón, tío
Vernon aburrió a todos con un largo discurso sobre Grunnings, la empresa de
taladros para la que trabajaba (Fred y George
bufaron); luego tía Petunia preparó café y tío Vernon sacó una botella
de brandy.
—Lo bueno es que no se
han metido contigo —le dijo dulcemente Lily a su hijo.
—No todavía —susurró l
ojiverde.
—¿Puedo tentarte, Marge?
Tía Marge había bebido ya bastante
vino. Su rostro grande estaba muy colorado.
—Sólo un poquito —dijo con una
sonrisita—. Bueno, un poquito más… un poco más… ya vale.
—Pagece que tiene pgoblemas
con el alcohol —comentó una asqueada Fleur.
Dudley se comía su cuarta ración de
pastel. Tía Petunia sorbía el café con el dedo meñique estirado (Esos asquerosos muggles sí que se merecen la maldición
asesina, pensaba Lucius con asco). Harry habría querido subir a su
habitación, pero tropezó con los ojos pequeños e iracundos de tío Vernon y supo
que debía quedarse allí.
—He ahí al culpable
—comentó Ron.
—¿El culpable de qué?
—preguntó Lily.
—Pues… de… eh… ah…
—empezó a balbucear el pelirrojo.
Hermione decidió ayudar a
su amigo y siguió con la lectura.
—¡Aaah! —dijo tía Marge lamiéndose los
labios y dejando la copa vacía en la mesa—. Una comilona estupenda, Petunia.
Por las noches me contento con cualquier frito. Con doce perros que cuidar…
—Eructó a sus anchas y se dio una palmada en la voluminosa barriga—. Perdón (Esa muggle es un verdadero asco, comentó Narcissa
escandalizada). Pero me gusta ver a un buen mozo —prosiguió guiñándole
el ojo a Dudley (¿Ese buen mozo?, se mofó Sirius)—.
Serás un hombre de buen tamaño, Dudders, como tu padre. Sí, tomaré una gota más
de brandy, Vernon… En cuanto a éste…
Señaló a Harry con la cabeza. El
muchacho sintió que se le encogía el estómago.
Lily y Molly fruncieron
el ceño.
—Y ahí va de nuevo —dijo
Alice.
«El manual», pensó con rapidez.
—Éste no tiene buena planta, ha salido
pequeñajo (Todos los Potter son así, pero a partir
de los catorce empiezan a desarrollar, comentó Sirius. James asintió).
Pasa también con los perros. El año pasado tuve que pedirle al coronel Fubster
que asfixiara a uno, porque era raquítico. Débil. De mala raza.
—¿Está tratando de decir
que debería de deshacerse de los niños que no son perfecto, según ella? —dijo
una horrorizada Molly.
—Esa mujer es peor de lo
que me imaginaba —dijo Lily con enojo.
Harry intentó recordar la página 12 de
su libro: «Encantamiento para los que van al revés.»
—Como decía el otro día, todo se
hereda. La mala sangre prevalece (¿Perdón?, dijo
Lily. Y James rugió: ¿Qué quiere decir con eso?). No digo nada contra tu
familia, Petunia. —Con su mano de pala dio una palmadita sobre la mano huesuda
de tía Petunia—. Pero tu hermana era la oveja negra (James
y Severus apretaron la mandíbula con fuerza, ambos estaban verdaderamente
enojados). Siempre hay alguna, hasta en las mejores familias. Y se
escapó con un gandul. Aquí tenemos el resultado.
—¿Me llamo gandul? —preguntó
James con ira—. Yo no soy ningún gandul.
—Claro que no lo eres —confirmó
Lily tomándolo de la mano, eso pareció tranquilizar un poco al pelinegro.
Harry miraba su plato, sintiendo un
extraño zumbido en los oídos. «Sujétese la escoba por el palo.» No podía
recordar cómo seguía. La voz de tía Marge parecía perforar su cabeza como un
taladro de tío Vernon.
—Eso va acabar mal —gruñó
Moody.
—Ese Potter —dijo tía Marge en voz
alta, cogiendo la botella de brandy y vertiendo más en su copa y en el mantel—,
nunca me dijisteis a qué se dedicaba.
—Que no se atreva a meterse
con Cornamenta o con la pelirroja número 1 —rugió Sirius, pero Lily lo miró
desconcertado por lo de “pelirroja número 1”—, la pelirroja número 2, es ella —dijo
de manera más amable, señalando a Ginny.
—Pues parece que si lo va
hacer —dijo Remus con enojo.
Tío Vernon y tía Petunia estaban
completamente tensos. Incluso Dudley había retirado los ojos del pastel y
miraba a sus padres boquiabierto.
—No… no trabajaba —dijo tío Vernon,
mirando a Harry de reojo—. Estaba parado.
—Por supuesto que no
trabajaba, en esa época todavía estaba estudiando —dijo James con impotencia y
enojo a la vez.
—Claro, la carrera de
auror conlleva muchos años —dijo Remus.
—¡Lo que me imaginaba! —comentó tía
Marge echándose un buen trago de brandy y limpiándose la barbilla con la
manga—. Un inútil, un vago y un gorrón que…
—¿Quién se cree esa
ballena para hablar así de mi James? —rugió
Lily.
Cuando James escuchó esa
forma tan posesiva de hablar de Lily, hizo que se relajara un poco.
Hermione comprendía perfectamente
el enojo de Lily, puesto que esa era su misma reacción cuando alguien se refería
a Remus de una forma tan despectiva. Sí hasta una vez estuvo a punto de golpear
a Pansy Parkinson porque se refirió a Remus como: “Maldito licántropo”, “bestia”
y “engendro”.
—No era nada de eso —interrumpió Harry
de repente. Todos se callaron. Harry temblaba de arriba abajo. Nunca había
estado tan enfadado.
—¡Eso es cachorro! —lo
alabó Sirius.
—¡MÁS BRANDY! —gritó tío Vernon, que se
había puesto pálido. Vació la botella en la copa de tía Marge—. Tú, chico
—gruñó a Harry—, vete a la cama.
—No, Vernon —dijo entre hipidos tía
Marge, levantando una mano. Fijó en los de Harry sus ojos pequeños y
enrojecidos—. Sigue, muchacho, sigue. Conque estás orgulloso de tus padres,
¿eh? Van y se matan en un accidente de coche… borrachos, me imagino…
—¡NOSOTROS NO MORIMOS EN
UN ACCIDENTE DE COCHE, MALDITA BALLENA! —gritó Lily, roja de la furia.
—Calma, Lily —dijo James abrazándola
por la cintura.
—Además parece que la
borracha es otra —comentó Luna.
—No murieron en ningún accidente de
coche —repuso Harry, que sin darse cuenta se había levantado.
—¡Murieron en un accidente de coche,
sucio embustero, y te dejaron para que fueras una carga para tus decentes y
trabajadores tíos! —gritó tía Marge, inflándose de ira—. Eres un niño
insolente, desagradecido y…
—Ahora viene lo bueno —susurró
Fred a su gemelo, y este asintió.
—¡AHORA SI VOY A MATAR A
ESA MALDITA MUJER! —volvió a gritar Lily.
—Canuto, Lunático —dijo James
en tono serio, estos al instante le prestaron atención—, apenas terminemos de
leer los libros, vamos a ir al mundo muggle y buscaremos a esa mujer y…
—… y le haremos la pero
broma —siguió Sirius.
—Peor de la que le hacíamos
a Snape —agregó Remus, con una sonrisita desconocida para Hermione. Puesto que
era una sonrisa entre burlona, sarcástica y un poco vengativa.
Hermione parpadeo varias
veces, y mejor decidió seguir leyendo.
Pero tía Marge se cortó en seco. Por un
momento fue como si le faltasen las palabras. Se hinchaba con una ira
indescriptible… (¿Cómo?, preguntaron los gemelos
Prewett. Pero se luego se distrajeron viendo las sonrisas en las caras de Fred,
George y Ron) Pero la hinchazón no se detenía. Su gran cara encarnada
comenzó a aumentar de tamaño. Se le agrandaron los pequeños ojos y la boca se
le estiró tanto que no podía hablar. Al cabo de un instante, saltaron varios
botones de su chaqueta de mezclilla y golpearon en las paredes… Se inflaba como
un globo monstruoso. El estómago se expandió y reventó la cintura de la falda
de mezclilla. Los dedos se le pusieron como morcillas…
—¿Pero cómo? —cuestionó
Frank.
Pero en ese momento ni
los gemelos Weasley, ni Ron y los gemelos Prewett pudieron evitar reír.
—Es por eso que al
comienzo la llamaron la “Tía Globo” —recordó Remus.
James, Sirius, Remus, los
demás Weasley, los del futuro y para sorpresa de todos Lily empezaron a reír, sí
hasta Hermione tenía una sonrisita en sus labios.
—¡Bien hecho, Harry! —los
felicitaron todos, sobre todo los merodeadores.
Luego de varios minutos
las risas cesaron y Hermione pudo volver a leer.
—¡MARGE! —gritaron a la vez tío Vernon
y tía Petunia, cuando el cuerpo de tía Marge comenzó a elevarse de la silla
hacia el techo (Más risas se escucharon).
Estaba completamente redonda, como un inmenso globo con ojos de cerdito.
Ascendía emitiendo leves ruidos como de estallidos. Ripper
entró en la habitación ladrando sin parar.
—¡Estamos muy orgullosos
de ti, Harry! —dijeron los merodeadores; James y Sirius fingían secarse una lágrima
imaginaria.
—¡NOOOOOOO!
Tío Vernon cogió a Marge por un pie y
trató de bajarla, pero faltó poco para que se elevara también con ella. Un
instante después, Ripper dio
un salto y hundió los colmillos en la pierna de tío Vernon.
—Esto cada vez se está
poniendo mejor —comentó Sirius, y Lily asintió.
—Se lo merece —dijo Lily.
Dumbledore y McGonagall
se sorprendieron por la actitud de la pelirroja.
Harry salió corriendo del comedor,
antes de que nadie lo pudiera detener; y se dirigió al armario que había debajo
de las escaleras. Por arte de magia, la puerta del armario se abrió de golpe
cuando llegó ante ella (Sorprendente, dijo Ted).
En unos segundos arrastró el baúl hasta la puerta de la casa. Subió las
escaleras rápidamente, se echó bajo la cama, levantó la tabla suelta y sacó la
funda de almohada llena de libros y regalos de cumpleaños. Salió de debajo de
la cama, cogió la jaula vacía de Hedwig,
bajó las escaleras corriendo y llegó al baúl en el instante en que tío Vernon
salía del comedor con la pernera del pantalón hecha jirones.
—¡VEN AQUÍ! —bramó—. ¡REGRESA Y ARREGLA
LO QUE HAS HECHO!
—Aunque pudiera hacerlo,
no creo que lo haga —dijo Gideon.
—¿O lo hiciste? —preguntó
Fabian, pero Harry negó con la cabeza.
—¡Genial! —exclamaron los
gemelos Prewett a coro.
Pero una rabia imprudente se había
apoderado de Harry. Abrió el baúl de una patada, sacó la varita y apuntó con
ella a tío Vernon.
—Tía Marge se lo merecía —dijo Harry
jadeando—. Se merecía lo que le ha pasado. No te acerques.
—Y nuevamente el carácter
de Lily combinado con el de Cornamenta se hace presente —comentó Sirius.
Tentó a sus espaldas buscando el
tirador de la puerta.
—Me voy —añadió—. Ya he tenido
bastante.
Momentos después arrastraba el pesado
baúl, con la jaula de Hedwig debajo
del brazo, por la oscura y silenciosa calle.
—¿Y qué más, castaña? —preguntó
un impaciente Sirius.
Hermione frunció el ceño,
y respondió.
—Aquí termina el capítulo.
—Pues alguien debería seguir
leyendo —dijo Terry Boot.
—Yo leeré —dijo Draco con
una sonrisita de suficiencia. Lucius lo miró con seriedad, pero este lo ignoró olímpicamente.
Se acercó hasta Hermione y tomo el libro, pero cuando lo tomo roso de casualidad
la mano de la castaña, la miró y le guiñó un ojo, Hermione se sonrojó levemente,
pero Remus se había percatado de ese rose de manos, de giño de ojo del rubio y
sobre todo que Hermione se había sonrojado. Él frunció el ceño con enojo—. Aunque
he de decirte, Potter —Harry miró al rubio con interrogación—, ya que habías inflado
a tu tía, y tenías amenazado a tu tío, lo siguiente que podrías haber obligado
a tu tío para que firmara la autorización.
—El hurón tiene razón —dijeron
los gemelos Weasley.
Draco sonrió, y los
gemelos Weasley lo miraron —¿desde cuándo Draco Malfoy sonreía cuando lo
insultaban?— Pero lo que ellos no sabían, es que el rubio no sonreía por el
motivo que ellos creían, él sonreía porque rosarle la mano a Hermione lo había hecho
adrede. El rubio no era tonto y desde hace mucho se había dado cuenta que a Remus
le gustaba su futura esposa, y como la serpiente viperina que era, él tenía que
soltar de vez en cuanto su veneno, aunque en este caso solo uso un poco de sus
encantos, podría decirse.
Draco regreso a su sitio,
se sentó y cambio de hoja. Pero antes de empezar a leer levantó la vista del libro
y se dio cuenta de que Remus lo miraba con seriedad, a lo que él sonrió con
arrogancia, para luego volver su vista al libro.
Remus apretó los puños
con ira por debajo de la mesa.
—¿Te sucede algo, Lunático?
—le preguntó James y este negó con la cabeza.
Entre ellos no hay nada,
y nunca lo abra —se repetía Remus— él es un sangre puro y Hermione es una hija
de muggles, además esta casada.
Draco se aclaró la garganta para empezar a leer.
Que malo es Draco... x'DD Mira que meter más leña al fuego... x'DDDD
ResponderEliminarMe encantó. Todo!!!
Ya quiero que aparezca Siriuuuuus y Remuuuus x)
X cierto, q rápido actualizaste... o-o ^.^ (opinión personal claro)
Me ha encantado!!! Estoy muy ansiosa ya quiero leer más espero que la sigas pronto y sigue asi que es muy bueno. No veo la hora de que sepan que sirius estuvo en askaban y que remus dio clases en hogwarts... nos vemos en la próxima actualización! :)
ResponderEliminarOo me encantó lo que hizo draco, esta haciendo que se junten y además de tirar veneno como toda buena serpiente, pobre remus y además hermione se sonroja.me gusto mucho el capitulo, gracias por actualizar, nos leemos pronto
ResponderEliminarHola, muy buenos los últimos capítulos =9 me encanta este libro
ResponderEliminarTambién me gusta este Draco, es más bueno pero siguie siendo malo jajajajaja
Espero que sigas pronto
Hola! Mil disculpas por no poder comentado el capitulo anterior :'c , pero he de decirte que este capitulo (y sus intervenciones) fue muy interesante, sobre todo lo ultimo. Que gran táctica la de Draco, pero a Astoria ¿no le molesta eso? Bueno nos vemos en el siguiente capitulo, te prometo que ahí si estaré c:
ResponderEliminarBesos x3
ya no se cuantas veces me e leído el capitulo, estuvo muy bueno y el final fue genial, ojala puedas actualizar pronto, en el próximo capitulo se sabrá que sirius es el prófugo, va a ser muy buena esa parte, quiero saber cual sera la reacción de sirius cuando se enteres y como lo trataran james y remus y que dirá harry para que no se forme un problema, quiero saber como va a seguir avanzando la relación entre hermione y remus.
ResponderEliminarme gusta tu fic, estoy esperando impacientemente por el siguiente capitulo, por favor actualiza pronto
ResponderEliminarbesos
Porfa actualiza pronto, extraño la historia, todos los dias reviso si haz actualizado, la historia está genial además el próximo capítulo va a ser muy bueno ya estoy esperando saber como van a reaccionar todos cuando sepan que sirius estuvo preso por matar a trece personas
ResponderEliminarjajajajajaja. Draco utilizando sus encantos y veneno desde tiempos inmemorables. jajajaja tal vez asi Remus habrá los ojos.
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