Luego de cenar todos se retiraron a sus
habitaciones, porque Dumbledore decidió que leerían el siguiente libro luego de
haber descansado correctamente y despejado la mente.
Los primeros en desaparecer fueron los
gemelos Weasley, al parecer no querían perder ningún segundo separados. Ya
sabían lo feo que se sentía estar separados, y por eso se fueron a su
habitación a platicar y porque no a inventar más bromas y nuevos productos para
su tienda.
Snape y los Malfoy (Lucius y Narcissa) fueron
los siguientes. Lucius estaba harto de toda esa tontería de los libros y lo
único que quería era regresar a su mansión. Por no hablar de su hijo, al
comienzo cuando lo vio, pensó que sería todo un Malfoy, ya que tenía su
apariencia, pero lo estaba decepcionando su manera de actuar y que se
disculpara con los «traidores a la sangre».
Se sentía enojado y avergonzado por el hijo
que le toco.
Y estaba pensando seriamente mandarlo a
estudiar a Durmstrang en vez de a Hogwarts, aunque Narcissa se opusiera. Él no
iba a tener un hijo «arrepentido» de sus actos.
Por su parte Narcissa, la cual se había
mantenido reservada, como toda una dama de sociedad, tampoco estaba muy
contenta con la actitud de su futuro hijo, pero si se encontraba feliz de poder
compartir con él todos estos momentos.
Así cada uno se fueron retirando a sus habitaciones,
Hermione fue escoltada por Harry y Ron hasta a su habitación, y detrás de ellos
iba Crookshanks.
Lily se despidió con un beso en los labios de
su novio, y dejo a este con sus dos amigos, que por su mirada tenían cosas que
discutir, así que ella les dio privacidad.
Finalmente cuando todos se habían ido a
dormir, en la sala solo quedaban los merodeadores.
—Bien, iré a dormir —dijo Remus.
—¿Por qué tan pronto, Lunático? —preguntó
James.
—Parece como si quisieras escapar —bromeó
Sirius.
Remus negó con la cabeza.
—No es eso…
—Oh, qué bien, mira —dijo James
interrumpiendo a Remus.
Frente a ellos venían caminando Harry y Ron.
—Creo que será una noche de chicos —dijo
Sirius—. Harry. Ron —los llamó.
Los aludidos los vieron y se acercaron a los
merodeadores.
—Ahora que ya estamos todos, haremos una
noche de chicos —canturreó Sirius.
—Sirius, no hagas tanto ruido, los demás
duermen —lo amonestó Remus.
—Aburrido —murmuró James.
Harry y Ron no pudieron evitar reír, ese
momento era único, los merodeadores, unos adolescentes, inmaduros e infantiles,
claro menos Remus.
—¿Noche de chicos? —dijo Harry—. ¿Y qué se
hace en noche de chicos?
—¿No lo sabes? —le preguntaron James y Sirius
al unísono.
Harry negó con la cabeza.
—Eso es terrible —dijo James fingiendo estar
espantado.
—Pues en mi defensa he de decir que no hemos
tenido mucho tiempo para divertirnos —dijo Harry.
—Sí, además, con Hermione junto a nosotros no
se puede tener una «noche de chicos» —agregó Ron—. A menos que a «noches de
chicos» te refieras a esas veces en que Hermione nos mandaba a corregir
nuestras tareas.
—¿Qué? —dijo James—, hasta Lunático se
divierte más que ustedes.
Remus se sonrojó.
—Pero contestando a tu pregunta, Harry —dijo
James—. La noche de chicos es contarnos nuestros secretos…
—… contarnos sobre nuestras conquistas… —dijo
Sirius.
—… planear algunas bromas… —dijo Remus.
—… hacer una lista de qué chica está más
buena y a cuales nos llevaremos a la cama… —siguió hablando Sirius, sin notar
el sonrojo de su ahijado y su amigo.
Pero a pesar de su vergüenza Harry levantó la
cabeza, y observó a su padre acusatoriamente. James noto tal mirada, y se
apresuró a aclarar.
—No, yo no lo hago —Sirius lo miró
burlonamente, y James le dijo dio un codazo—, ya no, reconozco que antes lo
hacía, pero ya no. Lily es mi única chica desde hace meses… —Harry se volvió a
sonrojar, no quería seguir escuchando, tal vez su padre dijera algo
comprometedor.
—Sí, sí, ya entendí —dijo Harry.
—¿En serio? —preguntó James, su hijo
asintió—. Que bien, pues entonces… que empiece la noche de chicos.
—Sí, ahora, vamos a saquear las cocinas, no
es noche de chicos si no tenemos que comer y que beber —dijo Sirius, empezando
a caminar, pero Remus lo detuvo.
—Eh, Sirius, lamento recordarte que no
podemos salir de esta sala.
Sirius se volvió y miró a su amigo con pesar.
—¿Y ahora qué hacemos? —dijo Sirius, se quedó
pensando unos minutos—. Claro, Harry llama a Kreacher.
Harry se acomodó las gafas.
—Seguramente ya estará durmiendo —dijo Harry.
—Solo llámalo, a los elfos les encanta
trabajar —dijo Sirius—. Para eso sirven, ¿no?
—Es lo que yo digo —agregó Ron.
Harry negó con la cabeza.
—Tengan cuidado, no querrán que Hermione los
escuche, ¿verdad?
Ron automáticamente miró hacia atrás,
creyendo que su amiga podría salir de cualquier lado, y armarle todo un drama
sobre los derechos de los elfos.
—¿Por qué dices eso? ¿Qué le pasa a Hermione
con los elfos? —preguntó curiosamente Remus.
—Ya lo comprenderás muy pronto —le respondió
Ron.
Lupin asintió, y aunque quería saber la
respuesta se contuvo de insistir.
—Bien, Harry, llama a Kreacher
—insistió Sirius.
Harry suspiró.
—¡Kreacher! —lo llamó.
El viejo elfo apareció al instante
con un crack. Observó a su nuevo amo
e hizo una reverencia.
—¿Qué puede hacer Kreacher por el
amo? —preguntó.
Antes de que Harry hablara, Sirius
se le adelanto.
—Traernos algo de comer y de beber,
Kreacher —le ordeno el animago toscamente. Todavía olvidando que el Kreacher
que tenía frente a él era muy distinto al Kreacher de su época.
El elfo miró a Sirius y luego a
Harry, esperando su confirmación.
—Has lo que Sirius te dice, Kreacher
—le dijo Harry de una manera más amable que Sirius.
—Enseguida —dijo el elfo y
desapareció.
—¿Cómo hiciste para domesticarlo?
—le preguntó Sirius a Harry, pero antes de que el aludido respondiera, él
agregó—: Aun no entiendo porque fui tan miserable de regalarte a Kreacher. Lo mejor
hubiera sido que se quedara con Regulus —pronunció el nombre de su hermano con
cierta molestia.
Harry parpadeó.
—Buena, Kreacher no es tan malo. Si lo
sabes tratar y explicarle algunas cosas, él entiende —respondió Harry—. Y ya te
dijo Ron; Regulus se fue de viaje y hasta ahora no ha reclamado a Kreacher.
Sirius asintió.
—Está bien, pero si mi querido hermano regresa, te aconsejo que
se lo regreses, no vaya ser que Kreacher empiece actuar como siempre, o sea
mal.
Harry no contestó porque en ese
momento Kreachar apareció con mucha comida y cervezas de mantequilla. Las dejo
sobre una mesa.
—¿Desea algo más el amo? —preguntó
el elfo.
—Nada más, Kreacher. Gracias —dijo Harry.
Los cinco chicos se sentaron en la
mesa, pero el primero en empezar a devorar la comida fue Ron, parecía que no había
cenado. Harry estando acostumbrado a su apetito no dijo nada, pero a los
merodeadores no deja de sorprenderle su actuar.
Y mientras comían y bebían cerveza
de mantequilla, los merodeadores le contaban a Harry y Ron sobre sus bromas y
de cómo se hicieron animago para acompañar a Remus en sus transformaciones, también
le contaron de como crearon el famoso mapa del merodeador, claro, siempre evitando
mencionar a Peter Pettigrew. Harry y Ron le contaban sobre sus juegos de
Quidditch, y algunas anécdotas, pero sin revelar cosas importantes del futuro.
Harry se sentía muy bien en
compartir esos momentos con su padre, y con Sirius y Remus.
Así siguieron platicando hasta que
Ron menciono que Hermione no los dejaba copiar en las tareas a Harry ni a él. A
lo que a Sirius se le ocurrió preguntarle qué relación guardaba la castaña con
su amigo Lunático, ya que había visto las miradas de la chica a su amigo, y de cómo
su amigo se sonrojaba cada vez que Hermione le sonreía.
—Hermione
es muy inteligente —comentó de pronto James—. Como mi pelirroja —agregó.
Harry
sonrió a su padre ante la mención de su madre. Se notaba que su padre estaba
muy enamorado de su madre.
—No
por nada es la mejor bruja de nuestra generación —dijo Harry, como un padre
orgulloso de su hija.
Sirius
vio la oportunidad de empezar con su plan.
—Yo
creo que la castaña es tu hija, Lunático —dijo Sirius. Harry y Ron se miraron
con complicidad—, los dos son igual de cerebritos.
Remus
empalideció, y no estaba seguro de querer escuchar una respuesta, ya sea
afirmativa o negativa.
—Otra
vez con lo mismo. No digas tonterías, Canuto, ¿cómo se te ocurre semejante
estupidez?
El
ojigris ignoró a su amigo.
—Harry,
dime la verdad, ¿Hermione es o no la futura hija de Lunático? —le presionó Sirius.
James
rió, Canuto sí que era testarudo.
—N-no
es su… hija —contestó Harry, pero tartamudeó al principio.
Sí supieran que Hermione es la esposa de Remus,
pensó Harry.
—No
pareces muy seguro —dijo Sirius, y luego miró al pelirrojo—, Ron, tú si me
dirás la verdad, ¿no? ¿La castaña es o no la hija de Lunático?
—No,
Hermione no es hija de Remus —se apresuró a contestar Ron.
—¿De
verdad? —insistió el ojigris.
—Sí
—contestó el pelirrojo.
—¿Estás
seguro?
—Sí
—repitió no de muy buena manera.
Ron
no era muy paciente que digamos y que lo presionaran de esa manera, solo podía
reaccionar de dos maneras, mintiendo muy bien, o diciendo la verdad.
Remus
negaba con la cabeza.
Que inmaduro es, pensaba.
En
cambio James mira a Sirius divertido, cuando se le metía a la cabeza sacar de
quicio a alguien lo lograba.
Por
otra parte Harry se daba cuenta de lo pesado que podía ser su padrino y que si
no paraba Ron iba a terminar explotando.
—Eh…,
Ron… —empezó a decir Harry, pero fue interrumpido por su padrino.
—¿Estás
completamente seguro? —insistió Sirius.
—¡Que
sí! —dijo Ron ya tan rojo como su cabello.
—Pero
estás en verdad completamente seg…
—¡Que
sí, Hermione no es hija de Remus, Hermione es su esposa! —gritó Ron perdiendo
el control. James y Sirius estaban que no se lo podían creer, mientras Remus
estaba en shock, y muy pálido. Ron al darse cuenta de su error, miró a Harry
para que lo ayude a salir de ese lio—, Harry —susurró.
—¿Qué
dijiste, Ron? —preguntó Sirius sorprendido.
Sirius
se había esperado cualquier otra respuesta, menos esa. ¿Hermione la esposa de
Lunático?
—Harry,
¿es cierto lo que dijo Ron? —preguntó James a su hijo.
Ni
Harry ni Ron supieron responder, mejor dicho no pudieron responder. Por lo cual
los merodeadores dieron por hecho que ese silencio de ambos era porque lo que
dijo Ron era cierto.
—Harry,
ayúdame hacerles un Obliviate —le
dijo Ron a Harry.
—Espera,
espera, nadie hará un Obliviate a
nadie —dijo James sorpresivamente serio.
—Lunático,
¿estás bien? —preguntó Sirius.
Lupin
lo miró desconcertado. En su cabeza no dejaba de repetirse: «¡Que sí, Hermione
no es hija de Remus, Hermione es su esposa!».
¡TE DIJE QUE ES NUESTRA! ¡VAMOS POR
ELLA! ¡VAMOS A RECLAMAR LO QUE ES NUESTRO!,
rugió la voz del lobo, llena de gozo.
Remus
al escuchar la voz de su lobo interior se estremeció.
—Lo
siento, Remus, no debí desesperarme, ahora tú estás confundido, todo por la
culpa de Sirius —el pelirrojo señaló al ojigris—, y cuando Hermione se entere
de esto, ella nos… matara —dijo Ron, señalando a su amigo pelinegro y luego a
él.
—¿Qué?
No, Hermione te matara a ti, a mí no tiene por qué hacerme nada, total yo no
abrí la boca de más —se justificó Harry.
—Gracias,
amigo —ironizó Ron.
—¿De
verdad estoy casado con Hermione? —preguntó Lupin, aun desconcertado, Harry y
Ron asintieron—. ¿Por qué?
¿Por qué? Sí, Remus quería
saber por qué una chica tan inteligente, joven, hermosa y con un gran futuro
por delante se atrevería aponer los ojos en él, ya que en ese tiempo él tendría
la perfecta edad para ser su padre.
¿La habré amenazado? ¿O forzado para que se casará
conmigo?, pensaba Remus.
—¿Por
qué? —repitió Ron—. Bueno, pues porque sencillamente los dos se enamoraron.
¿Los dos nos enamoramos?,
se repetía Remus. No puedo creerlo. Que yo
me enamorara de ella es creíble, pero que ella se enamore de mí, es inverosímil.
¡ELLA ME AMA! ¡NOS AMA!, la voz del
lobo sonó nuevamente en su mente.
—Porque
tú la viste sencillamente hermosa, y ella te vio perfecto, según las palabras
de ella. Ambos se complementaban, tanto fue su amor que se casaron después de
tres semanas de empezar su relación —contó Harry.
Remus
tenía muchos sentimientos encontrados, se sentía feliz, confundido,
sorprendido, y tenía una sensación de calidez abrazando su pecho, pero donde
más se centraba esa calidez, era en su corazón. Enterarse de que tendría una
compañera, lo hacía sentirse querido.
—Pero
la diferencia de edad es mucha, podría ser su padre —dijo Remus, exponiendo su análisis.
Su futura esposa tenía la edad del hijo de su mejor amigo.
—Pero
no eres su padre, y te doy un consejo, Remus —dijo Ron—, no le menciones nada
respecto a la edad a Hermione, digo, si es que no quieres tener un fiera encima
de ti.
Sirius
rió.
—Yo
creo entonces que Lunático si se lo mencionara, con tal de tener a Hermione
encima de él —dijo un sonriente Sirius. James rió, Remus se sonrojo, pero Harry
y Ron hicieron una cara de molestia.
No
les agradaba escuchar lo que su amiga y Remus hacían en su habitación. Y mucho
menos que otros hablaran de ello.
—Cuando
dejaras de decir tantas estupideces, Sirius —le recriminó Remus.
—Pero
es verdad la tuviste que tener encima de ti, para…
—Cállate,
Canuto —le avisó James al ver la cara de seriedad de Lupin.
Remus
seguía sonrojado a pesar de estar serio. Pero luego de estar sonrojado, Remus
pasó a estar pálido nuevamente, porque un miedo lo invadió, ahora parecía que
ese tema de la edad, era nada comparado con su licantropía.
Eso
quiere decir que esa marca que Hermione tiene en el cuello, yo se lo hice, yo
la marque como mi mujer, ¿cómo pude hacerlo? Pero ella sabrá realmente lo que
significa esa marca. Tengo que cerciorarme de eso, tal vez no lo sabe.
¡YO LA MARCARÍA COMO MI MUJER UNA Y MIL VECES! ¡ES
NUESTRA!, dijo el lobo.
Remus
volvió a estremecerse, pero eso no quería decir que en el fondo le agradara la
idea.
—Pero
soy un licántropo. Y aun así ella acepto casarse conmigo —dijo Remus.
Sus
amigos lo miraron.
—Ella
acepta tu licantropía —dijo Ron, tan delicado como siempre al hablar, Remus lo
miró sorprendido.
—Eso
es obvio, Lunático —dijo James, tratando de animar a su amigo.
—Mi
padre tiene razón —dijo Harry—. A Hermione no le importa tu licantropía, ella
te ama y te acepta como eres —Remus no podía creerlo, la mayoría de las chicas
que se enteraban o solo sospechaban de lo que era, salían corriendo. Harry vio
confusión en los ojos de Lupin—, cómo pudiste escuchar, Hermione se enteró de
lo que eres a tan solo unos días de conocerte, y eso que solo tenía 13 años,
pero guardo tu secreto como si fuera de ella.
James
y Sirius se sentían felices por su amigo, por saber que Remus encontraría a
alguien que lo amaba y lo aceptaba aun y con toda su licantropía.
—Y
la castaña sí que te debe de amar tanto para aceptar que la dejaras así como
está ahora de panzona —dijo Sirius con una sonrisa en los labios.
James
rió con ganas
Lupin
se sonrojo, pero le dio un golpe en la cabeza a Sirius.
—Oye
—se quejó—, ¿por qué fue eso?
—Por
idiota —le dijo Lupin.
—Eh,
ninguno debe decir nada de lo que se han enterado. Remus se suponía que te ibas
a enterar de esto depende lean los libros, o cuando Hermione decidiera decirte
la verdad, pero por lo visto se adelantaron —dijo Harry mirando severamente a
Ron y Sirius.
—No
diré nada —dijo James.
—Está
bien no diremos nada, como si no nos hubiéramos enterado, ¿verdad, Sirius?
—dijo Lupin.
—Sí,
como si no nos hubiéramos enterado —estuvo de acuerdo el ojigris.
—Bien
—dijo Ron—, tampoco la miren r…
Pero
Ron no pudo seguir hablando, porque una voz lo interrumpió.
—Hola,
chicos. ¿Qué hacen despiertos?
Era
Hermione, la cual venía con su gato cargado.
Remus
no pudo evitar mirarla, ella al darse cuenta de que era observada, giro y se
encontró con unos ojos mieles, la castaña le sonrió con calidez, y él se pudo
percatar que cuando Hermione sonreía se veía más hermosa aun de lo que era.
Remus
miró el vientre de la castaña. Ese niño que crecía en su vientre era su futuro
hijo. Y sintió miedo, miedo de haber condenado a su futuro hijo con su maldición.
Aparto
la mirada de Hermione.
ELLA ESTA AQUÍ, VAMOS ACERCATE,
le rugió el lobo.
Remus
trato de ignorar a su lobo interior, y respiró profundo.
¡QUE BIEN HUELE! ¡A VAINILLA!,
dijo el lobo.
—Lo
siento, interrumpí algo —dijo Hermione, sintiéndose incomoda por las miradas de
los chicos—. No quise molestarlos, es solo que Crookshanks se escapó y yo vine por él.
El
gato maulló.
—No
te preocupes, Hermione —dijo Harry—, solo platicábamos. Una noche de chicos
—sonrió.
—Hermione
—Ron la miró, pero tenía una expresión nerviosa en el rostro.
—¿Qué
tienes, Ron? ¿Qué hiciste? —le preguntó la castaña.
—N-nada
—respondió el pelirrojo.
—¿De
verdad? —se quiso asegurar Hermione.
Ron
asintió sin poder abrir la boca.
—Bien,
entonces los dejo para que sigan con su «noche de chicos» —dijo Hermione. Miró
a cada uno de los chicos, pero al dirigir su mirada a Remus, se dio cuenta de
que este no le devolvía la mirada, es más parecía pensativo—. Buenas noches —se
despidió la castaña, para luego regresar a su habitación.
—Lunático,
¿estás bien? —le preguntó James.
Remus
salió de sus pensamientos cuando escucho que le hablaban, miró al frente, pero
noto que Hermione ya no estaba.
—Se
fue a su habitación —respondió Sirius a la pregunta no formulada de su amigo.
Remus
asintió.
—Creo
que yo también me voy a dormir —dijo Lupin—. Buenas noches.
Y sin
decir nada más se fue.
—Espera,
Lunát… —empezó a decir Sirius, pero James negó con la cabeza.
—Déjalo,
Canuto, de seguro tiene muchas cosas que pensar.
James,
Sirius, Harry y Ron se quedaron allí, mirando por donde se había ido Remus, y
pensando en que no había sido muy buena idea decirle la verdad, ya que esa solo
le correspondía a Hermione.
Luego
de unos minutos más en silencio, los cuatro también se dirigieron a sus
respectivas habitaciones.