martes, 24 de enero de 2017

¡No es su hija, es su esposa!



Luego de cenar todos se retiraron a sus habitaciones, porque Dumbledore decidió que leerían el siguiente libro luego de haber descansado correctamente y despejado la mente.
Los primeros en desaparecer fueron los gemelos Weasley, al parecer no querían perder ningún segundo separados. Ya sabían lo feo que se sentía estar separados, y por eso se fueron a su habitación a platicar y porque no a inventar más bromas y nuevos productos para su tienda.
Snape y los Malfoy (Lucius y Narcissa) fueron los siguientes. Lucius estaba harto de toda esa tontería de los libros y lo único que quería era regresar a su mansión. Por no hablar de su hijo, al comienzo cuando lo vio, pensó que sería todo un Malfoy, ya que tenía su apariencia, pero lo estaba decepcionando su manera de actuar y que se disculpara con los «traidores a la sangre».
Se sentía enojado y avergonzado por el hijo que le toco.
Y estaba pensando seriamente mandarlo a estudiar a Durmstrang en vez de a Hogwarts, aunque Narcissa se opusiera. Él no iba a tener un hijo «arrepentido» de sus actos.
Por su parte Narcissa, la cual se había mantenido reservada, como toda una dama de sociedad, tampoco estaba muy contenta con la actitud de su futuro hijo, pero si se encontraba feliz de poder compartir con él todos estos momentos.
Así cada uno se fueron retirando a sus habitaciones, Hermione fue escoltada por Harry y Ron hasta a su habitación, y detrás de ellos iba Crookshanks.
Lily se despidió con un beso en los labios de su novio, y dejo a este con sus dos amigos, que por su mirada tenían cosas que discutir, así que ella les dio privacidad.
Finalmente cuando todos se habían ido a dormir, en la sala solo quedaban los merodeadores.
—Bien, iré a dormir —dijo Remus.
—¿Por qué tan pronto, Lunático? —preguntó James.
—Parece como si quisieras escapar —bromeó Sirius.
Remus negó con la cabeza.
—No es eso…
—Oh, qué bien, mira —dijo James interrumpiendo a Remus.
Frente a ellos venían caminando Harry y Ron.
—Creo que será una noche de chicos —dijo Sirius—. Harry. Ron —los llamó.
Los aludidos los vieron y se acercaron a los merodeadores.
—Ahora que ya estamos todos, haremos una noche de chicos —canturreó Sirius.
—Sirius, no hagas tanto ruido, los demás duermen —lo amonestó Remus.
—Aburrido —murmuró James.
Harry y Ron no pudieron evitar reír, ese momento era único, los merodeadores, unos adolescentes, inmaduros e infantiles, claro menos Remus.
—¿Noche de chicos? —dijo Harry—. ¿Y qué se hace en noche de chicos?
—¿No lo sabes? —le preguntaron James y Sirius al unísono.
Harry negó con la cabeza.
—Eso es terrible —dijo James fingiendo estar espantado.
—Pues en mi defensa he de decir que no hemos tenido mucho tiempo para divertirnos —dijo Harry.
—Sí, además, con Hermione junto a nosotros no se puede tener una «noche de chicos» —agregó Ron—. A menos que a «noches de chicos» te refieras a esas veces en que Hermione nos mandaba a corregir nuestras tareas.
—¿Qué? —dijo James—, hasta Lunático se divierte más que ustedes.
Remus se sonrojó.
—Pero contestando a tu pregunta, Harry —dijo James—. La noche de chicos es contarnos nuestros secretos…
—… contarnos sobre nuestras conquistas… —dijo Sirius.
—… planear algunas bromas… —dijo Remus.
—… hacer una lista de qué chica está más buena y a cuales nos llevaremos a la cama… —siguió hablando Sirius, sin notar el sonrojo de su ahijado y su amigo.
Pero a pesar de su vergüenza Harry levantó la cabeza, y observó a su padre acusatoriamente. James noto tal mirada, y se apresuró a aclarar.
—No, yo no lo hago —Sirius lo miró burlonamente, y James le dijo dio un codazo—, ya no, reconozco que antes lo hacía, pero ya no. Lily es mi única chica desde hace meses… —Harry se volvió a sonrojar, no quería seguir escuchando, tal vez su padre dijera algo comprometedor.
—Sí, sí, ya entendí —dijo Harry.
—¿En serio? —preguntó James, su hijo asintió—. Que bien, pues entonces… que empiece la noche de chicos.
—Sí, ahora, vamos a saquear las cocinas, no es noche de chicos si no tenemos que comer y que beber —dijo Sirius, empezando a caminar, pero Remus lo detuvo.
—Eh, Sirius, lamento recordarte que no podemos salir de esta sala.
Sirius se volvió y miró a su amigo con pesar.
—¿Y ahora qué hacemos? —dijo Sirius, se quedó pensando unos minutos—. Claro, Harry llama a Kreacher.
Harry se acomodó las gafas.
—Seguramente ya estará durmiendo —dijo Harry.
—Solo llámalo, a los elfos les encanta trabajar —dijo Sirius—. Para eso sirven, ¿no?
—Es lo que yo digo —agregó Ron.
Harry negó con la cabeza.
—Tengan cuidado, no querrán que Hermione los escuche, ¿verdad?
Ron automáticamente miró hacia atrás, creyendo que su amiga podría salir de cualquier lado, y armarle todo un drama sobre los derechos de los elfos.
—¿Por qué dices eso? ¿Qué le pasa a Hermione con los elfos? —preguntó curiosamente Remus.
—Ya lo comprenderás muy pronto —le respondió Ron.
Lupin asintió, y aunque quería saber la respuesta se contuvo de insistir.
—Bien, Harry, llama a Kreacher —insistió Sirius.
Harry suspiró.
—¡Kreacher! —lo llamó.
El viejo elfo apareció al instante con un crack. Observó a su nuevo amo e hizo una reverencia.
—¿Qué puede hacer Kreacher por el amo? —preguntó.
Antes de que Harry hablara, Sirius se le adelanto.
—Traernos algo de comer y de beber, Kreacher —le ordeno el animago toscamente. Todavía olvidando que el Kreacher que tenía frente a él era muy distinto al Kreacher de su época.
El elfo miró a Sirius y luego a Harry, esperando su confirmación.
—Has lo que Sirius te dice, Kreacher —le dijo Harry de una manera más amable que Sirius.
—Enseguida —dijo el elfo y desapareció.
—¿Cómo hiciste para domesticarlo? —le preguntó Sirius a Harry, pero antes de que el aludido respondiera, él agregó—: Aun no entiendo porque fui tan miserable de regalarte a Kreacher. Lo mejor hubiera sido que se quedara con Regulus —pronunció el nombre de su hermano con cierta molestia.
Harry parpadeó.
—Buena, Kreacher no es tan malo. Si lo sabes tratar y explicarle algunas cosas, él entiende —respondió Harry—. Y ya te dijo Ron; Regulus se fue de viaje y hasta ahora no ha reclamado a Kreacher.
Sirius asintió.
—Está bien, pero si mi querido hermano regresa, te aconsejo que se lo regreses, no vaya ser que Kreacher empiece actuar como siempre, o sea mal.
Harry no contestó porque en ese momento Kreachar apareció con mucha comida y cervezas de mantequilla. Las dejo sobre una mesa.
—¿Desea algo más el amo? —preguntó el elfo.
—Nada más, Kreacher. Gracias —dijo Harry.
Los cinco chicos se sentaron en la mesa, pero el primero en empezar a devorar la comida fue Ron, parecía que no había cenado. Harry estando acostumbrado a su apetito no dijo nada, pero a los merodeadores no deja de sorprenderle su actuar.
Y mientras comían y bebían cerveza de mantequilla, los merodeadores le contaban a Harry y Ron sobre sus bromas y de cómo se hicieron animago para acompañar a Remus en sus transformaciones, también le contaron de como crearon el famoso mapa del merodeador, claro, siempre evitando mencionar a Peter Pettigrew. Harry y Ron le contaban sobre sus juegos de Quidditch, y algunas anécdotas, pero sin revelar cosas importantes del futuro.
Harry se sentía muy bien en compartir esos momentos con su padre, y con Sirius y Remus.
Así siguieron platicando hasta que Ron menciono que Hermione no los dejaba copiar en las tareas a Harry ni a él. A lo que a Sirius se le ocurrió preguntarle qué relación guardaba la castaña con su amigo Lunático, ya que había visto las miradas de la chica a su amigo, y de cómo su amigo se sonrojaba cada vez que Hermione le sonreía.
—Hermione es muy inteligente —comentó de pronto James—. Como mi pelirroja —agregó.
Harry sonrió a su padre ante la mención de su madre. Se notaba que su padre estaba muy enamorado de su madre.
—No por nada es la mejor bruja de nuestra generación —dijo Harry, como un padre orgulloso de su hija.
Sirius vio la oportunidad de empezar con su plan.
—Yo creo que la castaña es tu hija, Lunático —dijo Sirius. Harry y Ron se miraron con complicidad—, los dos son igual de cerebritos.
Remus empalideció, y no estaba seguro de querer escuchar una respuesta, ya sea afirmativa o negativa.
—Otra vez con lo mismo. No digas tonterías, Canuto, ¿cómo se te ocurre semejante estupidez?
El ojigris ignoró a su amigo.
—Harry, dime la verdad, ¿Hermione es o no la futura hija de Lunático? —le presionó Sirius.
James rió, Canuto sí que era testarudo.
—N-no es su… hija —contestó Harry, pero tartamudeó al principio.
Sí supieran que Hermione es la esposa de Remus, pensó Harry.
—No pareces muy seguro —dijo Sirius, y luego miró al pelirrojo—, Ron, tú si me dirás la verdad, ¿no? ¿La castaña es o no la hija de Lunático?
—No, Hermione no es hija de Remus —se apresuró a contestar Ron.
—¿De verdad? —insistió el ojigris.
—Sí —contestó el pelirrojo.
—¿Estás seguro?
—Sí —repitió no de muy buena manera.
Ron no era muy paciente que digamos y que lo presionaran de esa manera, solo podía reaccionar de dos maneras, mintiendo muy bien, o diciendo la verdad.
Remus negaba con la cabeza.
Que inmaduro es, pensaba.
En cambio James mira a Sirius divertido, cuando se le metía a la cabeza sacar de quicio a alguien lo lograba.
Por otra parte Harry se daba cuenta de lo pesado que podía ser su padrino y que si no paraba Ron iba a terminar explotando.
—Eh…, Ron… —empezó a decir Harry, pero fue interrumpido por su padrino.
—¿Estás completamente seguro? —insistió Sirius.
—¡Que sí! —dijo Ron ya tan rojo como su cabello.
—Pero estás en verdad completamente seg…
—¡Que sí, Hermione no es hija de Remus, Hermione es su esposa! —gritó Ron perdiendo el control. James y Sirius estaban que no se lo podían creer, mientras Remus estaba en shock, y muy pálido. Ron al darse cuenta de su error, miró a Harry para que lo ayude a salir de ese lio—, Harry —susurró.
—¿Qué dijiste, Ron? —preguntó Sirius sorprendido.
Sirius se había esperado cualquier otra respuesta, menos esa. ¿Hermione la esposa de Lunático?
—Harry, ¿es cierto lo que dijo Ron? —preguntó James a su hijo.
Ni Harry ni Ron supieron responder, mejor dicho no pudieron responder. Por lo cual los merodeadores dieron por hecho que ese silencio de ambos era porque lo que dijo Ron era cierto.
—Harry, ayúdame hacerles un Obliviate —le dijo Ron a Harry.
—Espera, espera, nadie hará un Obliviate a nadie —dijo James sorpresivamente serio.
—Lunático, ¿estás bien? —preguntó Sirius.
Lupin lo miró desconcertado. En su cabeza no dejaba de repetirse: «¡Que sí, Hermione no es hija de Remus, Hermione es su esposa!».
¡TE DIJE QUE ES NUESTRA! ¡VAMOS POR ELLA! ¡VAMOS A RECLAMAR LO QUE ES NUESTRO!, rugió la voz del lobo, llena de gozo.
Remus al escuchar la voz de su lobo interior se estremeció.
—Lo siento, Remus, no debí desesperarme, ahora tú estás confundido, todo por la culpa de Sirius —el pelirrojo señaló al ojigris—, y cuando Hermione se entere de esto, ella nos… matara —dijo Ron, señalando a su amigo pelinegro y luego a él.
—¿Qué? No, Hermione te matara a ti, a mí no tiene por qué hacerme nada, total yo no abrí la boca de más —se justificó Harry.
—Gracias, amigo —ironizó Ron.
—¿De verdad estoy casado con Hermione? —preguntó Lupin, aun desconcertado, Harry y Ron asintieron—. ¿Por qué?
¿Por qué? Sí, Remus quería saber por qué una chica tan inteligente, joven, hermosa y con un gran futuro por delante se atrevería aponer los ojos en él, ya que en ese tiempo él tendría la perfecta edad para ser su padre.
¿La habré amenazado? ¿O forzado para que se casará conmigo?, pensaba Remus.
—¿Por qué? —repitió Ron—. Bueno, pues porque sencillamente los dos se enamoraron.
¿Los dos nos enamoramos?, se repetía Remus. No puedo creerlo. Que yo me enamorara de ella es creíble, pero que ella se enamore de mí, es inverosímil.
¡ELLA ME AMA! ¡NOS AMA!, la voz del lobo sonó nuevamente en su mente.
—Porque tú la viste sencillamente hermosa, y ella te vio perfecto, según las palabras de ella. Ambos se complementaban, tanto fue su amor que se casaron después de tres semanas de empezar su relación —contó Harry.
Remus tenía muchos sentimientos encontrados, se sentía feliz, confundido, sorprendido, y tenía una sensación de calidez abrazando su pecho, pero donde más se centraba esa calidez, era en su corazón. Enterarse de que tendría una compañera, lo hacía sentirse querido.
—Pero la diferencia de edad es mucha, podría ser su padre —dijo Remus, exponiendo su análisis. Su futura esposa tenía la edad del hijo de su mejor amigo.
—Pero no eres su padre, y te doy un consejo, Remus —dijo Ron—, no le menciones nada respecto a la edad a Hermione, digo, si es que no quieres tener un fiera encima de ti.
Sirius rió.
—Yo creo entonces que Lunático si se lo mencionara, con tal de tener a Hermione encima de él —dijo un sonriente Sirius. James rió, Remus se sonrojo, pero Harry y Ron hicieron una cara de molestia.
No les agradaba escuchar lo que su amiga y Remus hacían en su habitación. Y mucho menos que otros hablaran de ello.
—Cuando dejaras de decir tantas estupideces, Sirius —le recriminó Remus.
—Pero es verdad la tuviste que tener encima de ti, para…
—Cállate, Canuto —le avisó James al ver la cara de seriedad de Lupin.
Remus seguía sonrojado a pesar de estar serio. Pero luego de estar sonrojado, Remus pasó a estar pálido nuevamente, porque un miedo lo invadió, ahora parecía que ese tema de la edad, era nada comparado con su licantropía.
Eso quiere decir que esa marca que Hermione tiene en el cuello, yo se lo hice, yo la marque como mi mujer, ¿cómo pude hacerlo? Pero ella sabrá realmente lo que significa esa marca. Tengo que cerciorarme de eso, tal vez no lo sabe.
¡YO LA MARCARÍA COMO MI MUJER UNA Y MIL VECES! ¡ES NUESTRA!, dijo el lobo.
Remus volvió a estremecerse, pero eso no quería decir que en el fondo le agradara la idea.
—Pero soy un licántropo. Y aun así ella acepto casarse conmigo —dijo Remus.
Sus amigos lo miraron.
—Ella acepta tu licantropía —dijo Ron, tan delicado como siempre al hablar, Remus lo miró sorprendido.
—Eso es obvio, Lunático —dijo James, tratando de animar a su amigo.
—Mi padre tiene razón —dijo Harry—. A Hermione no le importa tu licantropía, ella te ama y te acepta como eres —Remus no podía creerlo, la mayoría de las chicas que se enteraban o solo sospechaban de lo que era, salían corriendo. Harry vio confusión en los ojos de Lupin—, cómo pudiste escuchar, Hermione se enteró de lo que eres a tan solo unos días de conocerte, y eso que solo tenía 13 años, pero guardo tu secreto como si fuera de ella.
James y Sirius se sentían felices por su amigo, por saber que Remus encontraría a alguien que lo amaba y lo aceptaba aun y con toda su licantropía.
—Y la castaña sí que te debe de amar tanto para aceptar que la dejaras así como está ahora de panzona —dijo Sirius con una sonrisa en los labios.
James rió con ganas
Lupin se sonrojo, pero le dio un golpe en la cabeza a Sirius.
—Oye —se quejó—, ¿por qué fue eso?
—Por idiota —le dijo Lupin.
—Eh, ninguno debe decir nada de lo que se han enterado. Remus se suponía que te ibas a enterar de esto depende lean los libros, o cuando Hermione decidiera decirte la verdad, pero por lo visto se adelantaron —dijo Harry mirando severamente a Ron y Sirius.
—No diré nada —dijo James.
—Está bien no diremos nada, como si no nos hubiéramos enterado, ¿verdad, Sirius? —dijo Lupin.
—Sí, como si no nos hubiéramos enterado —estuvo de acuerdo el ojigris.
—Bien —dijo Ron—, tampoco la miren r…
Pero Ron no pudo seguir hablando, porque una voz lo interrumpió.
—Hola, chicos. ¿Qué hacen despiertos?
Era Hermione, la cual venía con su gato cargado.
Remus no pudo evitar mirarla, ella al darse cuenta de que era observada, giro y se encontró con unos ojos mieles, la castaña le sonrió con calidez, y él se pudo percatar que cuando Hermione sonreía se veía más hermosa aun de lo que era.
Remus miró el vientre de la castaña. Ese niño que crecía en su vientre era su futuro hijo. Y sintió miedo, miedo de haber condenado a su futuro hijo con su maldición.
Aparto la mirada de Hermione.
ELLA ESTA AQUÍ, VAMOS ACERCATE, le rugió el lobo.
Remus trato de ignorar a su lobo interior, y respiró profundo.
¡QUE BIEN HUELE! ¡A VAINILLA!, dijo el lobo.
—Lo siento, interrumpí algo —dijo Hermione, sintiéndose incomoda por las miradas de los chicos—. No quise molestarlos, es solo que Crookshanks se escapó y yo vine por él.
El gato maulló.
—No te preocupes, Hermione —dijo Harry—, solo platicábamos. Una noche de chicos —sonrió.
—Hermione —Ron la miró, pero tenía una expresión nerviosa en el rostro.
—¿Qué tienes, Ron? ¿Qué hiciste? —le preguntó la castaña.
—N-nada —respondió el pelirrojo.
—¿De verdad? —se quiso asegurar Hermione.
Ron asintió sin poder abrir la boca.
—Bien, entonces los dejo para que sigan con su «noche de chicos» —dijo Hermione. Miró a cada uno de los chicos, pero al dirigir su mirada a Remus, se dio cuenta de que este no le devolvía la mirada, es más parecía pensativo—. Buenas noches —se despidió la castaña, para luego regresar a su habitación.
—Lunático, ¿estás bien? —le preguntó James.
Remus salió de sus pensamientos cuando escucho que le hablaban, miró al frente, pero noto que Hermione ya no estaba.
—Se fue a su habitación —respondió Sirius a la pregunta no formulada de su amigo.
Remus asintió.
—Creo que yo también me voy a dormir —dijo Lupin—. Buenas noches.
Y sin decir nada más se fue.
—Espera, Lunát… —empezó a decir Sirius, pero James negó con la cabeza.
—Déjalo, Canuto, de seguro tiene muchas cosas que pensar.
James, Sirius, Harry y Ron se quedaron allí, mirando por donde se había ido Remus, y pensando en que no había sido muy buena idea decirle la verdad, ya que esa solo le correspondía a Hermione.
Luego de unos minutos más en silencio, los cuatro también se dirigieron a sus respectivas habitaciones.