1998 – Época actual
—¿Pero
qué estás haciendo? —preguntó la nueva directora de Hogwarts a su mejor alumna.
La
chica volteó a ver a la mujer que estaba detrás de ella.
—Empacó
mis cosas —dijo la castaña, moviendo la varita, para que sus cosas se metieran
en su bosa de cuenta.
—Pues
de eso me doy cuenta. Pero ¿para qué? ¿Adónde piensas ir? —le preguntó la mujer
mayor.
—Al
pasado —respondió la castaña.
—¡Acaso
te has vuelto loca, Hermione Lupin! —dijo la directora seriamente.
—No,
directora, ¿por qué lo pregunta?
McGonagall,
miró seriamente a Hermione.
—Porque
solo hace unas horas acabas de salir de San Mungo. Aun no puedes estar de un
lado a otro, ¿o es que quieres perder a tu bebé? —preguntó la directora.
A
Hermione se le llenaron los ojos de lágrimas, y llevo sus manos a su abultado
vientre.
—No
quiero perder a mi bebé, él o ella es lo único que me queda de Remus —las
lágrimas ya se habían desbordados de los ojos color chocolate de la chica.
La
directora de acercó a Hermione y puso una mano sobre su hombro. Hermione la
miró.
—Toma
—dijo McGonagall, dándole un pañuelo para que se seque sus lágrimas, la chica
lo tomo.
—No
quiero perderlo —susurró.
—Entonces,
se razonable —dijo McGonagall.
—Pero…
—Se
razonable —repitió la directora.
—Lo
extraño, y yo solo quiero verlo una vez más aunque no le diga la verdad.
—Lo
sé, lo sé —dijo McGonagall, dirigiéndola hasta la amplia cama, para que se
siente—, y lo verás, pero aún no. No estás bien.
—Yo
estoy bien, lo que pone mal es no estar a su lado, quiero escuchar su voz.
—Sé
cómo te sientes… —empezó la directora, pero Hermione la interrumpió.
—No,
no sabe cómo me siento, profesora, usted no lo sabe, no sabe lo que se siente
perder un esposo, para luego de unos días enterarse de que esperas un hijo
suyo, y no poder compartirlo con él porque ya no está en este mundo —las
lágrimas volvieron a resbalar por sus mejillas.
—Está
bien, tal vez no comprenda el dolor que sientes —aceptó la directora—, pero no
por eso vas a actuar a lo loco.
Hermione
seco sus lágrimas con el pañuelo.
—Por
favor, profesora —rogó la chica.
—Lo
siento, Hermione, pero no puedo darte la autorización —miró con pena a la
chica—. Ahora recuéstate en la cama, y descansa, dentro de un rato yo
personalmente te traeré tu comida.
Y tras
decir esto último, la directora salió de la habitación de la castaña.
Hermione
vio salir de su habitación a McGonagall, luego se acomodó mejor en su cama, las
lágrimas seguían resbalando por sus mejillas.
—Remus
—susurró Hermione, mirando su anillo de compromiso y de boda—. Te extraño
demasiado.
Respiró
profundamente.
—No te
preocupes, hijo mío, ya verás que vamos a convencer a la profesora McGongall,
para que nos deje viajar al pasado —decía la chica dando suaves masajes a su
vientre—. Porque tú quieres conocer a papá, ¿verdad? —el bebé se movió en su
vientre, y Hermione sonrió, con lágrimas en sus ojos—, sí, estaba segura de que
quieres conocerlo —el bebé volvió a moverse.
Crookshanks que estaba
acurrucado en un pequeño sofá, miraba fijamente a su ama, pero Hermione no se
percató de esto. El pequeño gato color jengibre bajo del sofá, camino hasta la
cama de su ama, y de un solo salto subió a la cama, para luego acurrucarse al
lado de sus ama.
—Crookshanks —dijo una sorprendida
castaña, que no había sentido al gato subirse a su cama, por estar metida en
sus pensamientos—. Tú también me quieres acompañar al pasado, ¿no es cierto?
—Hermione acariciaba a su gato detrás de las orejas.
El
gato miró a su ama, como afirmando.
La
castaña sonrió, pero sus ojos chocolates tenían una mirada de tristeza.
—Remus
—volvió a susurrar la chica—, aún recuerdo cuando te vi por primera vez.
Estabas en el vagón, cuando Harry, Ron y yo entramos. Te vi dormido, aunque un
poco pálido, pero había algo en ti que me llamo mucho la atención, era como si
ya te conociera de antes, porque la sensación de calidez que sentí en mi
corazón me lo confirmo.
»Y cuando despertaste en el momento
justo para salvarnos de los dementores,
sentí admiración por él. Luego en el banquete en el Gran Comedor y el profesor
Dumbledore lo presento como el nuevo profesor de DCAO, parecía ser un poco tímido,
y eso me agrado. La primera clase que tuve con él, habló sobre los boggart, y
yo respondí la pregunta que hiciste, y me diste cinco puntos.
Crookshanks escuchaba
atentamente todo lo que decía su ama.
»Conforme fue pasando el tiempo
descubrí tu secreto y decidí guardarlo como si fuera mío, a la vez que me ponía
muy nerviosa cada vez que entraba a una de tus clases, pero no era por el temor
de lo que eras, sino porque sin proponérmelo empecé a sentir cosas por ti, más
allá de lo que siente una alumna por su profesor. Pero luego con todo eso de
Sirius, cuando todos pensábamos que Sirius era el asesino de los Potter, y la
ejecutación de Buckbeak, todo eso nos llevó a descubrir que Sirius era un
animago y que sobre todo era inocente de los crímenes que lo acusaban, también
descubrimos que la rata de Ron era en verdad Peter Pettigrew, el verdadero
traidor, y luego yo creyendo que Remus nos había engañado para poder matar a
Harry, termine gritando a los cuatro vientos que él era un licántropo, pero
cuando se descubrió toda la verdad, no saben cómo me arrepentí de haber puesto
en evidencia a Remus. Le pedí disculpas por eso, pero de todas formas ya no se
pudo quedar en el colegio.
Mientras que la chica hablaba las
lágrimas bajaban por sus mejillas.
—En el cuarto y el quinto curso no
dejaba de pensar en Remus, siempre lo recordaba, pero fue en las vacaciones de
1996, antes de entrar a sexto, me arme de valor y te confesé que te quería, y
te besé, tú me rechazaste, pero aun así yo no me di por vencida, seguí diciéndote
cuanto te amaba, hasta que por fin antes de terminar el sexto curso, el mismo
día que murió el profesor Dumbledore y Bill fue atacado por Greyback, yo decidí
intententarlo por última vez, primero creí
pensé que me habías rechazado como tantas otras veces, pero cuando yo ya me iba
derrotada, tú me llamaste y me dijiste que también me amabas, y empezamos una
relación formal, Ron no lo tomo nada bien, y Harry parecía que tampoco aceptaba
nuestra relación, pero por lo menos respetaba mi decisión de estar contigo.
»Hasta que pasadas unas semanas finalmente
nos casamos, y fui la mujer más feliz del mundo, pero luego me tuve que separar
de ti, porque fui con Harry y Ron a buscar los Horrocruxes, y luego en la
guerra, te perdí y no pude hacer nada para ayudarte, eso es lo que más me
duele.
»Pero me dejaste un recuerdo, un par de
semanas después de tu muerte, me entere de que esperaba un hijo tuyo —mientras
la castaña hablaba, se iba dando masajes en su vientre—, y me dieron ganas de
vivir nuevamente, puesto que ya tenía un motivo muy importante por quien vivir.
Respiró profundo.
—Ahora tengo que convencer a la
profesora McGonagall de que permita viajar al pasado hoy mismo.
En la dirección
—¿Qué te preocupa, Minerva? —la voz de
Albus Dumbledore hizo que la nueva directora mirara al cuadro del ex director.
—Albus
—dijo la mujer—, estaba pensando en Hermione.
—Creí que su salud y la del bebé ya estaba
bien —dijo Dumbledore.
—Sí,
ya están bien ambos. Es solo que…
Una
risa sarcástica se escuchó en la dirección, interrumpiendo a la nueva
directora.
Minerva
miró seriamente al otro cuadro del otro ex director de Hogwarts.
—Quiere viajar al pasado para encontrarse con
su gran amor Lupin —dijo sarcástico Severus Snape.
—¿Es eso cierto, Minerva? —preguntó
Dumbledore.
—Así
es, Albus —aceptó McGonagall.
—Vaya, menos mal, yo creí que se trataba de
algo grave —volvió a hablar Dumbledore, quien sonreía amablemente.
—Pero,
Albus —dijo McGonagall, un poco indignada—, Hermione no puede viajar aun porque
le puede hacer mal, ella tiene que estar en rep…
—¿Mal? —la cortó Dumbledore—, mal le hace estar metida en esa habitación
sola, y si la señora Lupin ya se encuentra mejor, no veo porque le impides que
vaya junto a sus amigos y su esposo.
Minerva
negó con la cabeza.
—Podría
pasarle algo —alegó la directora.
Se
volvió a escuchar la risa sarcástica de Snape.
—Desde que llego a Hogwarts, ha estado todos
estos siete años en peligro de muerte, y tú crees, Minerva, que un simple viaje
al pasado la pondría en peligro —dijo Severus.
—Severus tiene razón, Minerva —dijo
Dumbledore.
—Bien
—dijo McGonagall, seriamente—, entonces le daré el permiso de que vaya al
pasado, pero no la mandaré sola, claro que no, alguien viajara con ella, para
cuide.
—¿Con quién la vas a mandar? —preguntó
Dumbledore.
—Con
alguien a quien tú confiabas ciegamente, Albus —y eso fue lo último que dijo
McGongall, porque después se empezó a dirigir a la salida.
***
La
directora caminaba hacia la torre de premios anuales con una bandeja con comida
levitando cerca de ella.
Dijo
la contraseña y luego paso a la sala. Subió las escaleras para dirigirse a la
habitación de la castaña, toco la puerta, pero nadie contestó. Volvió a tocar y
otra vez nadie contestó ni abrió la puesta. Así que McGonagall, muy preocupada
abrió la puerta y entro a la habitación, encontrándose con una Hermione
dormida, con una mano sobre su vientre, y a Crookshanks dormido también a sus pies.
Suspiró
aliviada. Puesto que por un momento pensó que la chica se encontraba mal.
Levito
la bandeja hasta colocarla en una mesita.
—Hermione
—dijo Mcgongall, despertando a la castaña.
La
chica parpadeó, y miró confundida.
—¿Profesora?
¿Qué paso? —preguntó.
—Nada,
no paso, solo te traje tu almuerzo como te dije que lo haría.
Hermione
asintió y con la ayuda de la directora se sentó cómodamente.
Minerva
cogió la bandeja y la coloco sobre una mesita para que la chica pudiera comer.
—Gracias
—dijo la castaña, y McGonagall asintió—. Profesora —llamó.
La
mujer la miró y la alentó para que hablara, aunque ya sabía de qué quería
hablar.
—Quería
pedirle por favor que me dejara viajar al pasado, yo no puedo estar aquí,
sabiendo que Harry, Ron, Ginny, Luna, Neville, los demás Weasley y hasta Malfoy
y Parkinson ya están ahí y yo no.
La
directora la miró severamente.
—¿Estás
segura que estás bien? —preguntó Minerva.
Hermione
asintió muchas veces.
—Me
siento muy bien.
—Bien,
entonces yo ya no tengo nada que decir —McGonagall habló en un tono serio—,
viajaras después de que termines de almorzar.
La
chica le sonrió.
—Muchas
gracias, profesora —dijo, con los ojos brillantes.
—Pero
con una condición.
—¿Una
condición? ¿Qué condición seria? —preguntó Hermione.
—No
viajaras sola, alguien te acompañará.
—¿Quién?
—Eso
ya lo sabrás, ahora come —le ordenó la mujer—. Te estaré esperando en la Sala
de los Menesteres, mientras tanto yo iré a abrir el portal.
La
directora miró fijamente a Hermione antes de salir de la habitación.
Hermione
se apuró a comer, estaba tan emocionada. Otra vez vería a Remus.
***
Luego
de comer, Hermione se dirigió a su antigua sala común y entro a la habitación
de los chicos —seguida de Crookshanks—, lo bueno era que no había nadie ahí.
Saco
algunos libros de los baúles de Harry y de Ron y los guardo en su bolsa de cuentas.
—Ya lo
tengo todo —susurró la chica, y sigilosamente camino hacia la salida.
Un par
de minutos después ya se encontraba frente a la puerta de la reconstruida Sala
de los Menesteres. Abrió la puerta y ahí vio a la directora, pero esta no
estaba sola, alguien la acompañaba.
—¿Tú
me acompañar? —preguntó y él hombre le sonrió.
—Así
es, Hermione. Pero veo que también tu gato te va acompañar —dijo la directora
al ver a Crookshanks
detrás de la chica.
—Crookshanks también quiere ir, creo que
no me quiere dejar sola en ningún instante —fue la respuesta de la castaña.
—Bien —dijo
McGonagall. Saco su varita de su túnica y murmuro un hechizo, que la chica no
le presto mucha atención, porque más estaba concentrada en lo que haría en
cuando volviera a ver a Remus.
—El
portal ya está abierto —anuncio la directora—. Espero que todo salga bien.
Primero
paso la persona que acompañaba a Hermione. Y antes de que la castaña también
pasara el portal, McGonagall la abrazo.
—Cuídate
—le susurró.
Hermione
asintió y también pasó el portal seguida de Crookshanks.
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